Historias del apagón: “Llevo más de 24 horas y mi cuerpo está molido”
Un viaje de más de 24 horas entre Madrid y Legazpi, sin trenes, sin información, y con el cuerpo agotado de Selenia Gómez, quien vivió una experiencia de incertidumbre.

El apagón ferroviario deja a cientos de pasajeros varados durante horas; Selenia Montoya relata su viaje de más de 24 horas entre Madrid y Legazpi, sin trenes, sin información y con el cuerpo "molido".
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San Sebastián
El reciente apagón eléctrico que afectó a la red ferroviaria del norte de España ha dejado no solo trenes detenidos, sino también historias humanas marcadas por la incertidumbre, el cansancio y la falta de respuestas, en una situación nunca antes vista.
Una de esas voces es la de Selenia Montoya, una mujer hondureña que vive en Legazpi y que se subió al tren en Madrid a las 9 de la mañana con la ilusión de volver a casa. Todo parecía ir bien, hasta que al llegar a Ventas de Baños, el tren se detuvo y no volvió a moverse. “Quedamos paralizados porque se fue la electricidad. Estuvimos ahí casi todo el día. Hasta las doce de la noche no nos sacaron de ahí en autobuses.”
Selenia describe una situación caótica en la que nadie sabia nada y en la que nadie podía dar explicaciones sobre lo ocurrido de una manera clara y concisa. Lo único que sabía era que no había ni trenes ni autobuses que los llevaran a su destino. Las horas pasaban y la desesperación aumentaba. Finalmente, los subieron en un autocar improvisado que iba dejando personas por distintos puntos: Vitoria, San Sebastián... pero ella no llegaba a Legazpi, su verdadero destino. “Bueno, hasta aquí nos vinieron a dejar, y ahora estoy esperando a un amigo que venga a recogerme.”
Cansada, emocionalmente agotada, Selenia cuenta que lleva más de 24 horas de viaje. Lo dice con resignación, pero también con cierta fortaleza. “Yo estoy molida. Mi cuerpo ya no da más.”
Y aunque el trato general fue de abandono, destaca con gratitud un gesto que marcó la diferencia: la ayuda del alcalde de Ventas de Baños, que se acercó a los pasajeros, les ofreció agua, comida y algo de humanidad en medio del caos. “Nos dio unos pinchos, nos llevó agua... nos trató muy bien. Muy bien.”
Su historia no es la única, pero sí un ejemplo claro de cómo un fallo técnico puede convertirse en una odisea personal. Selenia representa a muchos viajeros que, durante este apagón ferroviario, quedaron a la deriva, obligados a buscarse la vida por su cuenta.
Mientras las autoridades intentan esclarecer lo ocurrido y mejorar los protocolos, estas voces recuerdan que detrás de cada avería hay personas reales, con cuerpos cansados, destinos interrumpidos y familias esperando.




