La voz: ese bien silencioso que solo echamos de menos cuando se pierde
Leire Alvarez, especialista otorrinolaringóloga del Hospital Donostia advierte sobre la importancia de cuidar la voz y prevenir sus trastornos más comunes.
Entrevista con Leire Alvarez, otorrinolaringóloga del hospital Donostia
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San Sebastián
En el Día Mundial de la Voz, la Cadena SER en San Sebastián ha querido poner en valor un aspecto de nuestra salud que solemos dar por hecho… hasta que falla. La voz, una herramienta invisible pero esencial para nuestra comunicación y vida social, se convierte en protagonista con la ayuda de Leire Álvarez, especialista del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Donostia, en la que explica por qué es tan importante cuidarla, cuáles son los trastornos que la afectan y qué hábitos pueden protegerla o perjudicarla.
La voz, esa gran olvidada
Álvarez comienza señalando algo que suele pasar desapercibido: la mayoría de las personas no se da cuenta de la importancia de la voz hasta que tiene un problema. Solo ciertos colectivos, como profesores, actores, cantantes o locutores, son plenamente conscientes de que su voz es una herramienta de trabajo y, por tanto, la cuidan de forma activa. El resto, en cambio, no suele prestar atención a su salud vocal hasta que aparece una disfonía o una pérdida parcial de la voz. Es entonces cuando descubren que hablar no es un acto tan sencillo como parecía, y que su ausencia puede afectar notablemente a la calidad de vida.
Un mecanismo complejo y afinado
Pero ¿cómo se produce exactamente la voz? ¿Qué elementos del cuerpo están implicados? Leire Álvarez lo explica con sencillez: todo comienza con el aire. Respiramos, llenamos los pulmones y, al exhalar, ese aire pasa por las cuerdas vocales, dos pequeñas bandas musculares que vibran al dejar pasar el flujo de aire. A partir de ahí, entra en juego un sistema de resonancia formado por cavidades como la faringe y la laringe, que modelan el sonido y le dan características únicas. Por eso cada persona suena diferente, porque la anatomía interna funciona como una caja de resonancia particular.
Trastornos de la voz: disfonías funcionales y orgánicas
Una estructura tan compleja, aunque pequeña, puede verse afectada por múltiples factores. Tradicionalmente, los trastornos de la voz se han clasificado en dos grandes grupos: disfonías funcionales y disfonías orgánicas. Las primeras se producen cuando no hay daño físico en las cuerdas vocales, pero sí un uso inadecuado de las mismas. Puede ocurrir, por ejemplo, en personas que fuerzan la voz, que hablan en un tono que no es el suyo o que emplean una técnica incorrecta al hablar o cantar. Las disfonías orgánicas, por su parte, implican una lesión física en la estructura vocal, como nódulos, pólipos o quistes.
El edema de Reinke y el cambio de voz
Una de las afecciones más frecuentes en consulta es el edema de Reinke, un acúmulo de líquido gelatinoso en las cuerdas vocales que las engrosa y da lugar a una voz más grave, a menudo ronca. “Suele estar relacionado con el tabaquismo y se da con frecuencia en mujeres, quienes notan más fácilmente ese cambio de tonalidad”, apunta Álvarez. A veces, incluso se sienten incómodas porque otras personas confunden su voz con la de un hombre.
La gravedad depende del impacto, no del tamaño
La doctora subraya que no siempre la gravedad del trastorno depende del tamaño o tipo de la lesión. Más bien, depende del impacto que tiene en la vida del paciente. Un nódulo vocal puede ser irrelevante para alguien que apenas usa la voz en su día a día, pero puede convertirse en un obstáculo insalvable para un docente, un guía turístico o un cantante. En esos casos, la lesión puede provocar ausencias laborales prolongadas, agotamiento al final del día o incluso la incapacidad de continuar con la actividad profesional.
Tratamientos: logopedia antes que bisturí
En cuanto a los tratamientos, hay buenas noticias. La mayoría de las disfonías se pueden tratar sin necesidad de pasar por quirófano. El enfoque inicial suele ser la logopedia: un trabajo de reeducación vocal que ayuda a usar la voz de forma más eficiente. “En los casos de nódulos, hasta el 80% se resuelven solo con logopedia si no llevan demasiado tiempo evolucionando”, explica Álvarez. Solo si el problema persiste se plantea la opción quirúrgica. En cualquier caso, el tratamiento siempre se personaliza, teniendo en cuenta las características de la lesión y las necesidades del paciente.
Cuando la voz se bloquea por dentro
Otro factor menos conocido pero igual de importante es el papel de las emociones en la salud vocal. Situaciones de estrés intenso, ansiedad o traumas emocionales pueden desencadenar disfonías psicógenas, en las que no hay una lesión visible, pero sí una desconexión entre el cerebro y las cuerdas vocales. “Hay pacientes que, de un día para otro, pierden la voz sin que haya un problema físico. Es como si el cuerpo hiciera un cortocircuito por culpa del estrés”, comenta la especialista. Estas disfonías son complejas de tratar, ya que ni la logopedia ni la cirugía son soluciones efectivas por sí solas. Aquí el tratamiento debe ser multidisciplinar e incluir apoyo psicológico.
Hábitos que ayudan… y otros que no
En cuanto a los hábitos, hay una serie de recomendaciones claras para mantener una voz sana. Lo primero, evitar forzarla: no gritar, pero tampoco susurrar, ya que ambas acciones suponen un esfuerzo para las cuerdas vocales. Tampoco es recomendable imitar voces o hablar en tonos que no son los naturales. Es esencial, también, descansar la voz cuando sentimos fatiga vocal, algo muy común tras reuniones largas o clases extensas. “Cuando la voz cambia de tono, se vuelve débil o rasposa, es momento de parar, hidratarse y descansar”, indica Álvarez.
La hidratación, de hecho, es uno de los pilares fundamentales para una buena salud vocal. Beber agua a temperatura ambiente a lo largo del día, en pequeños sorbos, ayuda a mantener las cuerdas vocales en buen estado. Por el contrario, hay sustancias que deshidratan, como el café, el alcohol o el té, y deben tomarse con moderación. “Si tomas una taza de café, deberías compensar con el doble de agua”, recomienda.
¿Cuándo acudir al especialista?
Por último, es clave saber cuándo debemos acudir a un especialista. Una disfonía que dure más de dos o tres semanas sin causa aparente –por ejemplo, sin estar asociada a un catarro o infección– debería ser motivo de consulta, especialmente en pacientes fumadores o mayores de 50 años. También deben consultarse síntomas como dolor al hablar, sensación de falta de aire, cambios en la voz o aparición de sangre al toser o al hablar. En algunos casos, estos síntomas pueden ser señales tempranas de patologías más serias, como un cáncer de laringe.




