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¿Cómo está afectando el cambio climático al running popular?: "Con más de 25 grados, incluso barajamos la posibilidad de suspender el cronometraje, de renunciar a la competición"

Analizamos las consecuencias que el aumento de las temperaturas tiene sobre corredores y organizadores de pruebas tras lo vivido en el Maratón de Berlín en septiembre

¿Cómo está afectando el cambio climático al running popular?: "Con más de 25 grados, incluso barajamos la posibilidad de suspender el cronometraje, de renunciar a la competición"

Bilbao

La última edición de la Maratón de Berlín, disputada el pasado 21 de septiembre, fue este año una carrera de verano. Las altas temperaturas previstas en la capital alemana para ese fin de semana, el inaugural del otoño meteorológico, hicieron que la organización de la prueba decidiera advertir a sus 55.000 inscritos de lo que les esperaba.

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"Para el día de la carrera, se espera un aumento significativo de la temperatura. Dependiendo de tu lugar de residencia, puede hacer hasta diez grados más que en los días previos", escribió a todos y cada uno de ellos. "Tenlo en cuenta: con calor, es difícil lograr una marca personal. Por eso, no te enfoques en batir récords, sino en disfrutar la experiencia. Disfruta del ambiente único de Berlín, corre con inteligencia y consigue tu merecida medalla de finisher", añadía la nota de los organizadores.

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El tapón en los avituallamientos

Este mensaje, que los miles de runners que iban a desplazarse a Berlín recibieron unos días antes en su buzón de correo electrónico, es un aviso cada vez más frecuente. También necesario. Y es que el cambio climático ha hecho que en los últimos años se multipliquen las pruebas que se disputan por encima de los 20, o incluso de los 25 grados, cuando hace no tanto apenas llegaban a los 15 de media.

En Berlín, pese a los avisos de la organización, el día de la carrera el calor pilló desprevenidos a muchos. También a los propios promotores del evento, que vieron cómo muchos de los puestos de avituallamiento situados a lo largo de los 42 kilómetros de carrera, no daban abasto para surtir a todos los deportistas del agua y los suplementos que estos demandaban.

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La barrera de los 15º

Y la imagen de Berlín es llamativa, pero no una excepción. No hace tanto que Valencia, por ejemplo, tomó la decisión de retrasar en el calendario su carrera para poder así ofrecer a sus corredores una temperatura más agradable -al menos en teoría-. Por eso, esta semana en SER Runner nos preguntamos cómo tiene que cambiar nuestra forma de correr cuando el termómetro se eleva por encima de lo que consideramos -o considerábamos- habitual para practicar deporte.

Hemos invitado a Iñigo Etxeberria, organizador de la Behobia-San Sebastián. La carrera popular por excelencia en el otoño del norte de España conoce bien de qué hablamos. Han sufrido años de mucho calor, también otros de frío e intensa lluvia. Desde hace años tienen un protocolo que señala cómo actuar en caso de que la temperatura supere lo que, a su modo de ver, es el límite para que empiecen a dispararse los problemas por golpes de calor: los 15º.

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Suspender el cronometraje

Este año, la Behobia, que cumple 60 ediciones, se celebrará el 9 de noviembre. Pese a que el otoño estará ya avanzado, contemplan que en Donostia ese día puedan alcanzarse los 20 o incluso los 25 grados. Si eso ocurre, cuenta Etxeberria que serán los primeros en pedir a los participantes que bajen el ritmo: "El consejo siempre es aminorar la marcha. Esto es muy importante, sobre todo, en el caso de los novatos".

Además, tienen claro que es clave también lo que hagan desde la organización: "Con más de 25 grados, incluso barajamos la posibilidad de suspender el cronometraje, de renunciar directamente a la competición. Se puede correr, pero no ir a hacer marca", comenta Etxeberria.

La clave: agua del grifo

Otro de los puntos calientes es el de los avituallamientos. Entre uno y otro tiene que haber como máximo cinco kilómetros. En la Behobia debería haber tres, pero disponen de siete. Y en todos ellos el agua se sirve en vasos, no embotellada. "Nosotros nos llevamos muchos palos cuando retiramos las botellas en 2007", reconoce Etxeberria. "Decidimos poner vasos y eso nos dio un aumento de la capacidad bestial", explica.

Al provenir de la red de abastecimiento y no depender de botellas, "nos da una capacidad de ofrecer más agua", pues "solo tienes que poner más vasos". De ese modo, el agua nunca se terminaría aunque la demanda se multiplicara en un día de mucho calor. "También nos permite poner, si hace falta, mangueras difusoras de agua si hace falta refrescarnos", zanja Etxeberria.

Verónica Gómez

Periodista de la SER desde 2009, cuando comencé...