María Eugenia, vecina de Treviño: "Vivir aquí es incómodo y duro"

Vitoria-Gasteiz

El pasado 3 de junio se constituyó una mesa de trabajo para la integración de Treviño en Álava, impulsada por los grupos municipales del Condado de Treviño y La Puebla de Arganzón, salvo el Partido Popular, que no ha respondido a la invitación a participar, y respaldada por una amplia mayoría política en el Pleno de Juntas Generales de Álava, celebrado en pasado mes de mayo. Todas las formaciones políticas coincidieron entonces en la necesidad de “buscar una solución” a lo que califican como una “situación excepcional”.

La mesa, compuesta por dos representantes políticos de cada una de las formaciones, ha comenzado a trabajar con una hoja de ruta abierta: ya se ha buzoneado información en todo el enclave, y se han creado dos grupos de trabajo, uno político e institucional, y otro centrado en la socialización y la movilización ciudadana, en la que recoger las demandas y preocupaciones de los vecinos y vecinas.

Ahora mismo se barajan distintas vías legales y sociales para forzar el debate en Madrid. “Si cada poco hay que firmar convenios para acceder a servicios, será porque lo lógico sería estar gestionados por quien realmente nos los presta: Álava”, ha indicado Celia Villanueva, vecina del enclave.

“Estamos de prestado”

“Vivir aquí es incómodo y duro”. La frase, pronunciada por María Eugenia, vecina de Treviño, resume con crudeza la realidad que enfrentan a diario quienes habitan en este enclave burgalés rodeado por territorio alavés. A más de 100 kilómetros de su capital administrativa, Burgos, pero a solo 21 de Vitoria-Gasteiz, Treviño sigue siendo, más de ocho décadas después, una anomalía geopolítica que se traduce en obstáculos cotidianos para acceder a servicios básicos como sanidad, educación o transporte.

Vecinas como Celia Villanueva o la propia María Eugenia Galarreta relatan cómo afecta esta situación a sus vidas. Acceder a becas del Gobierno vasco o servicios como la logopedia de Osakidetza es prácticamente imposible por no estar empadronados en Álava, pero tampoco pueden optar a las ayudas de Castilla y León, porque no cumplen ciertos criterios. “Estamos en un limbo. De hecho, mi hija se tuvo que empadronar fuera para poder estudiar, y eso no es justo”, ha denunciado Galarreta.

En educación, la mayoría del alumnado del enclave acude a colegios vascos, aunque no exista un convenio formal que lo garantice. Mientras que para acceder a las ayudas para la dependencia, muchos mayores no pueden acceder a centros de día de Álava por restricciones administrativas.

Una integración por sentido común

Los representantes políticos implicados coinciden en que el camino no será fácil. “Esto es largo, pero cuanto antes podamos ir dando pasos y se pueda hacer realidad, pues mejor”, ha asegurado Arantza Yarza, representante del PNV en el Condado de Treviño. “No se trata de identidad, sino de sentido común y de responder a lo que pide la ciudadanía”, ha añadido Yolanda Urarte, concejala de la Agrupación Independiente del Condado de Treviño.

El horizonte, aunque incierto, apunta a una nueva proposición de ley, como la que se intentó en 2014. También se estudian otras vías, como la modificación de la ley estatal de enclaves. La clave, en todo caso, está en Madrid. “Es cuestión de voluntad política. Lo que no puede ser es seguir así otros 20 años”, ha indicado Pablo Ortiz de Latierro, concejal de EH Bildu en La Puebla de Arganzón.

Treviño no ha dejado de pedir su integración en Álava, pero ahora lo hace con estructura, consenso político y voz ciudadana. La mesa de trabajo aspira a convertir ese malestar en propuestas y pasos concretos. “Esto no se ha apagado nunca, porque se están dando situaciones que se sufran a diario. Solo hacía falta organización, y eso ya lo tenemos.”