“Patrullábamos en falda, con medias finas y zapatos. No era muy operativo"

Vitoria-Gasteiz

Han pasado 30 años desde que, en septiembre de 1995, 45 agentes de la Ertzaintza patrullaron por primera vez las calles de Vitoria-Gasteiz, marcando un hito histórico: el inicio del despliegue oficial del cuerpo autonómico vasco en Álava. Un despliegue que no estuvo exento de dificultades, desde la precariedad de las primeras oficinas compartidas en Arkaute, con policía local, hasta los enfrentamientos con la kale borroka los fines de semana y festivos en el casco viejo, pero que los y las protagonistas recuerdan con "emoción, orgullo y compromiso".

“Vitoria era entonces la ‘pobre’, la única capital que no tenía aún una comisaría de la Ertzaintza. Llegamos con muchas ganas y mucha ilusión”, ha recordado Ana Caldero, de la segunda promoción y primera hornada de mujeres en el cuerpo. “Patrullábamos en falda, con medias finas y zapatos. No era muy operativo, pero enseguida lo cambiaron. Se ha avanzado mucho desde entonces, también en igualdad”.

Caldero subraya que, pese a la desigual presencia femenina nunca sintió discriminación directa. “Las que entramos con ganas nos integramos bien. Hoy hay comisarias, intendentes y una directora general mujer. Los techos de cristal se han ido rompiendo”, ha afirmado, en alusión a la actual directora de la Ertzaintza, Victoria Landa.

Recuerdos dolorosos

El recuerdo más emotivo que comparten es, sin duda, el atentado contra el socialista Fernando Buesa y el escolta Jorge Díez Elorza, en mayo del 1998, que marcó profundamente a toda la plantilla. “Fue un golpe durísimo. Estábamos de servicio ese día, y hasta que supimos quién era el compañero afectado, la angustia fue total”, rememora Caldero con la voz contenida. Julio, que había patrullado esa misma mañana por la zona, añadía que “aquel suceso nos tocó a todos. No era solo el dolor por la pérdida, era también la rabia, la impotencia… Nos unió aún más como cuerpo”. Por su parte, Pablo, aunque no estaba destinado en Álava en ese momento, lo vivió de cerca por su hermano, también escolta: “La preocupación era constante. De hecho, aquel episodio reforzó nuestra convicción de por qué estábamos ahí”.

También hay lugar para el recuerdo positivo. Gómez ha destacado, con emoción, que el despliegue en Vitoria fue uno de los mejores momentos de toda su carrera: “He estado destinado en muchos sitios en estos 35 años, pero el ambiente, la implicación de la jefatura y el compañerismo que vivimos en aquel primer año aquí en Álava fueron únicos. Me lo llevo como uno de los recuerdos más gratos de toda mi vida profesional”.

Los primeros años no fueron fáciles. “Cada fin de semana era una batalla. Cócteles molotov, piedras, sabotajes, pero conseguimos controlarlo. Hubo un punto de inflexión cuando se detuvo a los responsables de los disturbios con pruebas claras, y a partir de ahí, la cosa empezó a calmarse”, ha indicado Baceiredo.

Gómez, el único de los tres actualmente en activo, advierte de señales preocupantes en la actualidad: “Ya se ha visto que en las últimas fiestas no somos bien recibidos, ni un ertzaina ni tan siquiera un aspirante al cuerpo. Eso es un caldo de cultivo que hay que atajar, porque sino volveremos a caer en los mismos errores de antes". Además, para Pablo, el papel de la policía no se puede confundir con el autoritarismo. “Ejercer la autoridad no es ser autoritario. Es cumplir un mandato ciudadano: garantizar derechos, proteger a las víctimas y hacer cumplir la ley”.