Euskadi se enfrenta a un futuro con escasez de mano de obra: ni la inmigración será suficiente
Un informe de Laboral Kutxa advierte que en 2036 no habrá suficientes personas para cubrir todos los empleos, incluso si los mayores de 65 siguen trabajando
Entrevista Joseba Madariaga
En un escenario que mezcla alerta y desafío, un reciente informe de Laboral Kutxa lanza un mensaje claro: Euskadi podría quedarse sin manos para trabajar en 2036. Ni siquiera un impulso migratorio notable ni la incorporación de mayores de 65 años al mercado laboral serán suficientes para cubrir todas las vacantes que se generarán.
La advertencia se recoge en el estudio "Empleo y Transición Demográfica en Euskadi: Horizonte 2036", presentado en Bilbao por Joseba Madariaga, director del Departamento de Estudios, entrevistado esta tarde en la Ventana Euskadi, e Ibon Urgoiti, director de Desarrollo de Negocio de Laboral Kutxa. El informe no se limita a proyectar cifras: pone sobre la mesa un dilema estructural de país.
La cuenta atrás ha comenzado
Los números son elocuentes. El análisis parte de las proyecciones más recientes del INE y examina diferentes escenarios de población activa (de 20 a 64 y hasta los 69 años), cruzándolos con tres hipótesis de tasa de empleo: la media 2018-2019, la de 2022-2023 y el objetivo europeo del 78% para 2030.
¿El resultado? En siete de los nueve escenarios proyectados, Euskadi presenta un déficit de trabajadores. Incluso en el caso más optimista —78% de empleo y creación de trabajo al mismo ritmo que la última década— la brecha no se cierra: faltarían entre 20.000 y 170.000 personas para cubrir todos los puestos.
¿Y si trabajamos más años?
La primera palanca de cambio sería extender la vida laboral. Si se logra que más personas trabajen hasta los 69 años, la oferta podría aumentar en 70.000 personas. Un gran paso, pero aún insuficiente.
La segunda vía: la migración. Una diferencia de apenas 5.000 entradas o salidas netas al año puede inclinar la balanza. Pero tampoco resolvería por completo el problema.
La tercera: la productividad. Aumentarla podría compensar parte de la demanda de empleo, aunque el informe no la contempla dentro de sus nueve escenarios. Aun así, deja claro que el cambio debe ser integral.
Más allá de los números: un reto humano
Detrás de cada cifra hay personas. Madariaga pone el foco en el impacto real: “Puede que muchas personas lo pasen mal. El mercado laboral va a cambiar drásticamente y exigirá nuevas competencias que hoy no están suficientemente desarrolladas”.
Algunas áreas ya encienden luces de alerta: construcción, salud y tecnología enfrentan una tormenta perfecta. Faltarán profesionales… y los que haya, posiblemente, no tendrán la formación adecuada.
Además, la transformación digital y energética exigirá largos procesos formativos. Y eso lleva tiempo. Tiempo que, según este informe, se agota.
El futuro se construye ahora
El envejecimiento es un hecho. Entre 2009 y 2023, el grupo de 20 a 34 años cayó un 26,7%, mientras que el de 55 a 64 años subió un 21,3%. Y en 2036, la población mayor de 55 crecerá otro 7,8%.
La respuesta debe ser colectiva. Como subrayó Urgoiti: “Si Euskadi quiere mantener su base industrial y avanzar en sectores de alto valor, debe actuar ya: prolongar la vida laboral, atraer y retener migración y acelerar la recualificación profesional”.