Gipuzkoa impulsa un nuevo modelo forestal sostenible ante críticas ecologistas y desafíos climáticos
La Diputación Foral refuerza su apuesta por la gestión sostenible de los bosques mientras asociaciones ecologistas denuncian la priorización de la rentabilidad económica sobre la conservación de la biodiversidad.


San Sebastián
Gipuzkoa se encuentra inmersa en la revisión de su modelo de gestión forestal, en un contexto marcado por crecientes desafíos ambientales y la presión de asociaciones ecologistas que exigen un cambio de rumbo. La Diputación Foral ha presentado las principales conclusiones tras la ponencia sobre silvicultura y política forestal, destacando la necesidad de enfrentar "retos urgentes" como el cambio climático, la fragmentación de la propiedad y la falta de relevo generacional.
Xabier Arruti, diputado de Equilibrio Territorial Verde, ha dibujado una radiografía clara de la situación: "El 61,6 % de la superficie de Gipuzkoa, unas 122.000 hectáreas, está cubierta por masas forestales que no solo aportan recursos madereros, sino también beneficios medioambientales y sociales". Sin embargo, advierte que el impacto del cambio climático y la proliferación de plagas como la banda marrón están poniendo en peligro la resiliencia de los pinares. "La pérdida de resiliencia de muchas especies y el aumento del riesgo de incendios son consecuencias directas del calentamiento global", subrayó.
El diputado también puso de relieve otros problemas estructurales, como la fragmentación de la propiedad forestal —más del 80 % de las parcelas tienen menos de 10 hectáreas— y la edad avanzada de los propietarios. "Más del 55 % de los propietarios supera los 65 años, y la falta de relevo ha llevado al abandono de aproximadamente el 16 % de la superficie forestal", explicó.
Arruti recalcó que el objetivo es fortalecer las tres funciones clave del bosque: la económica, la medioambiental y la social. "Si tenemos madera aquí para la elaboración de papel o muebles, estamos hablando de madera kilómetro cero; no necesitamos importarla", defendió, al tiempo que insistió en la importancia de mantener los servicios ecosistémicos y la biodiversidad.
La Diputación apuesta por un modelo de gestión sostenible basado en incentivos fiscales, pagos por servicios ecosistémicos y un equilibrio entre coníferas y frondosas. "Tenemos que garantizar que el bosque siga siendo una fuente de riqueza sostenible y un espacio de biodiversidad y bienestar social", concluyó Arruti.
No obstante, las asociaciones ecologistas, como Naturcón, han lanzado duras críticas a esta estrategia. Aitziber Sarubbi, doctora en Biología, denunció: "Se sigue priorizando desde la administración, con dinero público, la rentabilidad material, es decir, la producción de madera. Esto es incomprensible. El monocultivo no ayuda a la protección ni a la recuperación de la biodiversidad, y hoy las plantaciones se gestionan como monocultivos".
Sarubbi advirtió de los riesgos a largo plazo: "Así es más probable que el suelo enferme y desaparezca la biodiversidad. Es imprescindible una política firme y real de conservación, no solo de explotación".
Mientras la Diputación destaca iniciativas como la Fundación Basotik, que ya ha recibido más de 700 solicitudes de colaboración para gestionar terrenos forestales abandonados, el debate entre desarrollo económico y conservación medioambiental sigue más vivo que nunca en Gipuzkoa.
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