Etxahun Galparsoro, historiador, sobre los 14 alaveses deportados a campos de concentración nazis: "Pensamos que en 1945 terminó todo pero no es así"
La mitad de los alaveses fallecieron tras un "proceso extremo de desgaste y trabajos forzados" en el campo de concentración de Mauthausen

Fotografía parte de la exposición sobre Francesc Boix en Donostia para honrar la memoria de Mauthausen, coincidiendo con el 80 aniversario de la liberación del campo de concentración.

Vitoria-Gasteiz
En este 2025 se cumplen 80 años de la liberación de los campos de concentración nazis, en los que más de 250 vascos estuvieron presos. En total, fueron 14 los alaveses deportados, de los que seis lograron salir con vida, aunque no todo terminó en 1945. Las secuelas, nos cuenta el historiador Etxahun Galparsoro, "fueron terribles".
Cinco de los supervivientes pertenecen a la segunda fase en la que se dividen las deportaciones (1942 - 1945), momento en que los nazis, debido a la Batalla de Stalingrado, "ven que pueden perder la guerra y deciden sacar provecho económico de los prisioneros", detalla Galparsoro. "Si antes derrochaban la fuerza de trabajo, ahora deciden aprovecharla, lo que alarga las posibilidades de supervivencia". Por el contrario, los deportados en la primera fase (1940 - 1942), los asesinaban "mediante un proceso extremo de desgaste".
No obstante, ser liberados no significó que fueran a retomar la vida que dejaron en España. "Normalmente, solemos pensar que en 1945 se acabó todo, los liberaron y ya está. Pero ahí empezó una época muy dura para los presos", aclara el historiador. Los supervivientes no podían regresar a casa porque en España estaba Franco; además, la mayoría no tenía ningún familiar ni amigo en Francia, no conocían el país ni tenían nociones de francés, ni contaban con un empleo al que reengancharse. Y lo que más les marcó, que muchos estaban enfermos.
"Eran enfermedades crónicas que les acompañarían el resto de sus vidas. Más de uno murió en los días, semanas y años inmediatamente posteriores a la liberación", explica Galparsoro. Una secuela que, en muchos casos, dejaron incapacidades totales, lo que limitó la posibilidad de conseguir un trabajo, y que "llevó a muchos a condiciones de mendicidad".
Es en este exilio posterior a los campos de concentración en el que Etxahun Galparsoro quiere poner el foco en este 80 aniversario. "Otro tema que se nos olvida muy a menudo es el de las familias, que han tenido que soportar la angustia de no saber nada de sus seres queridos y tener que andar preguntando, solicitando ayuda que no recibían...". Unas familias que, además, están falleciendo sin obtener ningún reconocimiento institucional.
¿Cuál es la historia de los 14 alaveses deportados?
"Pensamos que nuestra historia no guarda relación con Europa, pensamos que estos temas son de Alemania y que no incumben a Euskadi, pero no es así", sentencia Etxahun Galparsoro. Y es que, de hecho, aunque en 2020 se identificó a la mayoría de los deportados vascos a campos de concentración nazis, siguen saliendo nombres: en estos últimos cinco años, Galparsoro ha incorporado otros dos nombres alaveses más como parte de su tesis doctoral.
Sus nombres eran Ramón Cosme Vaquero (Vitoria-Gasteiz, 1900), José López Angulo (Ancedo, Lantaron, 1906), Segundo Viana Arróniz (Kanpezu, 1898) Manuel Ruiz Amestoy (Laguardia, 1902), Félix Villamor Ramírez (Labastida, 1917), Atanasio Gutiérrez Prieto (Madrid, 1907, vecino de Vitoria-Gasteiz), Félix Arechavaleta (Vitoria-Gasteiz, 1884), Fausto Lacuesta Isasmendi (Labastida, 1915), Félix Ponti Pérez (Vitoria-Gasteiz, 1899), Antonio Retes de Llanteno Respaldiza (Vitoria-Gasteiz, 1911), Ambrosio San Vicente Arrieta (Vitoria-Gasteiz, 1902), Julián Pascual Guerra (Oion, 1919) y los recién incorporados a la lista Sandalio Cubas González (Donostia, 1917, vecino de Vitoria-Gasteiz) y Pedro Santiago Díaz de Mendaza (Kanpezu).
Sus perfiles, cuenta el historiador, son variados. Se encuentran desde perfiles profesionales altos, como Félix Ponti, por ejemplo, que era banquero y Ambrosio San Vicente, que era constructor de alto perfil profesional; pero también había peones, como Antonio Retes de Llanteno, que era un obrero.
"El exilio está en el origen de la deportación de todos ellos", explica Galparsoro. En Bizkaia y Gipuzkoa hubo cerca de 100.000 exiliados. Entre ellos había "no un gran número de alaveses", porque la rebelión triunfó de inmediato. Todos estos exiliados huyeron por mar desde la cornisa cantábrica hasta la costa francesa y, desde ahí, las autoridades les obligaron a ir a Cataluña, donde combatieron hasta 1939. Cuando cae Cataluña, se exilian definitivamente en Francia.
Una vez allí, los introducen a campos de internamiento para refugiados. "Sandalio Cubas, Manuel Ruiz o Félix Villamor, por ejemplo, los internaron en el campo de Gurs", relata el historiador. En 1939, la llegada de la II Guerra Mundial los sorprende en Francia, que "incorporó a los hombres que quedaban en los campos de internamiento, voluntariamente o por la fuerza, en el ejército".
En esta primera fase de deportados (1940 - 1942), en la que 7 alaveses fueron capturados, y la razón por la que los trasladaron a campos de concentración alemanes como presos de guerra fue su participación en el ejército francés. "Se les consideraban enemigos peligrosos, tanto por su antagonismo ideológico como por su experiencia militar en la Guerra Civil española y por haber combatido contra los nazis en Francia", detalla el historiador. Con esas tres premisas, "el nazismo los deportó a Mauthausen, adonde llevaban a los deportados más incorregibles".
La primera imagen que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en los campos de concentración son las cámaras de gas, pero estas no entraron en funcionamiento en 1942. "Los primeros alaveses entraron en Mauthausen en 1940, año y medio antes. No los asesinaban por medio de las cámaras, sino mediante un proceso extremo de desgaste en el que se combinaban diversos factores", relata Galparsoro: desde desnutrición programada hasta trabajos forzados agotadores que podrían haberse hecho con maquinaria, indumentaria inadecuada para el frío o un hacinamiento que causaba enfermedades.
"Era un programa bien diseñado que iba eliminando a los presos", comenta Etxahun Galparsoro. De hecho, añade, los presos tardaban 9 meses de media en morir. En esta primera fase, del total de vascos deportados, falleció más del 70%. Por el contrario, en la segunda fase (1942 - 1945), la tasa de supervivencia se invierte.
"El abanico de casuísticas de la deportación se abre enormemente a partir de 1942", explica el historiador. A muchos los apresan por participar en la resistencia, por ejemplo: en el caso de Félix Arechavaleta, se incorporó a la resistencia comunista y lo capturan por ello; a Ambrosio San Vicente lo capturaron siendo miembro de la Red Comète; Pedro Díaz de Mendaza estaba en un grupo de trabajo forzado de la Francia colaboracionista y lo deportaron cuando trataba desertar y le encontraron propaganda antinazi...
Pero no solo por ser miembros de grupos de la resistencia se apresó a los alaveses. A Félix Lacuesta y Julián Pascual, por ejemplo, los apresaron mientras trataban de huir a España. Y en el caso de Félix Ponti, fue un simple rehén: "Él se encontraba en un bar de Burdeos, donde se reunían los exiliados vascos, apareció la Gestapo y se los llevó a todos Y Félix no tenía nada que ver con la resistencia, por ejemplo".




