"Buscar nuestras raíces no debería ser un privilegio, sino un derecho"
Dos mujeres vascas luchan por conocer la historia de sus antepasados abandonados hace más de un siglo, enfrentándose a una burocracia que les niega el acceso a expedientes familiares por falta de “derecho legítimo”.
"Buscar nuestras raíces no debería ser un privilegio, sino un derecho"
San Sebastián
Mariví Gorosmendi y Sara Etxart no se conocen desde siempre, pero comparten algo profundo: el deseo de conocer la verdad sobre sus orígenes familiares. Ambas descendientes de personas abandonadas en casas cuna —una en Fraisoro en 1922, otra en el torno de Atocha en 1882— llevan años enfrentándose a la frialdad de las leyes que les impiden acceder a expedientes históricos de sus antepasados.
“Mi padre fue acogido por una familia con mucho amor, pero nunca supimos quién era su madre”, relata Mariví, cuyo padre nació en una institución y fue criado por una familia de Oñati. A pesar de haber intentado obtener esa información a través de la Diputación y de la vía judicial, siempre se encontró con la misma negativa: “solo el afectado directo puede solicitar esos datos”.
Sara, por su parte, busca entender la historia de su bisabuelo, un niño abandonado en 1882. “Mi madre me decía que no llevábamos nuestros verdaderos apellidos. Siempre ha habido un vacío en mi historia, un apellido que nos llega sin origen”, explica. Sabe que existe un expediente de cuatro páginas sobre ese abandono, pero también le ha sido negado el acceso.
Ambas mujeres se han unido, junto a otras dos personas en la misma situación, para visibilizar esta injusticia. La clave, según ellas, está en reconocer que estos documentos —con más de 100 años de antigüedad— han pasado de ser expedientes activos a pasivos, lo que los convierte en archivos de valor histórico. “Si se conservan, es porque contienen un testimonio importante”, afirma Sara.
En su lucha han llegado hasta el Ararteko, quien les ha dado la razón y ha recomendado a la Diputación que se les conceda acceso. Sin embargo, esta recomendación no es vinculante, y las instituciones aún no han dado el paso.
Más allá de lo legal, para Mariví y Sara esta búsqueda es profundamente humana. “No se trata solo de un expediente, es parte de mi vida. Yo soy quien soy porque mi abuela dejó a su hijo allí”, dice Mariví. Sara lo resume con una metáfora clara: “escribir tu historia es conocerte a ti misma”.
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