El hogar, un lugar inseguro: Ikusgune alerta de que la LGTBIfobia persiste en el entorno familiar y educativo

Vitoria-Gasteiz

El entorno familiar, tradicionalmente percibido como espacio seguro, sigue siendo uno de los principales focos de agresión y exclusión para muchas personas del colectivo LGTBI. Así lo denuncia el informe anual de Ikusgune, el Observatorio contra la LGTBIfobia de Vitoria-Gasteiz, que ha registrado 24 incidencias durante el último año, entre ellas casos tan graves como el de dos chicas lesbianas forzadas a abandonar su hogar y su ciudad por el rechazo familiar.

"Cada uno de estos 24 casos representa a una persona que ha sufrido violencia, discriminación o exclusión. No son cifras, sino que son vidas marcadas", indicó Martínez de Heredita, representante de Ikusgune, que hacía también hincapié en que realmente "han registrado 33 casos, lo que marca la misma tendencia que ya analizamos el año 2023 cuando se contabilizaron entorno a 28 casos".

Entre los incidentes recogidos destacan insultos como "puta", "malfollada" o "lesbiana de mierda" dirigidos a mujeres en el espacio público, pintadas homófobas como "No a los gays" en colegios, carteles frente a la sede de Ikusgune el 8M con mensajes de odio, agresiones físicas, y episodios de racismo interseccionado con LGTBIfobia, como el grito de “Váyase a su país, maricón negro” dirigido a una víctima.

Uno de los datos más alarmantes es que cinco de los casos afectan a personas migrantes. "Las personas trans y racializadas están expuestas a múltiples violencias, incluida la exclusión laboral y habitacional", advirtió Martínez de Heredita. "No es que tengan difícil acceder al empleo, sino que directamente están fuera del sistema".

La familia, lejos de ser un refugio

El informe refleja también que el entorno familiar sigue sin ser un lugar seguro para las personas del colectivo LGTBI, ya que en muchos casos actúa como un agente más de violencia. "Nos han enseñado a ver la familia como un espacio seguro, pero muchas veces es el primer lugar donde se ejerce el rechazo", explican Martínez de Heredita. La expulsión del hogar sigue siendo una realidad, sobre todo para jóvenes LGTBI que no se ajustan a los cánones normativos de género u orientación.

En este sentido, la organización reclama una mayor implicación institucional para prevenir y reparar estas situaciones, así como recursos específicos para atender a personas en riesgo de exclusión.

El entorno educativo tampoco es seguro

Otro de los focos del informe ha sido el sistema educativo, donde siguen sin abordarse con profundidad las realidades del alumnado LGTBI. En colaboración con el psicólogo social Cristian Carrer, Ikusgune ha analizado el fenómeno del acoso escolar motivado por orientación, identidad o expresión de género.

"Existe una invisibilidad estructural", señala Carrer. "Muchos niños y adolescentes no denuncian por miedo, por vergüenza o porque ya han asumido que su identidad les convierte en objetivo". Su estudio propone un enfoque integral, que debe pasar por la prevención, detección e intervención, siempre contando con la participación del propio alumnado.

"El teléfono de Ikusgune no deja de sonar. Profesores, orientadores, familias... todos piden ayuda, lo que también es una señal de avance", afirma Heredita, a la vez de "una llamada de atención a que se debe poner el foco en el ámbito educativo y crear protocolos comunes de actuación".

Discursos de odio en aumento

El informe también alerta sobre el auge de los discursos de odio, especialmente entre la juventud. "Estamos viendo una regresión preocupante", advierte Carrer. "Hay adolescentes que ya reproducen mensajes anti-LGTBI y antifeministas difundidos por la extrema derecha". Este fenómeno se vincula con una crisis de masculinidad y el auge de una masculinidad tóxica que considera amenazada su posición tradicional.

En este contexto, la homofobia sigue siendo la forma de violencia más frecuente, con 11 de los 24 casos, seguida muy de cerca por la transfobia. "Las agresiones no van solo dirigidas a individuos, sino que atacan a todo el colectivo", insiste Martínez de Heredita. Además, la deshumanización y ridiculización del colectivo es un paso previo a su exclusión social.

"Los derechos se pueden perder", advierte Martínez de Heredita. "Es el momento de reforzarlos, con leyes, con educación, con recursos, pero sobre todo, con compromiso social".