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Así se celebró en 1945 el primer Día del Blusa en Vitoria

Hace ochenta años, se celebró el primer Día del Blusa, evento que ya es una tradición en el calendario fiestero de nuestra ciudad

Cuadrilla “El Chaparrón” de Araia, participante en el primer Día del Blusa / Archivo de Álava

Cuadrilla “El Chaparrón” de Araia, participante en el primer Día del Blusa / Archivo de Álava

Vitoria-Gasteiz

Sobre los antecedentes de la aparición de los blusas en las fiestas vitorianas, nuestro apreciado amigo el cronista José María Sedano, escribió que en el año 1878 en la plaza de toros de Vitoria existente entonces, -que lindaba con la Cuesta del Resbaladero y las actuales calles Postas y La Paz-, “en las corridas de fiestas celebradas en el mes de setiembre, jóvenes vitorianos tocados con boina roja que estaban en los palcos números 8 y 9 bailaban y animaban con sus gestos los festejos taurinos”. Añade que “en el año 1900 hay referencias de que detrás de los landós que conducían a matadores, banderilleros y picadores hasta la plaza de toros, iban jóvenes agitando blusas blancas y pañuelos, portando botas de vino y coreando canciones populares”. Continua diciendo que hacia 1921 jóvenes vitorianos “se vestían la blusa para ir a los toros componiendo una sola cuadrilla y saltando con la Banda Municipal que dirigía don José Eskoriatza”, y finaliza facilitando el dato de que en 1922, “la blusa sigue proliferando entre la juventud gasteiztarra. Los populares vitorianos Lino Latierro y José María Urrutia --comerciantes bien acreditados de la plaza— así como Vicente Murguia, el del bar de la calle de San Prudencio, se las apañan para hacer acopio de la prenda blusística y prestarlas a unos cuantos mutiles”.

Por su parte Ángel Eguileta “Un aldeano”, escribía el 5 de agosto de 1917, que para acudir a la corrida de toros de fiestas “desde las tres empieza el movimiento de coches y autos, mientras “los blusas blancas”, que también los hay aquí, aunque no tan típicos como los pamplonicas, hacen provisiones de cazuelas y botas en “farmacias” y bebederos”.

Emplazamiento antigua plaza de toros (1851-1879) / Biblioteca Virtual de Defensa

Emplazamiento antigua plaza de toros (1851-1879) / Biblioteca Virtual de Defensa

Emplazamiento antigua plaza de toros (1851-1879) / Biblioteca Virtual de Defensa

Emplazamiento antigua plaza de toros (1851-1879) / Biblioteca Virtual de Defensa

Sedano y otros autores, que sobre esto han escrito, señalan que la primera cuadrilla de blusas surgió en las fiestas de La Blanca de 1925 con el nombre de “El Himeneo”, que se unía en la calle Dato a la comitiva oficial y formaba parte del desfile hasta la plaza de toros. La cuadrilla estaba formada por un grupo de jóvenes, que jugaban al fútbol en el equipo del mismo nombre, que intervenía en torneos locales, entre otros en uno organizado por el Deportivo Alavés en 1925, en el que El Himeneo perdió contra El Glorioso, por 3-0.

Con el paso de los años el número de cuadrillas y blusas fue en aumento hasta nuestros días.

El primer día del blusa

Por vez primera los blusas vitorianos celebraron su fiesta, el domingo 22 de julio de 1945. El principal impulsor para la celebración del “Día del Blusa”, fue Benicio Bujanda Fuertes, personaje muy popular, que en su bar de la calle Independencia, organizó las reuniones para que el festejo llegara a buen puerto, haciendo especial énfasis en la becerrada a celebrar, pues era una gran aficionado a los toros. Araceli, hija de Benicio, se casó con Primitivo Ruiz “Primi”, futbolista del Deportivo Alavés, quienes posteriormente regentaron el bar durante muchos años.

Junto con Benicio, formaron parte de aquel equipo organizativo: Ernesto Castaños, Santos Cortázar, Felipe Cortés, Andrés Latorre, Luis Osés, Teodoro Arranz, Ángel Hernández, Juan José Murguialdai y Benedicto Larrimbe.

El festejo de los blusas se llevó a efecto en la fecha apuntada y la animación en las calles estuvo a la altura de los días de las fiestas de La Blanca. A las ocho de la mañana, una buena parte de los blusas acudió a la misa celebrada en la parroquia de San Miguel, en sufragio de las almas de todos los alaveses fallecidos durante el año. Seguidamente se depositaron ramos de flores en la hornacina de la Virgen Blanca, bailándose ante ella un aurresku de honor, con la asistencia de un gran gentío, además de los propios blusas. A las nueve de la mañana, las cuadrillas se concentraron en la Plaza Nueva, donde se encontraba la Banda Municipal de Música y desde allí precedidos de esta recorrieron las calles de la ciudad en alegres dianas, destinadas a despertar a la población con música, y recordarle que era un día de diversión.

Visitaron al alcalde de la ciudad Joaquín Ordoño, quien desde un balcón de su domicilio les saludó y les deseó que pasaran un feliz día. Allí apareció Norberto Mendoza “El Duende”, personaje muy popular por sus crónicas en el diario Pensamiento Alavés, en las que reivindicaba soluciones para problemas que se registraban en la ciudad. Era tan querido, que los blusas lo recibieron con una gran ovación y lo alzaron a hombros.

Se trasladaron después al domicilio de José Lejarreta, en San Antonio 26, quien fuera alcalde de Vitoria entre 1941 y 1944, e impulsor del restablecimiento en 1941 de la participación de los blusas en las fiestas vitorianas, tras su ausencia con motivo de la guerra civil (1936-1939). Por último visitaron al presidente de la Diputación Lorenzo de Cura, de profesión farmacéutico, que tenía su negocio en la calle Diputación.

A las once de la mañana, se jugaron dos partidos de pelota vasca a mano por parejas, en el Frontón Vitoriano de la calle San Prudencio, protagonizados ambos por blusas, en un recinto que registró un lleno absoluto. Ocariz - Areta dejaron en 16 tantos a Santa Cruz – Díaz, y Vicuña - Antolín ganaron por un tanto a Garagalza - Durana.

En el quiosco del parque de La Florida, a las doce y media, el maestro José María González Bastida dirigió a la Banda Municipal, que interpretó un selecto programa dedicado a los blusas, integrado totalmente por partituras de músicos alaveses. Destacó el pasacalle “Ya vienen los blusas”, cuya autoría pertenece al citado director de la banda, pieza que fue estrenada precisamente ese año 1945, permitiendo el director que dirigiera a los músicos el blusa Adolfo Valdecantos.

Otras piezas que se ofrecieron en el concierto fueron: Pasacalle “Celedón” de Mariano San Miguel Urzelai; Fantasía de “El Caserío” de Jesús Guridi; Pasacalle “Los Blusas” (estrenado en 1944) de José Luis García de San Esteban; Cantata popular “La Romería de Olárizu” de Dámaso Villanueva; Pasodoble “Oro Sangriento” de M. Sáez de Quejana; “De Romería” de S. Sáez de Adana; “Intermedio sobre un tema vasco” de Luis Arámburu; sortziko “Álava” de José Fresco Lizundia.

La Banda Municipal el Día del Blusa de 1945 / Archivo de Álava

La Banda Municipal el Día del Blusa de 1945 / Archivo de Álava

La Banda Municipal el Día del Blusa de 1945 / Archivo de Álava

La Banda Municipal el Día del Blusa de 1945 / Archivo de Álava

A la una del mediodía los blusas acudieron a la estación del tren a recibir a los jóvenes de la cuadrilla “El Chaparrón”, que desde Araia se trasladaron por ese medio a la capital alavesa para disfrutar del día, siendo emocionante el recibimiento y el encuentro entre los blusas vitorianos y los de la capital de Asparrena, que eran una treintena.

Casualmente en el mismo tren llegó desde San Sebastián Pedro Sáenz Ozaeta “El Sopo”, vitoriano muy popular y uno de los primeros blusas vitorianos, que vivía en la capital donostiarra, en la que ejercía de limpiabotas en el afamado bar Barandiaran. Hacía colectas entre sus clientes guipuzcoanos, y el dinero recaudado lo entregaba a instituciones benéficas de Vitoria. Los blusas lo recibieron con entusiasmo y cariño, llevándolo a hombros.

“El Sopo” falleció en Donostia en septiembre de 1960 , y la Hoja del Lunes escribió sobre el: “Su muerte priva a su familia ahora, de los recursos económicos con que la atendía con su honrado trabajo. Por ello, la colonia alavesa ha organizado una suscripción en favor de su familia, suscripción a la que no serán ajenos los muchísimos donostiarras que trataron a este hombre, fundamentalmente bueno y caritativo”.

Tras el recibimiento en la estación, los blusas desfilaron por la calle Dato que se encontraba en aquel momento totalmente invadida de público en las aceras, para presenciar el paso de las cuadrillas vitorianas, que precedían a la de Araia, que marchaba con su pancarta y su banda de música. Directamente se dirigieron a la parroquia de San Miguel para depositar unos ramos de flores, que traían los blusas de la capital de Asparrena..

Las cafeterías y bares de la ciudad se encontraban a tope de gente a la hora del aperitivo, entre ellos el histórico bar la Unión de la Plaza Nueva, en el que Pepi Mendizabal Tellería y sus compañeros no daban a basto `para atender a su clientela, como vemos en una imagen tomada ese día de la terraza del local.

Pepi Mendizabal (con delantal) y los clientes en la terraza de La Unión / 1945 / Archivo de Álava

Pepi Mendizabal (con delantal) y los clientes en la terraza de La Unión / 1945 / Archivo de Álava

Pepi Mendizabal (con delantal) y los clientes en la terraza de La Unión / 1945 / Archivo de Álava

Pepi Mendizabal (con delantal) y los clientes en la terraza de La Unión / 1945 / Archivo de Álava

Por la tarde, a las cuatro y media se concentraron en la Plaza Nueva, los blusas, “los matadores” y las chicas que iban a presidir el festejo taurino, que eran: Sera Gurutxaga, Blaqui Pérez, Amparito Castaño. Emilia Casas, Antoñita Gordobil y Tere Villarreal.

Allí comenzó con todos ellos el desfile fiestero, que se dirigió a la plaza de toros donde tendría lugar la becerrada, en alegre y divertido pasacalle donde los blusas danzaron y cantaron por las calles, entre ellas Eduardo Dato, que se encontraba abarrotada de gente para presenciar el paso. Las cuadrillas Iban acompañadas de la música de la Banda Municipal, de otra militar y de la interpretada por los propios blusas, con instrumentos propios que bastantes cuadrillas llevaban: con txistularis, Los Chispas, Los Tromperris, Los Globos y la Peña ? La Velocidad; con acordeonistas, Los Despistaos, Los de la Plaza de la Sartén, Los del Txoko, Los Feos y Los Amigos del Sereno; con músicos propios los de Araia; otros simplemente con bombos o tambores. Hacia solo seis años que la guerra había terminado, las carteras no estaban boyantes y los blusas no disponían de dinero para contratar músicos.

La cuadrilla “Los Globos” con txistularis, el día del Blusa / 1945 / Archivo de Álava

La cuadrilla “Los Globos” con txistularis, el día del Blusa / 1945 / Archivo de Álava

La cuadrilla “Los Globos” con txistularis, el día del Blusa / 1945 / Archivo de Álava

La cuadrilla “Los Globos” con txistularis, el día del Blusa / 1945 / Archivo de Álava

La Becerrada

La becerrada fue un festejo taurino para entretenimiento de los espectadores, protagonizado por los blusas, que trataban de emular a los “maestros” del toreo. El beneficio obtenido se empleaba normalmente para cubrir una parte de de sus gastos en las fiestas.

En aquella primera edición de “su día”, los novillos y la plaza fueron cedidos gratuitamente por el empresario Pablo Martínez Elizondo “Chopera", registrando el graderío un lleno total. En el espectáculo se incluyó una parte cómica del toreo, que abarcaba la primera faena seria de la tarde, que fue protagonizada por el “espada” Valentín Chiquirrín Larrea “El Chiqui”, de la cuadrilla “Los Mixtos”. Del cartel de “maestros” que intervenían, era el blusa que mas experiencia tenia, por haber intervenido en becerradas organizadas con anterioridad. Vistió para la ocasión traje de luces, como los toreros profesionales.

“El Chiqui” era un voceador o vendedor ambulante de periódicos, que por su profesión era muy conocido y popular en Vitoria y estaba “chalado” por las corridas de toros. Había actuado como “mozo de estoques” en Bilbao, Miranda, Salvatierra y Laguardia. Su baja estatura y sus problemas en la vista, que le obligaba a llevar de forma continuada unas gafas, no fueron impedimento para que realizara una interesante faena, con la que consiguió una oreja y vuelta al ruedo.

Valentín Chiquirrín Larrea “El Chiqui”

Valentín Chiquirrín Larrea “El Chiqui”

Valentín Chiquirrín Larrea “El Chiqui”

Valentín Chiquirrín Larrea “El Chiqui”

Contó como subalternos con los blusas: Ángel Hernández, “El Quele”; Ricardo Arocena, “Tom Mix”; Ángel Tomás, “Casas Nuevas IV”; Julio Domínguez, “El Cata”.

Hacienda Foral

Benicio Bujanda, en nombre de los blusas, se dirigió a la Hacienda Foral alavesa el 21 de julio, al objeto de solicitar que a los beneficios obtenidos en la becerrada, no se aplicaran impuestos. La solicitud decía: “Con motivo de celebrarse el día 22 de los corrientes una becerrada en honor de los blusas, y siendo la recaudación a beneficio de estos, los cuales tienen el propósito de hacer diversas donaciones a los centros benéficos de esta población en las próximas fiesta patronales, solicitan de su autoridad la condonación de

impuestos correspondientes a este festejo”. El 20 de agosto se recibió la respuesta de la Diputación, en el sentido de no accederse a su petición, ya que “el impuesto sobre los billetes de espectáculos públicos se devenga en todos los casos, cualquiera que sea la empresa o entidad interesada y el fin a que el espectáculo se destine”.

Meses después, un jefe de cuadrilla preguntado por el montante obtenido en aquella becerrada manifestaba: “No nos fue mal, pero si no hubiera sido por los dichosos impuestos, la ayuda hubiera sido cerca del doble. Lo sentimos porque fueron otros los perjudicados indirectamente”. Los otros perjudicados, por la deducción de Hacienda sobre la recaudación, eran los necesitados, ya que como se ha indicado, parte de los ingresos obtenidos, los blusas los donaron para obras benéficas.

La petición de Benicio a la Hacienda Foral / Archivo de Álava

La petición de Benicio a la Hacienda Foral / Archivo de Álava

La petición de Benicio a la Hacienda Foral / Archivo de Álava

La petición de Benicio a la Hacienda Foral / Archivo de Álava

Resto de los espadas

Aunque quizás pueda resultar aburrida su lectura, facilito quienes más intervinieron en aquella becerrada. Alguno que esto lea, es posible que encuentre en la lista algún antepasado suyo.

Primer matador, Francisco Cerrajería, “Cañitas”. Subalternos: José Presa, “Presita”; Enrique Puelles, “El Calé”; Luis Ruiz, “Topito”.

Segundo matador, Benedicto Larrimbe, “Albaicín”. Subalternos: Eleuterio Alonso, “Chicote”; Luis del Olmo, “El Casta”; Amadeo Ascaso, “Litiruelas”.

Tercer matador: Luis Ispizua, “Tintorerito”. Subalternos: Marcelino Andino, “Ricitos”; Jesús Argote, “El Telas”; Julio Manzanos. “Manzanitos”.

Cuarto matador: Lucio Fernández Espino, “Morenito”. Subalternos: Jesús Pérez de Heredia, “El Cachi”; Félix Perea, “Pelucho”; Joaquín Juarros, “El Rubio”.

Quinto matador: Víctor Saracibar, “Cantinflas”. Subalternos: Juan Gómez, “El Aldeano”; Manuel Gómez de Segura, “Coquinero”; José P. Eizaguirre, “Retalillos”.

Sobresaliente: Ovidio Corujo, “Lanitas”.

Directores de lidia: Luis Diez y Segundo Arana.

La jornada festiva de aquel primer “Día del Blusa” tuvo como añadido, en el parque de La Florida, unas horas de bailables por la tarde y una verbena por la noche.

Las cuadrillas de blusas de 1945

Fueron 32 las cuadrillas de blusas, las que protagonizaron la primera edición de su día, con un total de algo más de 600 participantes.

Conocemos algunos datos de varias de ellas: “El Chaparrón”, grupo de blusas de la población alavesa de Araia; “Los de la Blanca”, una de las cuadrillas mas pequeñas con solamente 13 integrantes; “El Clavel”, cuadrilla del entonces barrio de Ural - Mendi, hoy una calle del barrio del Prado, nombrado así porque varias edificaciones del barrio habían sido construidas por los contratistas Ricardo López de Uralde y Saturnino Mendia (Ural-Mendi); “Los del Txoko”, que tomaron el nombre del rincón o txoko, que existía en la esquina de las calles Cuchillería y Cuesta de San Vicente, en el que estos blusas, de niños pasaban todo el día jugando junto a una castañera; “Los Cachorrillos del 6”, comenzaron a salir en las fiestas de La Blanca de 1943, con 13 integrantes, y en 1945 ya eran 35; “Los hijos de la Claudia”, decían que el nombre lo habían puesto porque “nuestro padre es Celedón y nuestra madre Claudia”; “Los de Gasteiz”, tomaron el nombre de la calle así llamada, que está en “El Campillo”; “Los de la Plaza de la Sartén”, nombre que tomaron de la denominación antigua de la actual plaza de la Virgen Blanca, que también fue conocida como “El Mentirón”; “Los Derrochas”, le habían puesto ese nombre a su cuadrilla porque “derrochaban humor y alegría, pero no dinero, que las circunstancias obligan”; “Los Feos,” decían de si mismos que “a pesar del nombre no eran tan feos”; “Los Novatos”, nombrados así porque salían por primera vez; “Los Abstemios”, se habían nombrado de esa forma porque “hay que disimular con el nombre”; “Los isleños de Aramanguelu”, tomaron el nombre de una isla del Rio Zadorra, existente a la altura de Abetxuko.

Este era el nombre del resto de las cuadrillas: Los Tromperris, Los Aldeanos, Los

Trompos, Los Bomberos, Los Carotas, Los Despistaos, Peña La ? Velocidad, Los Baserritarras, El Embudo, Los Chispas, Los Chapelas, Los amigos del sereno, No les miren que se caen, Los hermanos Domecq, Los Garcitos, Los Ansiosos, Los Boinicas, Los Torcidos y Los Globos.

El Día del Blusa tuvo continuación con éxito al año siguiente 1946, y los blusas visitaron la tumba de “El Chiqui”, la figura de la becerrada del año anterior, el cual a primeros de noviembre de 1945 se sintió repentinamente enfermo, falleciendo el día 5 de ese mes a los 37 años de edad..

No se celebró el evento en los nueve años posteriores. El 31 de julio de 1955 se reanudó el “Día del Blusa” con la celebración de la tercera edición, que ha proseguido llevándose a cabo con las excepciones de los años 1970, 1971, 1976 como solidaridad con las victimas del 3 de marzo, y en 2020 y 2021 por motivo de la pandemia del corona-virus.

En un vídeo que va a continuación, podemos ver imágenes de aquel primer Día del Blusa de 1945, facilitadas por el Archivo de Álava.

 

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