“Me volvería a subir a una bici. Cuando uno se cae, hay que saber levantarse”: Juan Mari Aburto se somete a un test personal en su décimo aniversario como alcalde

En la entrevista con motivo de sus diez años al frente del Ayuntamiento de Bilbao, Juan Mari Aburto ha dejado a un lado por unos minutos la política para enfrentarse a algo muy distinto: un test final con preguntas algo incómodas, pero simpáticas. Ha sido un espacio para conocer al alcalde no desde su cargo, sino desde lo humano, lo cotidiano y lo cercano.

Con el reloj marcando el final del programa, Jon Egaña, jefe de Redacción de Radio Bilbao, le ha propuesto un juego de respuestas rápidas. “La vida es dicotómica, alcalde”, le ha advertido con una sonrisa. Y Aburto ha aceptado el reto con naturalidad y complicidad.

Entre Iñaki y Nico Williams, Areso o Azkuna

“Voy a empezar con Iñaki y Nico Williams”, ha anunciado Egaña. “A día de hoy, Nico”, ha respondido Aburto, reconociendo la dificultad de elegir entre ambos jugadores del Athletic Club. El juego de dilemas ha continuado con ¿Areso o Azkuna? ¿Alfonso Gil o Nora Abete? "Nora, porque es la que está ahora", ha dicho Aburto. ¿Real Madrid o Barcelona? "Athletic", ha zanjado el alcalde, sin dudar.

No han faltado nombres de la política vasca: '"Urkullu o Pradales?" ha sido otra de las preguntas que le ha pillado por sorpresa. Aburto ha encajado con humor los cruces más comprometidos.

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Mis hijos me han dicho muchas veces que jamás se dedicarían a la política

Futuro político, familia y emociones

A la pregunta de si será el cargo de alcalde el último en su carrera política, Aburto ha confesado: "No lo sé, pero a otro cargo en la administración no creo que aspire”. De momento, el alcalde de Bilbao ha asegurado tener claro dónde estará mañana: “En mi despacho, a las 8:30, tengo una reunión el consejero de Universidades por un proyecto bonito para Bilbao”.

También ha hablado de su familia: ¿Le gustaría que alguno de sus hijos se hubiera dedicado a la política? "No es lo que más me ha importado, pero ellos me han dicho muchas veces que jamás lo harían”, ha dicho, añadiendo que, sí, sabe lo que sus hijos votan.

Costumbres, creencias y algo de música

A la pregunta de si se le ha oído gritar alguna vez desde fuera del despacho, ha respondido con una carcajada: “Sí”. "¿Canta en las sobremesas?", ha preguntado Egaña. "Sí, cuando estoy con amigos me gusta", ha respondido. También ha admitido que reza, aunque “a veces sí, a veces no”.

Preguntado por si se subiría en la bici en el caso de que el Tour femenino pasase por Bilbao... “¿Por qué no? Cuando uno se cae, hay que saber levantarse”, ha contestado el alcalde rememorando con ironía aquel momento en que se cayó de la bicicleta en un evento de promoción de la ronda gala.

La conversación ha tocado incluso cuestiones simbólicas. ¿Quién le ha regalado esa corbata tan bonita con el nombre de Bilbao? "La hizo el Ayuntamiento, la tengo como regalo y en ocasiones me la pongo”, ha dicho.

Opiniones firmes y respeto a las formas

¿Se ha arrepentido de alguna declaración pública? "No. Mantengo esas afirmaciones porque son cosas en las que creo”, ha respondido cuando se le han mencionado sus palabras sobre las huelgas.

¿Le ha parecido bien que la Universidad del País Vasco haya eliminado su nombre en castellano? "Me ha resultado extraño, pero si la gente se identifica, no pasa nada”, ha respondido. Y sobre el trato de usted o de tú, ha explicado que a él le gusta que le hablen de tú, pero que él hacia los demás intenta usar el usted como forma de respeto.

Juan Mari, más allá del alcalde

"Si está de viaje y le preguntan de dónde es, ¿qué dice?", ha preguntado el jefe de Redacción de esta casa. "De Bilbao, sin dudarlo". ¿Ha visto los partidos de la selección española? "No todos, pero me gusta el fútbol”. ¿Ha seguido notando a la gente enfadada por la calle? "Sí. Después de la pandemia hay más crispación”.

Con este test improvisado, lleno de humanidad y cercanía, Juan Mari Aburto ha mostrado otra cara de sí mismo. La del político que también canta, se emociona, reza y ha respondido con naturalidad incluso cuando las preguntas han salido del guion habitual.

Una forma distinta —y muy bilbaina— de celebrar una década en el cargo.