'Aprender a convivir': el antídoto antirracista para Vitoria

VITORIA-GASTEIZ

Vitoria-Gasteiz, una ciudad que se reconoce a sí misma como diversa, ha puesto en marcha la programación "Aprender a convivir", una iniciativa del Ayuntamiento que se extenderá desde esta tarde hasta mayo. El objetivo fundamental es fomentar una buena convivencia, que requiere vernos, conocernos y sentirnos. Esta propuesta busca que los ciudadanos se miren al espejo para preguntarse: "¿Y tú eres racista?".

La programación arranca con una charla titulada "Racismo y cultura: cómo funciona en lo cotidiano", ofrecida por Mikel Henda, doctor en filosofía, profesor y activista antirracista. Henda subraya la importancia de abordar el racismo en Gasteiz, ya que la ciudad es inherentemente diversa. Para entender la problemática, es crucial enfocarse en la raíz: el racismo estructural.

El activista enfatiza que el racismo es mucho más que meras relaciones interpersonales. “Si no entendemos la estructuralidad del racismo, no entendemos nada, nos quedamos en la superficie, en los efectos inmediatos que esto causa, que que no dejan de ser, pues eso, las relaciones interpersonales. Pero claro, el racismo es algo mucho más que eso. Tenemos que tenemos que fijarnos en la estructura de poder que existe”. Esta estructura, nacida del colonialismo, ha construido históricamente un privilegio en torno a las personas autodenominadas blancas.

Henda explica cómo esta estructura se perpetúa en la cotidianidad a través de la transmisión cultural, y cómo incluso las personas racializadas absorben este racismo de manera inconsciente. Esta perpetuación se observa en la política, los productos culturales y los medios de comunicación, que a diario envían mensajes que sitúan a las personas en esferas determinadas. Por ejemplo, es "extremadamente raro" ver a una persona de etnia gitana protagonizando una película sin el papel de delincuente o sin representar una historia de sufrimiento o superación de barreras.

El impacto de estos mensajes en las personas racializadas es claro: constantemente se recibe un mensaje sobre a qué se puede aspirar, limitando los referentes a áreas como el deporte o labores físicas, y percibiéndolos como delincuentes en otros ámbitos.

Un aspecto clave del racismo estructural es el racismo institucional, donde la Ley de Extranjería es un factor determinante. Esta ley permite la explotación, ya que obliga a las personas inmigrantes a permanecer hasta tres años sin derecho a trabajar ni a ayudas sociales, abocándolas a la irregularidad laboral y convirtiéndolas en "carne de cañón".

Islamofobia

Por su parte, Hayar Samadi, trabajadora social de la Asociación de Mujeres Musulmanas Bidaya, abordará en su charla la islamofobia, la cual describe como una construcción política y racial "muy medida y muy planificada". Samadi apunta que discursos como los que segmentan las migraciones y tachan ciertas culturas de incompatibles con la sociedad vasca, repiten narrativas de la extrema derecha que se inventaron la idea del "otro peligroso" con raíces en el colonialismo europeo.

La islamofobia se articula en Euskadi como una herencia colonial, donde la construcción social de "lo moro" o "lo árabe" se presenta como algo ajeno a la identidad europea. En la vida diaria, el impacto es palpable y escalable a lo institucional: “La islamofobia cotidiana puede empezar con miradas sospechosas en la calle o con dificultades para acceder a un alquiler, valoraciones de la vestimenta...lo que lo que no encaja dentro de lo que consideramos aquí en Europa normalidad, pues ya es como subordinado”.

Para combatir estos discursos, Samadi apunta a la necesidad de humanizar el lenguaje, utilizando términos como "menores sin referentes" en lugar de "menas". El antídoto es el conocimiento y la cercanía: "convivir no es solamente tolerar al otro, sino construir". Se trata de mirar la diversidad cultural como "un plus, como un añadido," para crear nuevas formas de ser y estar en el mundo de manera conjunta y consensuada, pasando del concepto de integración al de participación.