Perros guía el apoyo que transforma la vida de las personas ciegas

San Sebastián

El papel que desempeñan los perros guía en la vida de las personas con discapacidad visual es mucho más profundo de lo que a menudo se percibe. No se trata solo de asistencia para moverse por la ciudad, sino de un vínculo emocional, de seguridad, autonomía y vida plena. Ignacio González, vecino de Idiazábal (Gipuzkoa), ciego de nacimiento, nos cuenta su experiencia junto a Quota, su perro guía, un labrador negro que se ha convertido en sus ojos y mucho más.

Quota tiene cinco años y hace tres que llegó a la vida de Ignacio. Fue entrenado en la Fundación del Perro Guía de la ONCE, con sede en Madrid. Desde entonces, ambos comparten cada momento del día. "Es extrovertido, muy juguetón, le encanta dar besos, pero sobre todo, es muy responsable y atento. Guía muy bien, es una maravilla", relata Ignacio con orgullo. Como él mismo explica, caminar por la calle con Quota no solo es más rápido, también es más seguro y mucho más estable. “Sientes una libertad que no se puede describir con palabras.”

Antes de Quota, Ignacio tuvo otra perra guía llamada Bianca, una labradora blanca procedente de Estados Unidos, gracias a un convenio internacional de formación de perros guía. Para recogerla, Ignacio viajó a Michigan. "Era muy buena también, súper responsable. Al principio le hablaba en inglés, pero luego ya entendía castellano, euskera... de todo", recuerda entre risas.

El proceso para acceder a un perro guía no es inmediato. Requiere tiempo, formación y recursos. Los perros pasan un primer año con una familia educadora voluntaria que les ayuda a socializar. Después, atraviesan un proceso riguroso de entrenamiento especializado. “No todas las personas ciegas pueden tener uno, hay mucha lista de espera”, señala Ignacio. En su provincia, Guipúzcoa, apenas hay once personas con perro guía. “Conozco a seis o siete. Nos vamos encontrando y siempre es algo especial.”

Quota acompaña a Ignacio a todas partes: transportes públicos, taxis, comercios e incluso lugares donde se manipulan alimentos. Sin embargo, todavía hay obstáculos que superar. “En algunos taxis y restaurantes me ponen problemas. Hay quienes no tienen empatía, te dicen que los perros sueltan pelos… Pero es un derecho reconocido por ley desde 1983. No se trata de un capricho.”

Esta falta de información o sensibilidad, según Ignacio, lleva a tener que explicar constantemente los derechos que les asisten. “No es discutir, es reivindicar lo que nos corresponde. Los perros guía deben poder entrar a cualquier sitio con su usuario. Son animales de trabajo, no mascotas. Aunque en casa sean juguetones, tienen una misión muy concreta.”

Más allá de su utilidad, los perros guía ofrecen una compañía emocional insustituible. Quota, por ejemplo, cuando no está de servicio, se convierte en un miembro más de la familia. "Ahora mismo está tumbado, probablemente buscando a mi mujer para darle besos", comenta entre carcajadas. En su tiempo libre, sigue siendo un perro cariñoso, aunque en cuanto Ignacio se pone el arnés, Quota asume su rol con total profesionalismo.

Lo que muchos no saben es el alto coste que supone preparar a un perro guía. Según Ignacio, cada perro puede suponer un gasto estimado de unos 40.000 euros desde su nacimiento hasta su entrega a la persona ciega. Afortunadamente, gracias a la labor de la ONCE y el apoyo económico que recibe a través de sus populares cupones, los afiliados no tienen que pagar nada por este servicio esencial. “Gracias a la gente que compra el cupón, tenemos acceso a estos perros, que son fundamentales para nuestra autonomía.”

Álvaro Moreno, adiestrador profesional de perros y gatos que también intervino en la conversación, remarcó la importancia de entender que un perro guía está trabajando. “Están correctamente identificados y no se les debe tocar ni distraer cuando están guiando. Todavía hay quien no lo entiende”, lamenta. Álvaro ha trabajado con animales en rodajes y destaca lo diferentes que son los perros y los gatos en este ámbito. “Un perro obedece, entiende instrucciones. Un gato hace lo que quiere. De hecho, cuando he trabajado con gatos en cine, no duermo la noche anterior”, bromea.

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En su experiencia, el vínculo entre el animal y su humano es lo más importante. “Un bastón no te avisa si hay un peligro cerca, pero un perro sí puede transmitir esa sensación. Esa conexión es insustituible.” Y es que el perro guía no solo ve por su compañero, también cuida de él en todos los sentidos.

Además de los perros guía, Álvaro participa en programas de terapia asistida con animales, como en la asociación Atzegi. Allí trabaja con perros como Yanis, una mezcla de caniche y labrador, que ayuda a personas con discapacidad a través de la interacción sensorial y emocional. “Los perros saben perfectamente qué hacer. Se suben encima de cada uno, se dejan acariciar, y después hacemos ejercicios. Es una terapia increíble.”

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