Jóvenes de Vitoria-Gasteiz exigen una educación más enfocada, equitativa e individualizada
En un espacio de UNICEF comité Euskadi y el Ayuntamiento de la ciudad

Vitoria-Gasteiz
En Hoy por Hoy Vitoria abrimos un nuevo espacio de participación infantil y juvenil organizado por UNICEF Comité Euskadi en colaboración con el Servicio de Infancia y Familia del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.
Cuatro adolescentes gasteiztarras comparten sus visiones críticas y sus experiencias dentro del sistema educativo, debatiendo si la educación es un derecho real y de calidad.
Los participantes, —June (15 años, futura psicóloga), Axkorri (16, aspirante a animador 2D), Alaitz (16, futura actriz) y Amalur (16, aún en búsqueda de su camino)—, abordan con Nerea Sáenz de Lafuente la crisis global de la educación, señalada por UNICEF como el mayor desafío para preparar a la infancia para el futuro y la participación ciudadana, recordando que uno de cada cinco niños en edad escolar ni siquiera asiste a la escuela a nivel mundial.
¿Derecho o Privilegio? La necesidad de estudiar
Para los jóvenes, la educación ha trascendido la idea de una mera obligación para convertirse en una necesidad social y un derecho. June, de 15 años, enfatiza que, dada la situación social y política actual, a menos que se posea un "privilegio económico o mucha suerte," se requiere estudiar para obtener un salario digno, por lo que automáticamente debe ser un derecho.
Sin embargo, los estudiantes recalcan que la educación sigue sintiéndose como un privilegio. Critican la "diferencia de educación que hay, por ejemplo, en una misma ciudad entre las personas que pagan por ello y las personas que no" y señalan que el hecho de pagar por la educación es "bastante fuerte" y que debería ser un derecho que todos posean sin necesidad de pago, buscando siempre la mejor calidad posible para que sea igualitario para todos.
Aunque los jóvenes generalmente perciben que la educación que reciben es buena y se imparte desde una "mirada bastante neutra", existe un fuerte espíritu crítico respecto a su estructura.
Los participantes piden cambios significativos en el modelo actual. Creen que la estructura educacional tiene un concepto que "no ha cambiado mucho" a lo largo del tiempo, siendo "muy vertical" y con mucha diferencia en la elección entre profesores y alumnos. Opinan al respecto que la educación debería ser más individualizada y adaptada a las diferentes necesidades de los estudiantes, tanto en lo que desean estudiar como en las dificultades que puedan presentar.
Esta falta de adaptación se traduce en una sensación de ineficiencia en el estudio. La aspirante a psicóloga June considera que algunas horas se sienten "perdidas," citando las matemáticas o los logaritmos, ya que no ve una forma en que esos conocimientos le ayuden en su carrera futura. Axkorri y Alaitz, que tienen claras sus opciones vocacionales (animación 2D y actuación, respectivamente), coinciden. A alguno de ellos materias como las matemáticas y las ciencias no les han gustado ni se le han dado bien, sintiendo que iba a clase pensando que "estaba ahí perdiendo horas" y que lo aprendido se le iba a olvidar.
Profesores y convivencia
La figura del profesor es calificada como crucial para la motivación. Axkorri, estudiante de bachillerato artístico, nota que hay profesores que ayudan mucho, especialmente en su área, pero también ha encontrado otros que, más que ayudar con las metas personales, "te cortan un poco" y se centran únicamente en impartir la clase. Alaitz añadie que se nota cuando a un profesor le gusta interactuar, ya que "te animan," mientras que la falta de explicación o disposición puede hacer que el alumno se sienta "fatal".
En cuanto al entorno escolar, Amalur relata que se cambió de instituto el año pasado debido a que los profesores del centro anterior no le motivaban para seguir estudiando.
Respecto a la multiculturalidad y la integración, si bien consideran que en el País Vasco la diversidad está "bastante bien aceptada", los estudiantes han sido testigos de problemas. Han notado un "golpe de realidad" al pasar a la secundaria, donde la gente que ha vivido en una "burbuja" choca con el cambio. Amalur y otros han escuchado comentarios racistas o han visto cómo compañeros son excluidos por no encajar o por tener otras características.
Barreras para el apoyo psicológico
Los jóvenes destacan la falta de claridad en el acceso a los servicios de apoyo. Aunque los institutos cuentan con un orientador, los cauces de comunicación no siempre están claros.
Alaitz explica que si bien tuvo una orientadora muy buena en un curso, en otros casos no estaban tan presentes o "no te explican bien dónde están o qué hacen," lo que impide a los alumnos acudir a pedir ayuda o consejo. June añade que no se facilita el camino para buscar ayuda: "Nadie te incentiva a que tú vayas a buscar ayuda si la necesitas," ni se da información clara para encontrar ese apoyo de forma fácil, a pesar de que la situación personal de cada estudiante es desconocida.
En próximas ocasiones este espacio seguirá escuchando a jóvenes gasteiztarras, considerando que escucharles es parte del cambio, parte de la evolución en positivo.




