Maider Unda, una entrenadora rodeada de hombres: “En los vestuarios todavía somos pocas las que hemos llegado lejos”
Maider Unda y Rakel Mateo protagonizan un diálogo sobre mujeres deportistas de disciplinas minoritarias en el marco de la Women’s Football Week

Maider Unda, una entrenadora rodeada de hombres: “En los vestuarios todavía somos pocas las que hemos llegado lejos”
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Bilbao
Aunque el fútbol es el foco principal de la Women's Football Week, que se celebra en distintos puntos de Bilbao durante toda la semana, el congreso ha querido poner el foco este martes en el deporte minoritario. Porque si las mujeres futbolistas tienen complicado lograr la repercusión de sus homólogos hombres, qué decir de quienes practican deportes con menos seguimiento. Las mujeres deportistas más allá del fútbol, y también aquellas que tienen algún tipo de discapacidad, han sido las protagonistas de una serie de debates que han tenido lugar este martes en la Universidad de Deusto.
La encargada de abrir el debate ha sido Olatz Legarza, gerente de Basqueteam. La fundación que dirige es desde 2007 la encargada de acompañar y dotar de recursos a los deportistas vascos y vascas, no profesionales, para facilitar su participación en las más altas competiciones internacionales.
Legarza ha puesto sobre la mesa una de las líneas de mejora que han detectado en el deporte de alto rendimiento: "Así como entre los deportistas estamos en cifras muy cercanas a la paridad, en el caso de los técnicos, de los entrenadores, sigue habiendo muchos más hombres que mujeres". La clave es buscar la respuesta a una pregunta: "¿Por qué las mujeres no siguen dedicándose al deporte después de terminar sus carreras deportivas?".
La vida tras la retirada
Junto a ella, en el diálogo han intervenido dos deportistas olímpicas vascas con historias muy diferentes. La luchadora Maider Unda (Vitoria, 1977) fue quinta en Pekín 2008 y bronce en Londres 2012, además de tres veces medallista en el Campeonato de Europa y una en un Mundial. "Yo he sabido aprovechar todas las inercias que se han generado a mi alrededor: tuve un entrenador que lo dio todo por mí y entré en Basqueteam cuando se estaba formando", ha comentado Maider.
Su carrera deportiva se enfocó con dos grandes objetivos en mente: "Yo tenía muy claro cuál era mi objetivo: primero estar en unos JJOO y después conseguir una medalla", ha afirmado. Una vez que consiguió ambos, eso sí, su perspectiva cambió: "Cuando llegó eso, aposté por la maternidad. Yo sabía que eso mentalmente me iba a absorber mucho. Y conciliar la maternidad con el alto rendimiento deportivo, en mi caso, mi mente ya no me lo permitía".
Es en ese momento cuando su vida da un giro, algo para lo que estaba preparada gracias a las estructuras que tenía a su alrededor: "Yo tenía mi familia y mi trabajo, una estructura personal formada. Eso es lo que hizo fácil, al menos en mi caso, la vida después del alto rendimiento". Esa vida tras el deporte, para Maider, siguió combinando su caserío, en el que elabora queso, con su labor formativa, de entrenadora para las nuevas generaciones de luchadores.

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Precisamente este paso, el de convertirse en entrenadora, es la próxima conquista de las mujeres en el deporte. "En los vestuarios todavía somos muy pocas las que hemos llegado lejos", reconoce Maider, que, por último, apunta al que será el paso definitivo hacia la igualdad, la de los puestos directivos: "Y falta el último eslabón, el llegar a las jerarquías, que siguen siendo totalmente masculinas", reconoce.
Deporte paralímpico
La historia deportiva de la triatleta Rakel Mateo (Mungia, 1975) también tiene sus propias particularidades. En su caso, ha estado en tres Juegos Paralímpicos -Río de Janeiro 2016, Tokio 2021 y París 2024- y en todos ellos ha tenido que superar obstáculos para llegar a estar en la línea de salida. "He encontrado un aprendizaje que va más allá de las medallas, todos han sido para mí un ejercicio de supervivencia".
En Río 2016, Rakel compitió con una pierna "no funcional" tras un accidente. Lo hizo empleando muletas para la parte de carrera a pie de la prueba. Cuatro años más tarde, los Juegos de Tokio se pospusieron por la pandemia del COVID-19, lo que hizo que a la aplazada cita de Japón Rakel llegara solo seis meses después de que le fuera amputada una pierna.
"Me llamaron desde la Federación preguntándome qué iba a hacer. ¡Yo no tenía dudas! ¡Llevaba cuatro años preparándome para Tokio! No sabía si iba a poder correr, pero desde luego iba a intentarlo", recuerda ahora. Y en París 2024, tampoco lo tuvo fácil. Unos meses antes se dañó el muñón, por lo que completar el triatlón supuso para ella un nuevo desafío.
Y a todo ello hay que añadirle un componente que dificulta aún más la mezcla: "Deporte, mujer y discapacidad es un suma y sigue. Yo soy triatleta paralímpica, pero también trabajo. Es un deporte caro, y más con las prótesis y elementos que yo necesito para competir. Siempre tengo que llevar a alguien conmigo, a todas las competiciones internacionales, y eso también lo encarece. Lo ideal sería ser deportista al 100%, me encantaría, pero no puedo hacerlo", sostiene.

Verónica Gómez
Periodista de la SER desde 2009, cuando comencé mis prácticas en Radio Pamplona. Tras pasar por las...




