El músico alavés Bernardino Ochoa y su singular "Café Universal"
Bernardino Ochoa fue un músico alavés, prácticamente desconocido en su tierra, que además regentó un famoso café de Vitoria: el Universal
Vitoria-Gasteiz
Para unir la Plaza Nueva con la estación del ferrocarril, el Ayuntamiento de Vitoria diseñó en 1865 el trazado de una nueva calle a la que se denominó de La Estación, la cual conocemos hoy como Eduardo Dato. La nueva vía sustituyó al camino o calleja del Arca, que tenía un trazado sinuoso con edificaciones a ambos lados (1). El diseño de la calle respetó un edificio singular preexistente, -que hoy continua en pié tras ser reformado-, situado en el número 1 de la nueva calle, que hacía y hace esquina con la calle Postas.
Muchos autores han escrito que personajes vitorianos, por intereses, influyeron en que la calle de La Estación arrancara desde la Plaza Nueva, no coincidiendo con el arco de entrada a esta. Deducimos, que uno de los interesados en ello fue el dueño de la casa mencionada, que de esa forma quedaba lindando directamente con la nueva calle, en su fachada principal.
Plano base utilizado: Archivo Municipal - 1865
Plano base utilizado: Archivo Municipal - 1865
En esa casa había desde unos veinte años antes, -hacia 1844-, un establecimiento hostelero denominado “Café de Olave”, cuyo propietario era Clemente Olave García Franco (1801-1885), un acaudalado vitoriano, que estaba casado con Fernanda Salaverri Gorostegui (1810-1887). El local también fue conocido como “Café de La Olava”, en el tiempo en que fue dirigido por Fernanda.
Tanto el matrimonio como su hija Felicia Olave Salaverri (1838-1912), hicieron cuantiosas donaciones a la ciudad y a entidades religiosas (2). Clemente y Fernanda, como reconocimiento a sus dádivas, fueron enterrados en una sepultura del convento de las Clarisas, situado entonces en la calle Camino de Ali, hoy denominada Beato Tomás de Zumarraga (5).
Sepultura de Clemente Olave y Fernanda Salaverri / Archivo Municipal
Sepultura de Clemente Olave y Fernanda Salaverri / Archivo Municipal
El Olave fue el primer café “moderno” de la ciudad. En 1895, en el diario local La Libertad se recordaban algunos detalles del ambiente que tuvo en décadas anteriores, y se hacía referencia a un poeta vitoriano, que era cliente habitual: “El café de Olave, el antiguo local de la esquina de la Calle de Postas donde el reloj de música, con figuras, tocaba admirablemente la sinfonía de Guillermo Tell; en aquella universidad por donde pasaron todas las primeras generaciones de estudiantes, donde se reunían muchos de los aldeanos y tratantes que venían los jueves a Vitoria y toda la juventud de los artistas de la industria vitoriana, entonces tan floreciente. En aquellos rincones inolvidables, allí pasaba Antolín García Landaluce (6), cuando ya empezó a hombrear, a la hora de después de comer, con sus amigos; y allí escribió la mayor parte de los epigramas (3).”
Encontramos que en 1870 aparece como titular del establecimiento Gregorio Peláez Otegui , quien en ese año “solicita permiso para reformar el Café de Olave”.
Café Universal
En 1881 aparece el negocio con el nombre de “Café Universal” siendo un suizo, Juan Zanetti Olgiatti su cabeza visible, que en ese año coloca en la acera asientos y mesas durante la temporada de verano. En 1893 otra persona dirigía el café, Eduardo Mengotti, que instaló un precioso salón-restaurante que fue inaugurado en las fiestas vitorianas. El salón era amplio y estaba iluminado por 15 lámparas eléctricas de 10 bujías. En Vitoria había muy poca costumbre de comer fuera de casa y Eduardo consiguió atraer clientela a su restaurante, que tuvo un gran éxito, por lo que fue imitado por otros establecimientos.
A la izquierda el Café Universal - 1912 / Archivo de Álava
A la izquierda el Café Universal - 1912 / Archivo de Álava
En la prensa local se escribía al respecto lo siguiente: “El nuevo restaurante está llamado a proporcionar pingües utilidades al Sr. Mengotti, tanto por lo esmerado del trato que encontrarán los que concurran, como por lo económico de los precios. Allí pueden acudir desde la princesa altiva a la que pesca en ruin barca; y durante las fiestas será,
seguramente, el punto de reunión de crecido número de personas”. El Menú en 1897 ascendía a 2,50 pesetas y constaba de: sopa de pastas, huevos fritos, paella a la valenciana, chuletas con patatas, postres y vino.
En eventos importantes, la servidumbre de la casa vestía: calzón corto, zapato con hebilla, chaleco blanco y frac.
Uno de los comedores del Café Universal de la calle de La Estación / Archivo de Álava
Uno de los comedores del Café Universal de la calle de La Estación / Archivo de Álava
El 28 de diciembre de 1893, un diario local publicaba una noticia que incluía un dato sorprendente: “Según datos que tenemos a la vista el Sr. Mengotti, dueño del Caté Universal, ha sacado en limpio, de los pasteles vendidos estos días de pascuas, la cantidad de tres millones, setecientas ochenta y cinco pesetas con veinticinco céntimos. Apostamos a que el Gobierno no “saca tanto del pastel de Melilla”. Lean de nuevo la fecha de publicación: se trataba de una inocentada.
En octubre de 1895 la Reina concedió diversas condecoraciones a distintas personalidades oficiales y particulares de Álava, entre ellos a Eduardo Mengotti, al que se le otorgó la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel la Católica.
En 1896 el café lo rige una firma denominada Zanetti Zala y Compañía, que estaba dirigida por el mencionado Eduardo Mengotti. En ese año consta que la Diputación de Álava pagó al Universal las cuentas de gastos presentados con motivo del viaje y estancia en Vitoria de SS. MM. y su comitiva real, en el año anterior 1895.
En 1901 marcha perfectamente el negocio regido por otro suizo, Bartolomé Kaflich, que continuó como responsable hasta 1908. Por esas fechas el encargado del establecimiento era Julián Piérola y uno de los camareros se llamaba Atanasio Ruiz.
Otros negocios del café
El Universal añadió a su negocio de café y restaurante otros. En julio de 1902 comenzó a vender al por mayor y menor la cerveza Tuborg, la mejor marca de entonces, y en julio de 1904 inició la venta de barras de “hielo higiénico transparente”, que se elaboraba con agua esterilizada del Gorbea, en la fabrica vitoriana “La Glacial”, emplazada en la calle Castilla. El hielo costaba, desde 10 kilos en adelante, cinco céntimos el kilo. En febrero de 1907 se abrió al público el establecimiento de pastelería y repostería del Universal.
El café ofrecía en sus amplios locales, actuaciones de artistas para entretener a los clientes, algunos de ellos de prestigio, como: Clemente Ibaguren, violinista (en 1888); el notable y excéntrico guitarrista Esteban Juez Ferrer, ciego de nacimiento (en 1903); Amadeo Pucci, barítono (en 1904); Ramón Farriol, pianista (en 1904).
A lo largo de la vida del Universal, aparece también como gestor del mismo, Javier Rodríguez, de origen asturiano y contratista de obras, sin que podamos concretar en que años.
Nuevos gestores
El 1 de noviembre de 1908 reabrió al publico el Universal, por cuenta de una nueva empresa que la constituyeron Bernardino Ochoa, Álvaro Cárdenas y Cobas. El primero sería el “alma mater” del negocio.
Seis días después de la apertura, comenzó a trabajar en la pastelería del café un confitero experimentado, que había dirigido confiterías en Burdeos, Biarritz y San Juan de Luz, con lo que los clientes del café pudieron saborear todos los refinamientos de la repostería francesa. El anterior pastelero, Santiago Hernández, abrió su propia confitería, “Viena”, en la misma calle.
En 1911 entro en funcionamiento el hotel, que ocupó las plantas superiores del edificio, continuando el café en la planta baja y el restaurante en la primera. En 1915, el Café Universal sufrió una gran transformación y reforma, tan grande, que los que habían estado ausentes un tiempo y penetraban en el local, abrían la puerta y se quedaban sorprendidos.
Actuaciones en el café
Bernardino Ochoa, uno de los propietarios que era quien dirigía el café, además era músico, y en esa nueva etapa del café, dio un fuerte impulso a las actuaciones en sus salones, acompañando al piano a algunos de los artistas que intervenían, y en otras ocasiones dando conciertos con su propio cuarteto que dirigía. Puso de moda “el baile vermouth”, por las tardes-noches y promocionó la actuación de artistas locales, como: Cesareo López de Munain tenor vitoriano, famoso en todo el estado (en 1910); el sexteto “Gasteiz” (en 1916); actuación de los acróbatas locales de la troupe Baldeón (en 1911); Cuarteto Vasco, formado por Teresita y Celia Badenes cantantes, la pianista María Zabala y el violinista Luque (en 1911).
Hubo temporadas en que las actuaciones de los artistas eran a diario o tres días a la semana, y siempre todos los fines de semana, en sesiones de tarde y noche.
Bernardino contrató para actuar en su café una larga lista de artistas foráneos de fama, que no podemos reproducir en su totalidad. De ellos destacamos a tres: El prestidigitador suizo suizo, monsieur L. Corradinii (en 1909); el pianista vasco Clemente Ibarguren Garicano (en 1910); Luis Soria, guitarrista, que recorrió medio mundo dando conciertos (en 1911).
El violinista Clemente Ibarguren / Arxiu Nacional de Catalunya
El violinista Clemente Ibarguren / Arxiu Nacional de Catalunya
Gramófono y Cinematógrafo
En noviembre de 1907 tuvo lugar en el Universal el primer concierto de gramófono, fabricado por la compañia francesa” Gramophone “. Mucha fue la concurrencia que acudió al café, para escuchar los discos de Caruso, Batistini, la Melba y otros grandes artistas, acompañando Bernardino las reproducciones al piano.
En octubre de 1916, Bernardino instaló el cinematógrafo, para dar sesiones de cine durante el otoño y el invierno, en un local del café con gran capacidad, proyectándose como prueba la “Película Vitoriana”. Se inauguró de cara al público día 14, en sesiones de tarde y noche, con la proyección de las cintas “La Esmeralda” y “Basilio enamorado”. Las películas se pasaban los miércoles, sábados, domingos, festivos y vísperas de festivos.
Incidentes y Accidentes
Un día de febrero de 1906 el frio era bastante intenso, y Antonio Prado natural de Lodosa (Navarra), se introdujo en el café a tomar un refrigerio para entrar en calor. Como no llevaba ropa adecuada de invierno “requisó” del perchero del local una capa que había dejado colgada Arturo García y con ella salió a la calle. Al darse cuenta de la falta, su dueño lo comunicó al inspector Diaz, que localizo al sujeto y recuperó la prenda.
En diciembre de 1909, Pedro Ortiz de Urbina de 22 años se encontraba en la peluquería Ibáñez de la calle Postas, y comenzó a sangrar de una pierna a causa de unas varices que padecía. Fue trasladado al cercano Café Universal donde fue tumbado en una mesa de billar, que hizo las veces de camilla, siendo atendido por el doctor Lejarreta. Debido a su estado de gravedad, en el mismo café se le administró la extremaunción, siendo ingresado seguidamente en el Hospital de Santiago.
En abril de 1911 una sirvienta acudió al café Universal, solicitando un vaso de leche helada para su señora que se encontraba enferma. Dado que en aquel momento no se disponía de nieve para atender la petición, el “botones” José Ocio Ríos, de 17 años, se trasladó a la nevera del Campillo para traerla. Al parecer, estaba jugueteando con la cadena de la grúa, cuando ésta se le enrosco en el cuerpo, y murió por asfixia.
Traslado del café
El Banco de Vitoria fue creado el año 1900 por once vitorianos, instalando su primera oficina en una lonja de la Plaza del General Loma. La clientela comenzó a crecer y la oficina se quedó pequeña, por lo que en enero de 1917 se decidió trasladar la sede a otro sitio mas amplio, optando por el local del Café Universal. Tras las obras de reforma de calado para su adaptación, el banco entró en funcionamiento en su nuevo emplazamiento en agosto de 1917.
El Banco de Vitoria en la Plaza de General Loma / Archivo de Álava
El Banco de Vitoria en la Plaza de General Loma / Archivo de Álava
Ello supuso que el Café Universal se mudase a otro lugar, ocupando un local con acceso por la Plaza del Arca y la calle San Prudencio, que era utilizado por los hermanos Aspiazu, como almacén de muebles. El 8 de marzo de 1917, fue el último día que estuvo abierto el
café en la calle de la Estación y al día siguiente se abría el nuevo, ofreciendo un primer concierto a los clientes, por parte del Trio Soria-Iribarbe,
Manteniendo la costumbre del anterior emplazamiento del café, Bernardino Ochoa siguió acompañando al piano a algunos de los artistas y conservó la sesión de baile vermouth, a la que acudían mas mujeres que hombres.
Por no extendernos en demasía, señalamos solamente algunas de las artistas que actuaron en 1917 en nuevo Café Universal, que fueron: “Pilarcita”, “Bella Lili” (Adela Ungria), “La Bella Mexicana”, “La Isleñita” y Adelina Najera (4), canzonetista, cupletista y estrella de varietés, que llegó a actuar en París.
Adelina Najera / Archivo I.Armentia
Adelina Najera / Archivo I.Armentia
El 22 de enero de 1923, al pasar a ser regentado por Gregorio Bayo, el café Universal se reinauguró con un nuevo nombre: “Café Iruña”, denominación que se mantuvo hasta su cierre.
Café Iruña en la Plazuela del Arca / Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz
Café Iruña en la Plazuela del Arca / Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz
Bernandino Ochoa
Bernardino Ochoa García, nació en Laguardia (Álava), el 17 de junio de 1877. Se casó con María Dolores Ynza Olarte el 15.05.1899 en la parroquia de San Vicente del pueblo de Arriaga. María Dolores murió con 23 años el 04.12.1905 y Bernardino contrajo nuevas nupcias con Catalina Lobo Robina el 16.06.1906, en la vitoriana parroquia de San Pedro.
Además de ser el responsable del Café Universal, fue profesor de solfeo en la Filarmónica Vitoriana, director del Orfeón Vitoriano y dirigió la Coral Vitoriana. Por su parte tuvo un comercio de música, en la Plaza Nueva 7, donde vendía gramófonos, discos y pianos.
En 1921 Bernardino Ochoa dejó el Café Universal y se trasladó a Zaragoza, donde fue director del Orfeón Zaragozano en dos periodo; una masa coral que llegó a contar con 150 voces. También fue profesor del Conservatorio Aragonés de Música, director de orquesta y maestro de la Academia de Canto y Vocalización. Habitualmente sus discípulos ofrecían festivales en el Casino Español, donde demostraban los conocimientos adquiridos y sus aptitudes artísticas. Formó a varios artistas que adquirieron fama, entre ellos: el barítono Luis Cámara, el tenor Victoriano Pardo, el barítono Placido Domingo (padre) y la soprano Maruja Vallojera Royo, que con tan solo ocho años de edad, cantaba en sesiones de cine mudo.
La soprano Maruja Vallojera - Revista Moda Práctica
La soprano Maruja Vallojera - Revista Moda Práctica
Maruja Vallojera, decía en una entrevista en 1935, como había comenzado sus estudios de canto: “Por distraerme había ingresado en el Orfeón Zaragozano que existía en Zaragoza y que dirigía Bernardino Ochoa. Le pareció que mi voz, educada, podría ser la de un tiple, y comenzó la enseñanza.”
Bernardino tiene registradas en la SGAE seis composiciones musicales de su autoría, que corresponden a su etapa zaragozana, que son: Esta noche vendré tarde, Venga usted corriendo madre, Se van los quintos madre, Nuestra jota aragonesa, Que sería un baturrico y Un beso va por el aire.
Bernandino Ochoa y el Orfeón Zaragozano
Bernandino Ochoa y el Orfeón Zaragozano
En plenas fiestas de la Blanca de 1925, los miembros del Orfeón Vitoriano ofrecieron un homenaje a Bernardino Ochoa, quien bahía sido su director, celebrándose un banquete-en el Café Suizo de Vitoria, con la asistencia 50 personas, entre ellas el alcalde la ciudad que presidió el acto.
Bernardino, que en ese momento dirigía el Orfeón Zaragozano, expresó su agradecimiento a los presentes, dejando patente su arraigo en la capital aragonesa: “Al hablar de homenajes no puedo menos de deciros que quien lo merece y de gran justicia es el Orfeón Zaragozano, esos nobles baturros que a su esfuerzo personal deben sus grandes méritos. El artístico pergamino y el álbum con las firmas que me dedicáis significan también el amor que me tenéis. Ambas cosas serán los dos adornos y joyas mas queridos por mi y los míos,”
En mayo de 1930 tocó el segundo premio de la lotería nacional en la capital maña. María Ferrer, dueña de una casa de comidas cercana al bar “Mi Casa”, vendió participaciones a
sus clientes del número agraciado, entre ellos una a Bernardino, al que le correspondieron 15.000 pesetas.
La suerte no le acompañó en su salud y murió en Zaragoza en 1939, a los 60 años. El periódico Heraldo de Aragón, al dar la noticia de su fallecimiento añadía: “El maestro Ochoa fue un caso de vocación al servicio del arte musical y de la educación de cantantes.”
Dedicatoria
Este artículo esta dedicado a mis parientes aragoneses, descendientes de mis tíos Florencio y Jesús Gómez de Segura, nacidos en Birgara Goien / Vírgala Mayor (Álava), que al igual que Bernardino se establecieron en Zaragoza, en este caso tras la guerra civil española.
(1) El final del antiguo camino o calleja, del Arca coincide con el trazado de la actual calle del mismo nombre.
(2) Por mi relación durante varios años con la pelota vasca, deseo mencionar al Frontón Vitoriano, que fue donado al ayuntamiento por Felicia Olave en 1911, con la condición de que la cancha se destinara a la práctica de la de pelota y para que fuera disfrutado por la ciudadanía.
(3) Sátiras.
(4) La imagen aquí reproducida de Adelina Nájera, fue obtenida en el estudio “Fotografía Artística”, del fotógrafo Eladio García Brouard, situado en la calle San Francisco número 67, de Bilbao. Eladio, que también era funcionario de prisiones, fue asesinado el 15 de agosto de 1923, y su esposa Juana Ibáñez Navarro continuó con el negocio.
(5) El convento fue trasladado en 1969 a la calle Badaia.
(6) Antolín García Landaluce “El Vascongado”, es autor de “Poesías patrióticas y sentimentales”, que incluye dibujos de Ricardo Becerro de Bengoa. Figura en la lista de “voluntarios vascongados que durante la última guerra civil carlista (1872-1876) defendieron con las armas los derechos del Rey legítimo” (Gaceta de Madrid, 18 de marzo de 1896).




