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Emilio Guevara: "En la carrera por la capitalidad, Vitoria fue el globero que adelantó a los favoritos y les comió la tostada"

El exdiputado general de Álava cree que "los nacionalistas están haciendo con el castellano lo mismo que Franco hacía con el euskera"

Emilio Guevara: "En la carrera por la capitalidad, Vitoria fue el globero que adelantó a los favoritos y les comió la tostada"

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Vitoria-Gasteiz

Este 23 de mayo de 2025 se cumplen 45 años de la designación de Vitoria como sede de las instituciones comunes de la Comunidad Autónoma Vasca. Coincidiendo con la efeméride conversamos con el artífice de la "capitalidad" vitoriana: Emilio Guevara. Este abogado vitoriano, de 83 años, fue además ponente del Estatuto de Gernika y el padre de la Ley de Territorios Históricos. Guevara fue el primer diputado general de Álava de la democracia y portavoz del PNV en la primera legislatura del Parlamento vasco. Acabo expulsado de la formación por un artículo crítico con Xabier Arzalluz. Años más tarde, ya a comienzos de este siglo, concurrió como independiente en las listas electorales del Partido Socialista de Euskadi, con el que presentó una propuesta de reforma del Estatuto de Gernika.

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Episodio 2: Emilio Guevara

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PREGUNTA: O lo hicieron ustedes muy bien y no hay nada que renovar o los consensos de la transición son irrepetibles ahora, porque la LTH, el Estatuto de Gernika, no se han podido renovar, actualizar. ¿A qué lo atribuye usted?

EMILIO GUEVARA: Yo creo que, efectivamente, en estos momentos no hay manera de buscar y de encontrar acuerdos. Creo que la Transición, que es algo de lo que mejor se ha hecho en la historia de este país, fue posible porque en aquel momento, más que políticos, éramos ciudadanos. Había una forma de comportarse en política muy diferente a la de ahora.

Mañana se cumplen 45 años de la designación de Vitoria como sede de las instituciones comunes del País Vasco, que no capital, porque, aunque normalmente lo resumamos así, la palabra capital se eludió expresamente en la Ley. ¿Cómo acabó Vitoria, que era supongo que la última en la que pensaban para ser capital de Euskadi, siéndolo?

Efectivamente, nadie pensaba que Vitoria podría ser la capital y gracias a eso lo fue. Fue coger un poco por sorpresa, sobre todo a Bilbao y a Bizkaia. Recuerda un poco a estas cosas que, a veces, se ven en las carreras ciclistas, de que están dos como más favoritos y, de repente, un globero se cuela y les come la tostada. Como, además, el globero tenía una buena bicicleta, porque teníamos el geriátrico, Ajuria Enea, etc; había argumentos como la posición geográfica equidistante de las otras dos; también bien comunicada con otros territorios...

Pero, para que eso ocurriera tuvo que haber alguien que lo tenía en la cabeza, que era usted me temo, y plantearlo. ¿Cómo fue?

Pues no fue nada especial. Me presenté un día en la oficina que Garaikoetxea ocupaba entonces en la Diputación de Bizkaia. Entonces yo me llevaba bastante bien con é o él conmigo. Entonces le propuse que podía ser bueno para equilibrar que fuera Vitoria la sede, o capital, en el fondo es una discusión puramente semántica, de la Comunidad autónoma. Nosotros nos habíamos encontrado al llegar a la Diputación un pedazo de edificio que iba a ser teóricamente para geriátrico, lo cual hubiera supuesto almacenar cientos de ancianos cortados por la carretera de circunvalación en una especie de gueto enorme, que, además, iba a costar una barbaridad de dinero y donde cabían muchos funcionarios si se decidía hacer el gobierno. Teníamos Ajuria Enea, donde había un museo, pero no importante, en una zona muy bonita y que podía ser una buena residencia para el lehendakari. Y luego estaba el Instituto Ramiro de Maeztu, que estaba vacío, ya no funcionaba.

Antes del pleno en el Parlamento, hubo una asamblea nacional del PNV. Lo planteé. En aquel momento los vizcaínos y los guipuzcoanos se quedaron un poco asombrados, pero, como no tenían nada preparado y no tenían tampoco posibilidad en ese momento de hacer una contraoferta razonable. Por otra parte, había argumentos de tipo político para amarrar el Estatuto y su aprobación, amarrar a Álava a la Comunidad autónoma y equilibrar el peso interno dentro...Entre una cosa y otra se llegó a esa solución de no llamar capital. Hay que recordar que en la Transición se hicieron muchos camelos de esos, en casi todas las leyes se metía alguna alguna morcilla, como la nacionalidad en la Constitución, pero, gracias a esos camelos se llegó a acuerdos y la cosa más o menos funcionó. Es otra de las cosas que se deberían aprender: que, a veces, en política hay que tener un poco de imaginación y utilizar una cierta dosis de camelo. No de mentira, como ahora, pero a veces el eufemismo es una buena solución.

¿Qué miedos tenían? Creo que querían dejar la capitalidad para Pamplona por si acaso algún día se incorporaba Navarra a la CAV y también estaba el temor a que Vitoria se fuera de la Comunidad.

Yo creo que un poco las dos cosas. Primero, hay que entender que la propuesta nace del PNV y entonces la fijación con Navarra estaba ahí. Por otra parte, estaba el recuerdo de lo que pasó en la República cuando Álava votó en contra del Estatuto de Estella. Ahora no nos acordamos, pero en los años 1979-1980 había un cierto sentimiento en Álava de que no era bueno unirnos a la Comunidad Autónoma Vasca.

Y el vitorianismo, tan receloso, tan anti-todo lo que suponga novedad, ¿cómo acogió la idea?

Creo que también les cogió un poco de improviso, pero que realmente se daban cuenta que era una cosa buena. Entonces la batalla no era esa; la batalla era si entrábamos en la Comunidad autónoma, sí o no, estuviera donde estuviera la capital. Creo que también fue un poco a la alavesa.

¿Qué es eso de "a la alavesa"?

Pues que no estaban muy a gusto, pero tampoco en contra. Ya sabes que en Álava tenemos una especie de complejo o de miedo a definirnos, a plantear las cosas. Es un territorio donde hay dos clubs náuticos y no hay mar. Yo creo que fuimos los inventores del Eroski, del dos por uno. El alavesismo se manifestó más tarde, cuando salió Unidad Alavesa, pero en aquel momento me consta que dentro de UCD hubo sus más y sus menos y se plantearon no entrar en Euskadi. No era lo mismo la posición de Chus Viana, que yo creo que no tenía reservas, que la de Pedro Morales, por ejemplo.

Para integrar a Álava ya estuvo, ya está, la Ley de Territorios Históricos, que es la que establece las relaciones entre los tres territorios vascos y las instituciones comunes. Viéndola con ojos de hoy, ¿usted cree que ha conseguido un país cohesionado o tres reinos de taifas? Yo me acuerdo mucho de la LTH estos días en los que estamos viendo las eternas pugnas entre territorios, ahora con la conexión de la alta velocidad con Navarra, siempre mirándose de reojo.

Yo no estoy muy de acuerdo con eso. Lo que ocurre con el País Vasco es que de siempre, tradicionalmente ha sido un país de tipo confederal. Las diputaciones forales y el esquema de funcionamiento que ha existido durante muchísimo tiempo no tienen nada que ver con el que existía en Castilla o en otros sitios. Entonces, tú tienes que hacer una ley que valga para el sitio donde se va a aplicar. Si en Euskadi pretendías hacer una comunidad como la valenciana o como la andaluza, es cuando más habría fracasado. El otro tema, a mí no me parece mal que la gente peleé y que haya peleas por llevarse el asco a su sardina. Es bueno que haya competencia. Yo sigo creyendo que el País Vasco es confederal y es en lo único, además, en que estoy de acuerdo con Sabino Arana, porque todas las demás cosas que decía me parecen una barbaridad. Lo único en que estoy de acuerdo es cuando decía aquello de una Bizkaia libre en una Euskadi libre. yo creo que Álava tiene que tener su propio régimen de autonomía dentro de la Comunidad autónoma, y Bizkaia y Gipuzkoa y así se planteó en el Estatuto. Cuando a mí me encargaron, en el PNV redactar un proyecto de Estatuto, yo siempre partí de la base de una tesis confederal, en el sentido de que tenía que haber el mismo número de parlamentarios de Álava que de Bizkaia, con independencia de la población distinta de cada territorio. Ese es el rasgo auténticamente confederal de la Comunidad.

Del Estatuto, ¿qué fue lo que más costó? ¿En qué se centraron las discusiones en aquella época?

Habría que distinguir entre lo que se discutió internamente y lo que se discutió en Madrid, lo que discutimos con UCD.

Aquí, internamente, hubo discusión en este tema de mantener el régimen y la autonomía de los territorios, del número igual de parlamentarios. También hubo una discusión, un momento fuerte con Solchaga sobre el contenido del Concierto económico, que él quería convertir en una especie de delegación recaudadora del Estado a las diputaciones.

En el ámbito con Madrid, hubo una competencia que tardó horrores en salir y no se ha hablado de ella, que fue la de Deportes. La primera vez que nos sacaron a relucir los poderes fácticos fue cuando decíamos que íbamos a tener la competencia exclusiva en materia de Deportes. Nos dijeron que tenían miedo de que si un día salía al campo la selección de Euskadi, el capitán general de la zona armara la de Dios. Y luego, donde yo creo que está el germen de muchos de los problemas que en estos momentos existen en España, fue en la competencia exclusiva en Educación. Decían que, aparte de crear un precedente, que es una cosa que nos pasaba siempre, tenían miedo a que si se transfería Educación en la forma que pretendíamos nosotros, pudiera plantearse una situación en la cual, los no-euskaldunes o los no-nacionalistas estarían en una situación de inferioridad y de falta de derechos evidente. Fue la última competencia que se cerró. Y luego también hubo mucha discusión simbólica sobre la alusión que hay en el Estatuto a la posibilidad de que en Navarra haya un referéndum para la incorporación a la Comunidad autónoma. Visto con perspectiva, con las posibilidades de que eso pase ahora, suena un poco a broma, pero en aquel momento tuvo mucha importancia.

Me lo ha puesto en bandeja para venirnos al día de hoy y ver qué hubiera hecho de otra manera o qué no salió como esperaban. Hablaba de Educación. Le leí en una entrevista en 'El Correo' contando que se había ido a Logroño a vivir, entre otras cosas, por el euskera.

Bueno, yo no personalmente, pero sí familiarmente, porque es muy difícil encontrar una plaza en Vitoria en estos momentos para poder estudiar en castellano. Y mi hija y mi yerno, ante los problemas que tenía una de mis nietas para avanzar estudiando en euskera, decidieron venirse a vivir a Logroño, manteniendo su trabajo en Vitoria. Entonces, mi mujer y yo dijimos: vamos allá. Mira, hay una cosa que yo no sé si mucha gente sabe o se acuerda. La primera institución pública española, por supuesto vasca, que fundó, creó o organizó una ikastola en vida de Franco, fue Álava. Siendo presidente de la Diputación Manuel Lajarreta, se creó el servicio de euskera y la famosa ikastola de Durana porque se pensaba en aquel momento que había gente que tenía derecho a educar a sus hijos en euskera. Hemos llegado a una situación en la que, como están haciendo con el castellano lo mismo que Franco hacía con el euskera, a veces pienso que la Diputación Foral de Álava, si fuera coherente, tendría que organizar un colegio o una escuela para poder estudiar en castellano o crear o ayudar a que se creen aulas con esa enseñanza. Al final, los idiomas son un simple instrumento para comunicarse, para cambiar ideas, para perfeccionarnos como personas. Son sólo un instrumento, no son una especie de ente titular de derechos o una especie de reliquia sagrada que haya que preservar. Y lo que no puede ser es la barbaridad de que, siendo la lengua materna de los alaveses, incluso de los vascos, abrumadoramente mayoritaria castellana, hasta el punto de que yo considero al castellano como una lengua propia también del País Vasco, no se tenga el derecho a elegir en cuál quieren educar a sus hijos. Eso lleva a otro tema, que es el de la selección de los funcionarios y de cubrir los cargos públicos, etc. Lo que se está haciendo en estos momentos con el euskera, y no es un ataque al euskera porque, repito, no se puede atacar a unas tenazas o a un martillo, o sea, a un instrumento, es una barbaridad. Yo no me creo ya lo del nacionalismo inclusivo, integrador, amable, etc., hasta que esto no se arregle y que el que viene de Ecuador, de Toledo, o el alavés que ha nacido en una familia castellanoparlante, pueda elegir cómo se educa él o cómo educa a sus hijos.

¿Qué otros retos, qué otras cosas no salieron como ustedes pensaban o como Emilio Guevara pensaba?

Bueno, yo personalmente no pensaba que al final se iba a crear una administración vasca con las mismas características y defectos que la administración española. Yo creía, y era uno de los motivos por los que defendía la descentralización, que eso iba a permitir también tener nuestra propia función pública con esos criterios de descentralización. Al final, no. Yo me acuerdo cuando iban al geriátrico a tomar posesión muchos consejeros, lo primero que discutían y miraban era el tamaño de los despachos y cómo estaban preparados y acondicionados y adornados y decorados. Hemos creado una especie de monstruo. Tuve que ir a Juntas Generales de Álava y me encontré con no sé cuántos grupos junteros con sus asesores, sus gabinetes de comunicación...para las cuatro competencias que tienen. Luego así se tienen que inventar debates para discutir sobre la recolección de la remolacha en Afganistán. Yo tenía solo un secretario y un ayudante de secretario. No nombramos, y de eso estoy orgulloso, ni un solo asesor. Íbamos estudiados de casa. Al hacer esto los políticos de ahora están reconociendo que son unos incompetentes y unos vagos de tamaño natural.

Para terminar, si ahora tuviéramos tiempo y ganas de repensar la Euskadi actual, ¿en qué prioridades deberíamos enfocarnos?

Yo creo que Euskadi creo que es mucho más de lo que era entonces. Pero hay algunas cosas muy preocupantes en la sociedad vasca: el invierno demográfico; el absentismo laboral; los planteamientos sindicales que me parecen desorbitados; una cierta autocomplacencia sin darnos cuenta de que vienen retos muy importantes. Yo creo que deberíamos dejar de hablar del derecho a decidir y de autodeterminación y de embelecos, porque no son más que embelecos, y nos deberíamos poner a trabajar un poco más. Estamos en el país de los derechos para todo y de las obligaciones para nada.

Eva Domaika

Eva Domaika

Jefa de informativos en Cadena SER Vitoria. Presenta el informativo diario ‘La ventana Euskadi’. Si...

 

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