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El consumo de alcohol, en descenso: los jóvenes vascos buscan ocio sin resaca

Diversos estudios concluyen que las nuevas generaciones consumen menos alcohol, sin embargo, los profesionales en adicciones destacan que hay mucho trabajo por hacer

Bilbao

Durante años, el alcohol ha sido casi un peaje obligatorio para cualquier adolescente que quisiera salir de fiesta. Pero esa realidad está cambiando. Según los datos más recientes del Observatorio Vasco de Adicciones, el consumo excesivo o de riesgo de alcohol entre menores ha caído del 39% al 20% en los últimos trece años. Por su parte, la Encuesta ESTUDES 2023 del Ministerio de Sanidad revela que solo el 55% de los adolescentes vascos de entre 14 y 18 años ha consumido alcohol en el último año, una de las cifras más bajas desde que se tiene registro. El consumo se reduce, las formas de ocio se transforman y los jóvenes comienzan a cuestionar la centralidad del alcohol en sus relaciones sociales.

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Ocio sin resaca | SÍ SOY | 4X10

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Kamanga Studio es el escenario donde cuatro jóvenes debaten sobre todo ello. "Ya no necesitamos beber para divertirse, socializar o definirnos como adultos", coinciden en el videopodcast Sí soy. Nerea Fernández explica cómo ha cambiado su relación con el alcohol en los últimos años: “Mucho menos que cuando era más chavalilla, la verdad. Si es verdad que me gusta salir con mis amigos a una terraza y tomarme una cerveza, un kalimotxo, pero no me supone nada si no bebo alcohol”. Para ella, el alcohol ha pasado de ser una norma a una opción puntual: “Antes igual era salgo de fiesta y bebo, pero ahora lo tengo como algo más social, de pasar el rato y me marcho a casa”.

Lucía Larrañaga, de 24 años y natural de Zalla, nunca ha bebido. “Mi relación con el alcohol es inexistente y siempre lo ha sido. Soy la que va a la discoteca y siempre he pedido mi zumo de piña. Incluso a veces que lo he intentado… mi cubata se queda igual toda la noche desde las 12 hasta las 4. No hay forma”, explica esta abstemia. Su decisión, firme y libre de presión, ha sido muchas veces incomprendida: “Incluso me han llegado a decir: ‘Pero es imposible que no te guste el alcohol’. Y yo, ‘No me gusta el alcohol’. Siempre les pongo un ejemplo: está muy normalizado que no te gusten otras cosas, ¿por qué no me puede no gustar el alcohol?”.

La presión social, según ella, sigue presente: “Te sientes incómoda en ciertos lugares. Todo el mundo pide su cerveza y tú vas a pedir tu botellín de agua o tu zumo. Incluso la camarera te mira como diciendo: ‘¿Pero zumo de piña con qué?’ Y yo, ‘Zumo de piña solo’”.

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Nuevas iniciativas de ocio

Lucía Ávila, por su parte, ha hecho de su cambio de hábitos un proyecto de vida. Tras años fuera, regresó a Bilbao con una idea clara: ofrecer planes de ocio alejados de los bares. “He montado un proyecto de una comunidad de planes fuera de los bares para conocer a gente haciendo deporte, construyendo hábitos saludables, creatividad, cultura... un poco más allá de los bares”, revela en Radio Bilbao. Para ella, fue una evolución personal: “Si yo mañana por la mañana quiero ir al monte a ver el amanecer, hoy no me puedo tomar tres kalimotxos”.

Aitor Tejo, profesor universitario afincado en Bilbao, también ha reducido su consumo: “Mi relación con el alcohol ha disminuido drásticamente por los cambios sociales. Ahora cuando voy a Vitoria con mi cuadrilla solemos ir más al tardeo y luego para casa. A día de hoy prácticamente ya no bebo, menos en eventos especiales, como bodas”. Aitor participa en actividades como las que organiza Lucía Ávila y celebra que existan nuevas formas de conocer gente más allá del bar.

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Visión de los expertos

En este contexto, la responsable del área de adolescentes en la Fundación Gizakia, Maider Landeta, confirma que, a pesar de la tendencia de los macroestudios, el alcohol sigue presente en los planes de ocio juveniles, aunque de forma más consciente. “Está absolutamente normalizado. Igual desde ahí la preocupación y la conciencia de problema es menor, pero nosotros sí vemos mucho consumo de alcohol”, afirma en la SER.

Landeta explica que su fundación trabaja con adolescentes de entre 12 y 21 años, y que el consumo suele aparecer en contextos sociales. “Es un consumo muy social, de estar con los amigos, de empezar a salir solos. Y a veces, cuando hablamos de otras sustancias, tiene que ver con la evasión de los propios problemas, con dificultades emocionales que cuesta gestionar”.

A preguntas de la mesa, Landeta subraya cómo influye el peso cultural de la 'cuadrilla' en Euskadi: “Tiene un impacto grandísimo. Esta parte cultural de la cuadrilla es muy de aquí. Son grupos muy cerrados. Gente nueva percibe dificultad para integrarse. Incluso dentro del grupo, estar dentro exige hacer lo mismo que los demás. Es muy difícil ser diferente o hacer cosas diferentes”.

La mesa de 'Sí soy' a la que se incorporó por videollamada Maider Landeta de la Fundación Gizakia.

La mesa de 'Sí soy' a la que se incorporó por videollamada Maider Landeta de la Fundación Gizakia.

La mesa de 'Sí soy' a la que se incorporó por videollamada Maider Landeta de la Fundación Gizakia.

La mesa de 'Sí soy' a la que se incorporó por videollamada Maider Landeta de la Fundación Gizakia.

Problemas en la socialización

También vincula el consumo de alcohol con los problemas actuales de socialización: “El alcohol aparece a edades supertempranas, 13 o 14 años. Y está mediatizando cómo nos relacionamos. Habría que pensar si somos capaces de mostrarnos vulnerables ante otros sin haber consumido nada. A veces los chavales nos dicen que solo consiguen conectar de verdad con los demás cuando están fumados o borrachos”.

A pesar del panorama, Landeta se muestra esperanzada: “Creo que hay esperanza. Las generaciones jóvenes tienen mucha más conciencia de salud mental y de bienestar emocional que las anteriores. Aunque todavía hace falta mucho trabajo. Estamos muy en lo cognitivo y nos cuesta conectar con la parte emocional”.

Además, hace un llamado a reforzar la inversión pública en prevención y atención: “Hace falta una mayor inversión en todo el continuo. Sensibilización, prevención, atención… Nos encontramos con mucha lista de espera porque los recursos están saturados. Afortunadamente, cada vez vemos más chicos y chicas que vienen por propia voluntad, que quieren hacer un proceso terapéutico”.

Finalmente, lanza un mensaje claro: “El alcohol está normalizado, pero eso no significa que sea bueno para nosotros. Nos afecta física y emocionalmente. Hay que mirar el para qué del consumo. ¿Cómo me está afectando? ¿Qué estoy evitando? Debajo del consumo, muchas veces hay malestar emocional que no estamos gestionando bien”.

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