“Toda la ropa a la basura, me jubilo”: un trabajador de Gipuzkoa se despide entre risas y en calzoncillos tras 45 años en la planta
El gesto final de un operario de una planta de residuos de Gipuzkoa, que fichó su última jornada quitándose el uniforme y tirándolo todo al contenedor, ha arrancado las carcajadas de sus compañeros


“Toda la ropa a la basura. Me jubilo. Ya no quiero saber nada ni de la ropa ni de nada”. Con esta frase y un gesto tan inesperado como simpático, un trabajador de una planta de residuos en Gipuzkoa se ha despedido de su puesto tras 45 años de trabajo. Y lo ha hecho en calzoncillos, literalmente.
En un vídeo grabado por sus compañeros y compartido en redes sociales, se puede ver cómo el operario se quita el chaleco reflectante, la camiseta, el pantalón… incluso la muda de repuesto, y lanza todas las prendas a un contenedor de la propia planta. “Llevo 40 años con esta ropa, os podéis imaginar hasta dónde estoy de ella”, comenta entre risas mientras ejecuta su peculiar ritual de despedida.
“Esto ya sabéis a dónde va… a la basura”, dice mientras tira cada prenda. Y lo cumple al pie de la letra. Se queda en calzoncillos —azules y con el escudo de la Real Sociedad— y, entre carcajadas generales, anuncia: “Me voy a fichar la salida”.
La escena se desarrolla en el interior de la nave, frente a la máquina de fichaje. Entre los comentarios cómplices de sus compañeros destaca el de uno que le suelta, divertido: “¡Estás estupendo todavía para trabajar!”. Él, mientras tanto, deja también la llave de su taquilla y sentencia: “Me lo merezco”.
Una despedida con humor y complicidad
El vídeo, que ha empezado a circular en algunos grupos de redes sociales y de mensajería, ha llamado la atención por su carga humana, su naturalidad y el buen ambiente que transmite entre compañeros. No hay homenajes oficiales ni discursos: solo una despedida sincera, cómica y muy personal, tras una vida entera de trabajo.
El protagonista ha encontrado una forma original —y memorable— de cerrar su etapa laboral: quitándose el uniforme, las obligaciones… y también los pantalones. Porque después de 45 años, si algo está claro, es que se lo ha ganado.




