Irati Mitxelena: mitad atleta, mitad neurobióloga que investiga cómo curar la ELA

Bilbao

Irati Mitxelena (San Sebastián, 1998) logró este pasado verano en Guadalajara una marca de 6.70 en salto de longitud. Su mejor registro hasta la fecha le dio el pase directo a su primer Mundial de Atletismo. Pese a que no logró clasificarse para la final, asegura que ha vivido su debut mundialista con enorme ilusión y que de Japón se ha vuelto para casa con la mochila llena de aprendizajes que, seguro, le servirán en el futuro.

Ese futuro pasa, sobre todo, por los JJOO de Los Ángeles, lo que tiene claro Irati que sería su mejor ciclo, ya que llegaría a la cita con 30 años recién cumplidos: "Me quedan muchas cosas por conseguir, pero por encima de todo veo los Juegos Olímpicos. Todavía los veo lejos, pero, habiendo saltado 6.70 para estar en el Mundial, creo que es un objetivo real. A lo mejor dentro de dos años no me veo en la pelea, pero ahora mismo sí lo creo, así que por ello voy a trabajar", afirma.

Curar la ELA

La atleta trabaja duro día a día, entrenando para estar entre las mejores de su modalidad. Y los resultados así lo avalan. Sin embargo, esta solo es la mitad de Irati. La de las tardes, podríamos decir. La otra mitad, por las mañanas, trabaja en el laboratorio: es neurobióloga. Estudió en Estados Unidos y hoy en día trabaja en el CIC bioGUNE, donde investiga una posible cura futura para la ELA. "No me queda mucho más tiempo: ducharme, cenar, leer un poco y a dormir, porque llego muy cansada", reconoce.

Su historia es la de muchos deportistas que, pese a estar en los campeonatos más importantes del mundo, no pueden vivir de su especialidad. "Ahora mismo, el atletismo no me da la estabilidad que me da el trabajo. Si ahora es así, imagínate cuando me retire. Yo soy consciente de que tengo que seguir formándome, creándome un perfil profesional fuera del atletismo porque esto se termina", sostiene la donostiarra.

Atleta a tiempo completo

Pese al esfuerzo que supone, se reconoce una afortunada al trabajar de algo que le apasiona. No obstante, no esconde que le gustaría ser atleta al 100% de dedicación: "Es verdad que, ahora que he llegado al Mundial y que pienso que mis JJOO tienen que ser los de Los Ángeles 2028, no sé si lo dejaría de lado del todo. Yo ahora, si pudiera priorizar más el atletismo, intentaría no trabajar al menos a jornada completa porque el ritmo es muy alto".

Mientras tanto, intenta sacar la parte positiva de estas dos caras que conforman su vida: "He aprendido a diferenciar uno del otro. Al final, yo tengo que entrenar todos los días, me haya ido bien en el trabajo o no. Es verdad que es más fácil cuando te ha ido bien el día, pero ahora sé darle la vuelta a haber tenido un día complicado en el laboratorio. Me tomo los entrenamientos como una forma de terminar el día contenta".

Además, extrae de todo ello otra ventaja, la de aprender a relativizar: "Me ayuda a mantener la perspectiva. Esto del atletismo va por rachas. Ahora parece que todo sale bien, pero hay que tener los pies en la tierra. Para mí, llegar al laboratorio un lunes es el ejemplo perfecto. Si he tenido una competición el fin de semana, todos me felicitan y parece que he conseguido algo importantísimo. También pasa al revés. Y es importante aprender a quitarle importancia a los resultados deportivos".