Maite, madre de dos niñas víctimas de abuso: "Los moteros de B.A.C.A nos han cambiado la vida"

Bilbao

Maite, nombre ficticio, está profundamente agradecida al grupo de moteros que le han ayudado durante los últimos años. "B.A.C.A nos ha cambiado la vida", ha explicado en A vivir que son dos días Euskadi. Hace dos años que juzgaron su caso: abusos sexuales hacia sus dos niñas.

Las sospechas empezaron con su hija mayor. Cada vez que salía el nombre del amigo de su padre ella cortaba la conversación. "No quería oír hablar de él". Más tarde, Maite descubrió en móvil de su hija menor dos número diferentes de ese amigo. Cuando miró los mensajes descubrió que ponía: "No me escribas a este móvil que es el de empresa, mejor escríbeme a este otro y, envíame fotitos tuyas, hace tiempo que no me envías". Ahí fue cuando saltaron todas las alarmas.

Descubrí en el móvil de mi hija mensajes en los que le pedía fotos suyas

—  Maite

A través de un conocido se pusieron en contacto con B.A.C.A, una red solidaria internacional de moteros que brindan apoyo a los niños y niñas víctimas de abusos. "Desde el minuto 1 empezaron a ayudarnos", ha explicado Maite. "Venían, estaban con las niñas, nos íbamos al parque o a tomar una Coca-Cola", cuenta.

Se trata de un grupo de hombres y mujeres que de manera altruista ayuda en el empoderamiento de los niños. "Nosotros nunca hablamos de lo que le ha ocurrido a ese niño", explica Elun, el presidente. Ellos acuden con una periodicidad de dos o cuatro semanas y acompañan a los niños en sus ratos de ocio o incluso al juzgado cuando es necesario. Es una medida de apoyo pero también una medida disuasoria para el agresor, si les ve en la calle con el niño.

Chapter en Euskadi

En una primera fase, los moteros acuden cada dos semanas para estar presentes en los momentos más delicados. Siempre están disponibles. Una vez resuelto el caso, les visitan cada mes o cuando lo necesiten. Elun y su equipo residen en Cataluña pero hacen un llamamiento para poder crear un chapter -una delegación- en Euskadi y así poder atender más casos. Para ello, explica, no deben tener antecedentes penales ni sexuales, es necesario que dispongan de moto y deben renovar cada dos años.

Todos los integrantes de B.A.C.A trabajan de manera voluntaria. No tienen ninguna ayuda y, excepto algún donativo que reciben, su única fuente de financiación es su propio dinero. "Lo pagamos todo de nuestros bolsillo", explican. "Yo mismo me fui hace poco a Italia a apoyar a un niño y me lo pagué todo", cuenta Elun. Estos hombres y mujeres, caracterizados por sus melenas, sus chupas negras de cuero y el rugir de sus grandes motos, sostienen que, lejos que atemorizar a los más pequeños, consiguen crear una empatía con ellos, ya que a los niños les gusta todo ese mundo. Preguntado por el número de casos que han atendido, explican que tienen la directriz de no dar cuenta de ese dato por confidencialidad y respeto a los niños, niñas y familias a las que ayudan. Todas las personas interesadas tienen un teléfono a su disposición para poder ponerse en contacto con ellos: el 613807818.