La inteligencia artificial se cuela en nuestra vida cotidiana: ¿sabemos realmente qué es y cómo funciona?

Vitoria-Gasteiz

La inteligencia artificial (IA) ha pasado de ser un concepto técnico a convertirse en una presencia habitual en nuestra vida diaria. Desde el móvil hasta el coche, pasando por asistentes de voz o plataformas de entretenimiento, esta tecnología está cada vez más integrada en los objetos que utilizamos, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello.

“La inteligencia artificial es el intento de crear una inteligencia como la humana, pero en una máquina”, explica María Ganzabal, investigadora del grupo Gureiker de la Universidad del País Vasco. “Es querer dar a ordenadores o sistemas automáticos la capacidad de hablar, razonar, pensar o guardar información, tal y como lo hacemos las personas”.

Para lograrlo, la informática se basa en algoritmos, que son secuencias de órdenes programadas que permiten, por ejemplo, mantener una conversación en lenguaje natural con una máquina. Pero, como señala Ganzabal, no se trata solo de programar: “La clave está en la repetición y en la información que introducimos, ya que cuantos más datos le damos, más aprende la IA, mejor memoriza y más ajustadas son sus respuestas”.

Evolución sin límites

Aunque el auge reciente ha sido evidente, la IA no es un fenómeno nuevo. Ganzabal recuerda que ya en 1943, investigadores estadounidenses presentaron la primera neurona artificial. “En 1961, General Motors creó el primer robot industrial, diseñado para tareas pesadas en cadenas de montaje, y más adelante llegaron los superordenadores capaces de ganar partidas de ajedrez a campeones del mundo".

Desde entonces, la evolución ha sido exponencial: en 2002 apareció la roomba, la popular aspiradora doméstica, y en 2011, Siri, el asistente de voz de Apple, marcó un antes y un después en la interacción entre humanos y máquinas. En 2022 llegó el ya famoso ChatGPT, que permite mantener conversaciones complejas con usuarios de todo el mundo.

“ChatGPT es un ejemplo de la IA generativa, capaz de crear textos, voces o imágenes a partir de nuestras peticiones, pero no es el único ejemplo: los teléfonos móviles, los GPS del coche, los filtros de redes sociales o las compras por internet también utilizan inteligencia artificial, y muchas veces ni lo pensamos”, ha indicado la investigadora de la universidad del País Vasco.

En palabras de Ganzabal, “estamos rodeados de IA, desde sistemas muy sencillos hasta tecnologías que aprenden solas, analizan nuestros hábitos y nos hacen sugerencias personalizadas”. Plataformas como Netflix o Spotify, por ejemplo, no solo ofrecen contenido, sino que lo ajustan a cada usuario gracias al análisis de su historial. Ganzabal ponía un pequeño reto a los oyentes y es que estos “Pueden mirar en su WhatsApp el círculo azul que aparece en algunos mensajes. Esa es una herramienta de IA. Pruébenlo: háganle una pregunta y vean qué contesta”.

Mucho por mejorar

A pesar de sus avances, la inteligencia artificial también tiene fallos. “Hay errores en la navegación autónoma de coches o en aplicaciones como ChatGPT, especialmente en áreas sensibles como la educación”, advierte Ganzabal. “Por eso es fundamental supervisar y regular su uso, porque la IA está en pleno aprendizaje”.

La IA no es una amenaza por sí sola. “Su finalidad es facilitar la vida. El problema no es la tecnología en sí, sino cómo y para qué se utiliza”, ha indicado Ganzabal, y añade: “Tiene una memoria infinita y una capacidad de análisis superior, pero el control debe seguir siendo humano”.

La inteligencia artificial ha llegado para quedarse. Desde la industria hasta el ocio, desde la medicina hasta la educación, su huella es cada vez más profunda. Entender qué es, cómo funciona y qué puede, o no, hacer, es clave para convivir con esta tecnología de forma crítica, informada y responsable.