Los retos de la Cruz Roja en Bizkaia ante el cambio climático
El responsable de la organización en el País Vasco repasa su trayectoria, reclama más voluntarios y analiza cómo el cambio climático está transformando las emergencias en la costa

Los retos de la Cruz Roja en Bizkaia ante el cambio climático
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Bilbao
Desde 1994, Benjamín Romero ha dedicado su vida a proteger vidas en el mar. Nacido en Bermeo, su primer contacto con Cruz Roja fue en la escuela, cuando una visita de voluntarios encendió en él la chispa del compromiso. “De niño pensé: ‘cómo me gustaría hacer lo que hacen estos señores’”, recuerda. Las inundaciones de 1986, que vivió desde fuera de su localidad, reforzaron su decisión de formarse y sumarse a la organización, primero como voluntario y, con el tiempo, como responsable autonómico.
Hoy, Romero coordina a más de 230 voluntarios y voluntarias repartidos en siete bases, siendo la de Getxo la más activa por su ubicación estratégica y la intensidad de intervenciones. “Podemos tener las mejores herramientas, pero el recurso humano es fundamental”, subraya, reivindicando la necesidad de más personas dispuestas a formarse y aportar tiempo a esta labor.
Cambio climático y nuevas amenazas
El veterano rescatador asegura que el trabajo en la costa vasca ha cambiado radicalmente en tres décadas. El aumento de las temperaturas y la alteración de los patrones de viento han traído fenómenos antes impensables, como galernas más frecuentes o la llegada de especies como orcas y medusas oceánicas al Cantábrico. “Nos adaptamos constantemente, pero la exigencia es mayor”, señala.
La colaboración con Salvamento Marítimo y el Gobierno Vasco permite contar con avisos meteorológicos en tiempo real, lo que da un margen vital para preparar dispositivos. En función de las alertas —amarilla, naranja o roja— los equipos ajustan su nivel de preparación y tiempo de respuesta, que en casos críticos puede ser inmediato.
Intervenciones que marcan una carrera
Romero ha participado en operaciones que forman parte de la memoria colectiva: el desastre del Prestige en Galicia, donde combatió el frío y el chapapote; el rescate de 23 escolares belgas a la deriva en Plentzia en 2016; o el despliegue especial con motivo del histórico regreso de La Gabarra.
En cada uno de estos episodios, la coordinación entre recursos, la formación del personal y la capacidad de reacción fueron claves para el éxito. Además de liderar intervenciones de gran escala, el responsable del salvamento marítimo de Cruz Roja en Euskadi promueve la implicación juvenil, alentando a que nuevas generaciones sigan el ejemplo de voluntarios como Xavier Ormaza, de 19 años, que este verano ya ha participado en preventivos y operativos especiales.
Una llamada a la colaboración ciudadana
Para Romero, la ciudadanía también es parte de la ecuación. “Somos responsables, aunque a veces falten conocimientos”, afirma. Hoy, las aplicaciones móviles y la información meteorológica están al alcance de cualquiera, lo que facilita prevenir accidentes en montaña o mar.
Sin embargo, recuerda que la formación, la prudencia y la atención a las alertas oficiales siguen siendo la mejor herramienta para evitar emergencias. En un contexto donde lo “excepcional” se ha vuelto habitual, Benjamín Romero y su equipo mantienen la guardia alta, preparados para intervenir donde se les necesite, ya sea en el Cantábrico, en rías interiores o incluso apoyando operativos terrestres en otras comunidades. Su mensaje final es claro: “Más manos siempre significan más vidas a salvo”.




