“Las raíces me aprietan”: el vínculo de José Mujica con Euskadi, la tierra de sus antepasados
El expresidente de Uruguay, fallecido a los 89 años, se emocionó al recorrer Muxika, Gernika y otros rincones vascos que marcaron su historia familiar y personal

“Las raíces me aprietan”: el vínculo de José Mujica con Euskadi, la tierra de sus antepasados
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
José Mujica, el expresidente de Uruguay que falleció este martes 13 de mayo a los 89 años, no solo fue una figura clave de la política latinoamericana. También fue, de alguna manera, un vasco más. Lo sentía así, lo vivía así. En sus propias palabras, cuando visitó Euskadi: “Las raíces me aprietan”.
Y es que Mujica no olvidó nunca de dónde venía. Sus abuelos emigraron desde Euskadi a América, y él decidió recorrer el camino de vuelta décadas después, en dos visitas oficiales —en 2013 y en 2015— que fueron mucho más que actos institucionales. Fueron viajes del alma.
Visitas con corazón: Muxika, Gernika, Azpeitia
En su última estancia en Euskadi, hace justo una década, Mujica recorrió Muxika, el pueblo que da nombre a su apellido. También se acercó a Gernika, Bermeo, Bilbao y Azpeitia, esta última localidad de Gipuzkoa de donde partió su abuelo en busca de futuro.
Acompañado por el entonces lehendakari Iñigo Urkullu, con quien ya había compartido un emotivo encuentro en Ajuria Enea dos años antes, el expresidente quiso caminar “como un don nadie, como un viejo que camina despacio, sin ruido… buscando el tranco de sus antepasados”. Lo dijo así, con voz pausada y la emoción asomando en cada palabra.
“Cuando envejecemos, nos preguntamos de dónde venimos”
Durante su visita, Mujica reflexionó en voz alta, como solía hacer. Ante la prensa y las autoridades, compartió una de esas frases que nacen desde lo más profundo: “Cuando envejecemos, inevitablemente nos hacemos la pregunta de dónde venimos. Tal vez, inconscientemente, empezamos a pensar a dónde vamos”.
No era un discurso político. Era un gesto humano, un acto de memoria viva, de alguien que no buscaba cámaras ni homenajes, sino simplemente sentir la tierra bajo sus pies, la tierra que un día vio partir a sus antepasados.
Reconocimiento institucional y afecto popular
En sus visitas a Euskadi, Mujica fue recibido por las principales instituciones vascas. Fue homenajeado en la Casa de Juntas de Gernika y aclamado en los lugares que recorrió. Pero más allá de los protocolos, lo que quedó fue el cariño mutuo entre un líder humilde y un pueblo que reconocía en él valores propios: compromiso, esfuerzo, respeto a las raíces.
Su figura, tan cercana como contundente, ha dejado huella en Euskadi. “Me propongo volver con más tiempo, cuando deje esta changuita de presidente”, decía entre sonrisas. Quería regresar, simplemente para mirar, pensar y caminar. Y aunque ya no podrá hacerlo, su paso por estas tierras queda grabado en la memoria colectiva.
Un legado que trasciende fronteras
La muerte de José Mujica ha sido recibida con pesar tanto en Uruguay como en numerosas partes del mundo, incluido Euskadi. Aquí, donde dejó palabras sencillas y gestos profundos, su recuerdo quedará vinculado a esa emoción que solo provoca el reencuentro con los orígenes.
Porque a veces, volver a casa no es volver al lugar donde naciste, sino al sitio que te explica. Para José Mujica, ese sitio fue Euskadi.




