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Sociedad

Un protocolo deja sin baño a un vecino con discapacidad en la playa de Bakio

Porfirio Hernández denuncia que la aplicación estricta de las normas le impidió acceder al agua, a pesar de estar en zona habilitada y con bandera amarilla

Un protocolo deja sin baño a un vecino con discapacidad en la playa de Bakio

Bilbao

El pasado 7 de agosto, Porfirio Hernández acudió, como lleva haciendo desde que tenía siete años, a la playa de Bakio. Ese día, las olas no le asustaban: conocía bien el mar y, además, contaba con el apoyo del servicio de baño adaptado. Sin embargo, lo que no esperaba era que el protocolo le impidiera entrar en el agua. “No discuto la prohibición de la bandera roja, pero no entiendo por qué con bandera amarilla, y con los apoyos y recursos que se supone que tengo, no me puedo bañar”, lamenta.

Hernández pertenece al colectivo que necesita el baño asistido. Aquella mañana, en la zona acotada para personas con discapacidad, ondeaba la bandera amarilla. Aun así, los socorristas le denegaron el acceso, argumentando que el protocolo lo prohibía. “Primero estuve muy triste, luego enfadado. Creo que se están conculcando derechos básicos sin un motivo claro”, afirma.

Alternativas ignoradas

No se quedó de brazos cruzados. Propuso soluciones: entrar acompañado por su hijo —socorrista y experto nadador— o bañarse en un área más protegida. Incluso planteó acceder por otro punto de la playa para evitar el uso de material de asistencia. “Si hubiera entrado por ahí, me habría bañado y no hubiera pasado nada. Esa es la paradoja”, comenta.

Hernández subraya que su queja no va contra los socorristas: “Ellos cumplían con su obligación. El problema está en quienes elaboran los protocolos desde un despacho, sin conocer la realidad de las personas con discapacidad”. Por eso reclama que las normas sean más flexibles, adaptadas a cada situación.

Una barrera más

Para el bañista, lo ocurrido es un ejemplo de cómo, aunque se avanza en la eliminación de obstáculos físicos —como las sillas anfibias para moverse por la arena—, siguen existiendo barreras mentales. “Antes no podíamos ir a la playa porque no podíamos caminar sobre la arena. Ahora eso está solucionado. ¿Por qué no podemos seguir mejorando? Lo que pedimos es equidad, poder hacer lo mismo que los demás con los apoyos necesarios”, reivindica.

Porfirio recuerda que incluso invitó a los socorristas a acompañarle un rato en el agua para comprobar que se manejaba con seguridad. “El riesgo lo corre todo el mundo por el mero hecho de vivir. Se trata de mantenerlo en un nivel razonable, no de eliminarlo por completo a costa de nuestros derechos”, insiste.

A la espera de respuesta

La reclamación ya ha sido enviada a la Diputación, a la Cruz Roja y a la alcaldesa de Bakio, para que estuviera informada. Por el momento, no ha habido respuesta. “Tengo la intuición de que, después de esta entrevista, quizá alguien se anime a hablar con nosotros”, comenta con media sonrisa.

Mientras tanto, su objetivo sigue claro: lograr que los protocolos se revisen y dejen de ser “otra barrera más”. “No pido hacer lo que quiera cuando quiera, sino que se adapten a las necesidades reales de cada persona. Protocolos sí, pero elásticos”, concluye.