"Cantar es para todos": la experiencia ciudadana con la Euskadiko Orkestra

San Sebastián

Cantar ante una audiencia multitudinaria, con una orquesta de primer nivel como la Euskadiko Orkestra y en escenarios tan emblemáticos como el Kursaal de San Sebastián o el Euskalduna de Bilbao, es un privilegio reservado a unos pocos. Sin embargo, gracias al proyecto Abestu Euskadiko Orkestrarekin, un grupo de ciudadanos y ciudadanas sin formación profesional en canto ha tenido la oportunidad única de formar parte de una gira inolvidable. Entre ellos, María Mendiola, Imanol Galdós, Jokin Zubiaur y Josu Cendoya, quienes han compartido su experiencia con emoción y gratitud.

Un viaje desde el primer ensayo hasta la gran noche

Hace apenas unas semanas, los participantes aún se encontraban en pleno proceso de ensayos. "Estábamos en el horno, en formación todavía", recuerda María Mendiola. La incertidumbre inicial se fue transformando en confianza gracias al trabajo conjunto, la dedicación y el apoyo del equipo dirigido por Gorka Miranda. "Nos decían desde el primer momento que todos podíamos cantar", explica Josu Cendoya. "Esa confianza fue clave para lanzarnos al escenario sin miedo".

Imanol Galdós admite que tras el último concierto sintió una mezcla de emociones: "Por un lado, la satisfacción del trabajo realizado y, por otro, cierta pena porque mañana no hay ensayo". Y es que el vínculo generado entre los participantes ha sido uno de los mayores regalos de este proyecto. "Se ha formado una familia, un grupo de apoyo mutuo que ha permitido que todos crezcamos tanto musical como personalmente", añade Jokin Zubiaur.

De la ducha al escenario: el poder del canto coral

Para muchos de los participantes, la música siempre había estado presente en sus vidas, pero de manera intermitente. "Yo empecé cantando en la ducha, y mira hasta dónde he llegado", bromea María. Otros, como Imanol, se reencontraron con una pasión que creían olvidada: "Estudié solfeo, armonía y acordeón, pero la vida me llevó por otros caminos. Esto ha sido una reconciliación con la música".

Jokin, por su parte, destaca que aunque hacía décadas que no cantaba en un coro, se sintió seguro gracias a la preparación. "Me aprendí los textos muy rápido. Gorka nos repetía en cada ensayo la importancia de la dicción, de proyectar la voz con claridad", relata.

La magia del directo: una experiencia transformadora

Cuando llegó el gran día, las emociones estaban a flor de piel. "El Kursaal es un lugar muy especial para mí", dice María. "Siempre había asistido como espectadora, jamás imaginé que algún día estaría en el escenario con la orquesta dirigiéndose a mí". La experiencia fue sobrecogedora: "Estar frente a 1.800 personas y cantar con tranquilidad solo fue posible gracias al compañerismo y al trabajo en equipo".

Cada concierto fue único. "El primero fue muy emocional, con muchos nervios", reconoce Josu. "Pero en el segundo ya estaba más relajado y confiado. En el canto, cuanto más relajado estás, mejor te sale". El impacto del proyecto no se limitó a lo musical. "Ha sido un aprendizaje humano, un refuerzo de la autoestima y la confianza", comenta Imanol. "Vivimos tiempos de incertidumbre, de polarización. Este proyecto ha demostrado que cuando las personas nos unimos con un propósito común, somos imbatibles".

Más allá del escenario: un legado que continúa

Para muchos, este ha sido solo el comienzo de una nueva relación con la música coral. "Ahora estoy en la fase de a ver quién me ficha", bromea Jokin. "Hay déficit de voces masculinas, así que parece que tenemos muchas opciones". María, por su parte, ya forma parte de un coro en Zaragoza, mientras que Josu sigue vinculado a la Agrupación Lírica Ichaso en Donosti.

El director Gorka Miranda siempre tuvo claro que el proyecto funcionaría. "Desde el primer momento confiaba en que todo iba a salir bien", afirman los participantes. Y no solo ha sido un éxito para quienes han subido al escenario, sino que ha inspirado a muchas otras personas a descubrir el canto coral. "Hay más de 250 coros en Euskadi. Animo a todo el mundo a acercarse y probarlo, porque la satisfacción es enorme", subraya Josu.

Cantar, disfrutar y compartir

Uno de los mensajes más repetidos durante el proyecto ha sido que el canto no es solo técnica, sino también emoción y disfrute. "Nos decían: hay que disfrutar. Para sufrir, hay otras cosas", recuerda Imanol. Y esa ha sido la clave del éxito: cada ensayo, cada concierto ha sido una celebración de la música y del poder de la comunidad.

El eco de las voces ciudadanas que han participado en Abestu Euskadiko Orkestrarekin seguirá resonando mucho después de que el telón haya caído. Porque cantar no es solo emitir sonidos; es compartir, conectar y transformar. Y, como bien han demostrado María, Imanol, Jokin y Josu, es algo que cualquiera puede hacer, si se le da la oportunidad y el apoyo adecuados. ¿Habrá una segunda edición del proyecto? Esa es la gran incógnita. Pero lo que es seguro es que, para quienes han vivido esta experiencia, la música nunca volverá a sonar igual.

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