"Lo usamos al revés": la 'influencer' Ariane Hoyos revela el significado oculto de los emojis

Bilbao

Los emojis, ese lenguaje visual que comenzó como un complemento simpático en las conversaciones digitales, se han convertido en un verdadero jeroglífico emocional. La viralización de la serie Adolescencia, que profundiza en la cultura digital de los más jóvenes, ha puesto sobre la mesa el uso alternativo y a veces críptico de muchos emojis. Así lo cree Ariane Hoyos, creadora de contenidos bizkaina con miles de seguidores en redes sociales, quien daba su visión reveladora en la seción 'De las ondas a la red' en el programa 'Hoy por Hoy Bilbao-Bizkaia'.

“Los emojis ya no significan lo que fueron creados para significar”, afirma sin rodeos Ariane. Y es que en la cultura digital de la Generación Z, los significados originales se han difuminado para dar paso a nuevas interpretaciones cargadas de ironía, sarcasmo o referencias culturales. El ejemplo más claro, según la influencer, es el emoji del pulgar hacia arriba: “Para mis padres significa ‘ok’, para mí es lo más borde que puedes mandar. Es casi como decir: ‘Vale, déjame en paz’”.

Un lenguaje emocional reinventado

En Radio Bilbao, Hoyos reflexiona sobre cómo este lenguaje gráfico ha evolucionado hasta convertirse en una suerte de “código secreto” entre generaciones. “La carita sonriente, por ejemplo, no la uso para mostrar alegría, sino más bien para ser pasivo-agresiva”, explica. El emoji de la calavera, que originalmente simboliza la muerte, es utilizado por su entorno para expresar vergüenza ajena o risa extrema, mientras que las lágrimas, paradójicamente, también denotan carcajadas.

El contraste generacional es evidente. Ariane reconoce que, al comunicarse con sus padres, surgen malentendidos por culpa de estos códigos ocultos. “Mi ama me manda un emoji con una sonrisa, y yo pienso que está enfadada. Luego resulta que simplemente está contenta. Son baches comunicativos de edad”.

Más que símbolos: identidad y estética

Para ella, los emojis funcionan también como una forma de autoexpresión estética, especialmente en plataformas visuales como Instagram. “Ahora que llega la primavera, ves fotos acompañadas de combinaciones supercuquis: la flor de cerezo, una abeja, una carita feliz… No escribes nada, pero transmites todo”, asegura.

En este sentido, los emojis se han convertido en un nuevo tipo de narrativa visual, donde el pie de foto se sustituye por combinaciones que cuentan una historia. “Una olita, un cóctel y una isla: estás en la playa, ¿dónde si no?”.

¿Un lenguaje en decadencia?

A pesar de su popularidad, Ariane advierte de una cierta transformación —incluso declive— en el uso de los emojis clásicos. “Ahora se vuelve a los emoticonos con signos de puntuación, como los dos puntos y el paréntesis, o esos que parecen sacados del anime japonés. Son más sofisticados y, para muchos, más auténticos”.

Este regreso a lo retro responde, en parte, al estigma generacional: algunos emojis, como el de la cara llorando de la risa, ya son considerados “de boomer”. En su lugar, las nuevas generaciones buscan nuevas fórmulas, más complejas o personalizables, para reflejar su identidad online.

El futuro de los emojis

Ariane también apunta hacia el futuro del lenguaje emoji. Con el auge de la inteligencia artificial, sugiere la posibilidad de crear emojis personalizados, adaptados a emociones o situaciones específicas. “Una cara sorprendida, pero con un lazo, sería yo saliendo de la peluquería y flipando con el resultado. Eso sí sería un emoji útil”.

Como ocurre ya con los stickers o los avatares personalizados, el salto hacia emojis generados por IA parece una evolución natural. “Sería como tener nuestro propio diccionario emocional digital”, concluye.

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