Verano en Bizkaia: cómo Plentzia, Getxo e Ibarrangelu abordan la saturación de aparcamientos y la mejora del transporte
Plentzia, Getxo e Ibarrangelu enfrentan la saturación de aparcamientos durante el verano, buscando soluciones para gestionar la afluencia turística y mejorar la movilidad urbana

Verano en Bizkaia: cómo Plentzia, Getxo e Ibarrangelu abordan la saturación de aparcamientos y la mejora del transporte
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Con la llegada del verano, la afluencia masiva a las playas de Bizkaia vuelve a poner a prueba los sistemas de transporte, aparcamiento y gestión urbana de los municipios costeros. Plentzia, Getxo e Ibarrangelu, tres localidades con realidades distintas, comparten un mismo reto: equilibrar la movilidad con la sostenibilidad y la convivencia ciudadana.
Plentzia: un verano con el doble de presión
En Plentzia, el alcalde Aitor Garagarza reconoce que la llegada del verano transforma el municipio: "No se puede decir que se duplique la población, pero la densidad se dispara, especialmente en zonas como el puerto o el centro histórico". De las 3.000 viviendas del municipio, un tercio son segundas residencias, lo que acentúa el impacto estacional.
La movilidad es una de las mayores preocupaciones. El municipio dispone de solo 700 plazas de aparcamiento frente a los 2.000 coches empadronados durante todo el año. “No hay hueco, esa es la realidad”, afirma Garagarza, quien además destaca la falta de transporte público en algunos barrios periféricos y la escasez de parkings privados en zonas densamente pobladas como el Casco Histórico.
La reapertura del parking de Arpillao, actualmente en proceso de rediseño tras una sentencia judicial, podría duplicar la capacidad actual de estacionamiento. Aun así, el alcalde insiste en que "hay que cambiar el paradigma de movilidad" y apostar por una reducción del uso del coche privado, solicitando mejoras en las frecuencias del metro y el rediseño de los servicios de Bizkaibus durante la temporada estival.
Getxo: cinco playas y una apuesta por la movilidad sostenible
En Getxo, el concejal de Medio Ambiente, Iñigo Urquijo, recuerda que el municipio cuenta con cinco playas muy diferentes entre sí: desde las urbanas de Las Arenas, Ereaga y Arrigunaga hasta las naturales de Azkorri y Barinatxe (la Salvaje), compartida con Sopela. Todas están relativamente bien conectadas gracias al metro y al Bizkaibus, y desde principios de junio ya está activa la OTA en la zona de Ereaga.
Sin embargo, el crecimiento del uso de bicicletas en combinación con el transporte público ha generado un nuevo desafío: la falta de espacio para dejar las bicis en las paradas más concurridas. "Estamos reforzando sobre todo Ereaga, donde el año pasado hubo problemas", señala Urquijo, que también destaca la importancia de la estación de Ibarbengoa y su conexión con Bizkaibizi para llegar a Azkorri.
El concejal apunta también a un proyecto en estudio para consolidar como espacio peatonal y de esparcimiento el tramo de calzada cerrado durante la pandemia en la zona del paseo de Ereaga.
En Azkorri, además, se han instalado elementos físicos para evitar el aparcamiento indiscriminado tras la recuperación de la parada del Bizkaibus, tras resolver los problemas de giro en la rotonda.
Ibarrangelu: el aislamiento como reto estructural
En el extremo oriental del territorio, Ibarrangelu se enfrenta a un reto distinto. Lejos del área metropolitana, sus playas (Laida, Laga y la cala Antzora) están conectadas principalmente por una carretera comarcal y una línea de Bizkaibus, la 3526, que durante el verano mejora frecuencias: cada media hora los fines de semana y, desde el 21 de junio, todos los días.
El alcalde Jesús Mari Ziluaga celebra esta mejora, pero advierte de la saturación habitual de la carretera, incluyendo los arcenes, debido a la falta de aparcamiento. Reconoce que hay cierta tolerancia a que los coches estacionen ahí, especialmente en los días de mayor afluencia. Una situación que plantea riesgos para la seguridad y exige soluciones más estructurales que la ampliación puntual de plazas: “Aquí las cuestiones de movilidad toman otra dimensión”. Ziluaga admite que la solución no es sencilla: cuando hace mal tiempo, los autobuses que pasan cada 30 minutos suelen ir prácticamente vacíos. Aun así, asegura que están trabajando en una respuesta integral que contemple diferentes formas de moverse, entre ellas, el uso de bicicletas.
Tres realidades, una urgencia común
La presión del turismo estacional, la saturación de aparcamientos y la necesidad de un transporte público adaptado al verano son desafíos que comparten estos tres municipios costeros de Bizkaia. Todos coinciden en un diagnóstico común: el modelo basado en el coche privado es insostenible, y la transformación hacia una movilidad más sostenible ya no es una opción, sino una necesidad urgente.
Las soluciones, sin embargo, requieren coordinación entre administraciones, inversión en infraestructuras y, sobre todo, un cambio de mentalidad colectiva. Porque como dice el alcalde de Plentzia: “Ya hemos aprendido a vivir con ello, pero eso no significa que no podamos mejorarlo”.
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