Félix y Estanislao Galíndez: los dos hermanos que ETA mató con cuatro años de diferencia

Vitoria-Gasteiz

La localidad alavesa de Amurrio fue el escenario de uno de los episodios más crueles y desconocidos de nuestra historia reciente. Allí ETA mató, con 4 años de diferencia, a dos hermanos: Felix y Estanislao Galíndez, a los que acusó de chivatos. Durante esos cuatro años, los últimos de su vida, Estanislao vivió con la certeza de que sufriría la misma suerte que su hermano.

Conchi Galíndez tenía 22 años cuando ETA asesinó a su tío y padrino Félix el 25 de julio de 1981. Félix era comercial y vivía en una pensión en Amurrio, como era habitual entonces en varones solteros. "Estaba durmiendo y llamaron a la puerta. Se levantó un compañero suyo. Preguntaron por Félix Galíndez. Entró a llamarle porque estaba dormido. Salió y ¡pim pam!, le dieron dos tiros. Ahí empezó el calvario", recuerda.

Conchi recuerda como, al día siguiente de que ETA matara a su tío, "se oyó comentar por el pueblo que habían tirado octavillas donde ponía que el próximo iba a ser mi padre". En esas octavillas aparecían cuatro vecinos de Amurrio a los que ETA acusaba de ser confidentes de la Guardia civil, entre los que estaban Félix y su hermano Estanislao. "Desde aquello, fue un suplicio".

En casa, ni con sus padres, ni entre los 8 hermanos, nunca se habló de aquellas octavillas, ni de la amenaza que suponían. "Mi padre era muy reservado, no contaba nada. Pero los domingos solía bajar al pueblo a echar una partida después de comer y dejó de bajar". Ella lo pasó "muy mal". "La casita donde vivíamos está pegada a la carretera y mi padre tenía costumbre de estar en la huerta. Y claro, cada vez que pasaba algún coche, aquello era terrible porque decías: "Ya vienen". Incluso cuando me casó y dejé la casa familiar, si oía un estruendo grande también lo pensaba".

Pese a todo, la familia se quedó en Amurrio. "Yo aquí tengo a toda mi familia y no me voy a marchar a ningún sitio", cuenta su hija que respondió Estanislao cuando le instaron a marcharse. "Eso lo supimos después del asesinato".

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Estanislao fue asesinado poco antes de su jubilación como cartero, el 26 de junio de 1985. Era pronto por la mañana. Se dirigía a su trabajo. "Él bajaba en la bici y le siguieron en coche. Llevaban al propietario del coche en el maletero, porque lo habían robado. Le dieron tres tiros".

Conchi, embarazada entonces de siete meses, lo supo antes de que se lo contasen. Lo intuyó cuando una mujer que le saludaba todos los días, no lo hizo; y cuando vio que desviaban a los alumnos de un colegio cercano al domicilio de sus padres. "Lo había soñado tantas veces..." explica.

Pensó entonces: "Ya se ha acabado esto". Pero no había hecho más que empezar, asegura. "La gente que te apreciaba igual le daba vergüenza o por el miedo que había, de que no te vean hablar con fulanita, que es la hija de este que han matado, o cosas de esas...Y a los que estaban en la Herriko (la sede de HB) tú tenías que bajar la cabeza si pasabas por allí, en vez de al revés".

40 años después, "yo ni perdono ni olvido", confiesa. A ello han contribuido episodios como el que vivió en las fiestas de Amurrio, cuando se enfrentó al alcalde Pablo Isasi por elegir reinas de las fiestas a dos presos de la banda terrorista.

"A mí todo eso me ha costado una enfermedad. Yo tengo fibromialgia y fatiga crónica. Y cuando acudí a recoger el Cuaderno de memoria de mi tío, hubo muchas víctimas que me dijeron que tenían la misma enfermedad, porque esto es algo del sistema nervioso que le ocurre a alguien que en su vida ha tenido un estrés traumático como tengo yo".

Cuaderno de la memoria

Conchi Galíndez ha estado 40 años sin poder hablar de la historia familiar, hasta hace un par de años "se me hacía un nudo en la garganta". El año pasado, sin embargo, se animó a acudir a la entrega del cuaderno de la memoria y reconocimiento de su tío Félix. Estos cuadernos son "un reconocimiento y un acompañamiento a las víctimas del terrorismo que no han sido reparadas desde el punto de vista judicial", como ha explicado la directora de Derechos Humanos y Atención a víctimas del Gobierno vasco, Ainhoa Zugasti.

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Los Cuadernos recogen en un dossier quiénes fueron, cómo vivieron y cómo murieron las víctimas del terrorismo de ETA, así como diverso material gráfico proporcionado por familiares con la ayuda de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Según Zugasti, desde 2021 se han entregado hasta el momento unos 200 cuadernos a las víctimas asesinadas hasta 1984. "Ya estamos trabajando en los del 85", ha contado.

Chivato

La reflexión final de este capítulo se centra en el término "chivato". El ex-ertzaina Teo Santos define el término en el glosario audiovisual de las víctimas del terrorismo.

"Chivato es alguien que se va de la muy, largando a la pasma para coronar el trinque. Procede del argot barriobajero y carcelario, sinónimo de soplón o confidente de la policía. Viene a ser alguien que traiciona a los suyos, por lo que, al menos, es indeseable, y, generalmente, merece un castigo del grupo traicionado, que, con frecuencia, se ejecuta.

Todas las organizaciones criminales, como las terroristas, procuran eliminar a los chivatos y a las chivatas, o a quienes consideran que lo son. El temor a ser vulnerables por las delaciones les hace aplicar el indubio prochivato. Ante la duda de fidelidad a la causa, la que sea, aplican la presunción de haber realizado el soplo o chivatazo.

Desde ETA asesinaron así a varias personas, como otras organizaciones terroristas también matan a inocentes por meras sospechas, por si acaso. Es curiosa la evolución del imaginario social, cuando también se aplica la consideración de chivato a quien informa a los criminales, porque con su acción delatora contravienen la convivencia legítima, además de las normas legales. Son los soplones de los terroristas".