Jesús Eguiguren: "Hay un exceso de presión nacionalista en los terrenos culturales y el euskera. Sería bueno que se relajara"
El político socialista publica 'Memorias políticas. El infierno de la Transición vasca. Reflexiones. El fin de ETA según ETA'


Vitoria-Gasteiz
Jesús Eguiguren acaba de publicar sus memorias: 'Memorias políticas. El infierno de la Transición vasca. Reflexiones. El fin de ETA según ETA'. Pocas veces tiene una la certeza de que el entrevistado, la persona que tiene enfrente, pasará a los libros e Historia. Pero este es uno de esos casos. Eguiguren negoció con ETA en nombre del Gobierno Zapatero, entre otras muchas cosas. En el episodio 4 de 'Euskadi: Memorias y horizonte" hablamos con el socialista del coste personal que le supuso, de qué es la paz o de qué fue del socialismo vasquista que él encarnó.
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Episodio 4. Jesús Eguiguren: "Hay un exceso de presión nacionalista en los terrenos culturales y el euskera. Sería bueno que se relajara"
PREGUNTA: ¿Cómo le presento? ¿Profesor de universidad, expresidente del PSE, del Parlamento Vasco, una rara avis en política porque es de los contados políticos vascos que hoy en día escriben, mediador con ETA, muñidor del proceso de paz, etc. ¿Qué le define más a estas alturas de la vida?
JESÚS EGUIGUREN: Pues no lo sé, porque soy un poco de todo, pero yo a mí mismo me considero como un resistente frente a la barbarie y el terror que ha habido en Euskadi.
P: O sea que eso es lo que usted cree que más le ha marcado: la presencia de ETA en su vida y en la sociedad vasca.
J.E.: Sí, sin duda. Desde el 84 he llevado escolta. Por tanto, siempre me he sentido en peligro, aunque nunca he tenido miedo.
P: ¿Cuándo le pusieron escolta?
J.E.: En el 84, cuando asesinaron a Enrique Casas.
P: El título del libro menciona "el infierno de la Transición vasca". ¿Cuál fue la Transición vasca?
J.E.: Pues la Transición española fue un acuerdo por el que los españoles iban a vivir en paz y en libertad, con una constitución aceptada por todos y, por tanto, con democracia. Ahora se suele discutir bastante la Transición, pero para los que lo vivimos fue un tiempo relativamente mágico, el ver cómo en tan pocos años pasábamos de una dictadura a la democracia. Esa fue la Transición en España. En Euskadi ocurrió todo lo contrario. Aquí no hubo unidad, decían que la constitución no valía, había asesinatos, presión en las calles, la gente aprendió a estar en silencio. Por tanto, en cierta forma, aquí no hubo Transición.
P: ¿Cuándo sitúa usted el inicio de esa Transición vasca? ¿Coincidiendo un poco con la Transición en España?
J.E.: El inicio de la transición sí, pero el final no lo veo hasta que se acabó con ETA, porque mientras existió ETA para algunos no había plena libertad.
P: La ha definido como "un infierno". Dice que la sociedad vasca estaba dividida en dos bandos irreconciliables.
J.E.: Empezando por el referéndum de la Constitución, Euskadi se dividió entre los que decían que aquí no se había aprobado, que aquí no había democracia, y los que aceptamos con ilusión la Constitución y la democracia española. Se montaron esos dos bandos en grandes líneas y luego en cada bando había, a su vez, más. En el nacionalismo estaban los moderados, los radicales, etc. Digamos que la Transición española acabó con las dos Españas, pero en Euskadi se crearon varias Euskadis.
P: ¿Ese pasado se ha superado o seguimos siendo un país de banderizos?
J.E.: Parece que se ha superado, porque, una vez que desaparece la organización terrorista, la gente vive en los mismos barrios, los niños van a las mismas escuelas, la gente va a las mismas fábricas...Por tanto, la sociedad no estaba en el día a día dividida. Desde el momento en que la gente se sintió en libertad, se superaron casi todos los males.
P: ¿Cómo era el socialismo de entonces? Hubo una época que se hablaba mucho de socialismo vasquista. ¿Qué ha sido de él?
Nosotros solíamos decir que el socialismo vizcaíno era obrerista, el socialismo alavés era mesetario y el guipuzcoano era vasquista. Yo fui uno de los que más propugnaron la necesidad del socialismo vasquista. Creo que ya lo somos en gran medida, pero también son fuertes las ataduras del socialismo vasco con el conjunto del PSOE. Ahí estamos, en ese equilibrio difícil.
P: Ese equilibrio entre lo que les achacan muchos nacionalistas, que son ustedes una sucursal del PSOE de Ferraz, y él tener una identidad más propia.
J.E.: Sí, nos achacan de eso, pero bueno, nosotros somos un partido anterior al Partido Nacionalista Vasco. Si alguien tiene pasado en Euskadi es el Partido Socialista. Y esas acusaciones que nos hacen son la mentalidad nacionalista, que en el fondo no le gusta España, no quiere identificarse con España, mientras que nosotros no tenemos esos problemas: somos vascos, somos españoles y no vemos ninguna contradicción entre ambas cosas.
P: Por eso le preguntaba si seguíamos siendo un país de banderizos, porque últimamente, con las últimas polémicas en torno a la euskera en la Función pública, sí que está habiendo mucha polarización, mucho rechazo a lo español, incluso al español como lengua propia de los vascos, gente que niega que existan aquí dos lenguas.
J.E.: Creo que hay mucha gente en el mundo de la euskera y en el mundo nacionalista que lo que les gustaría es que aquí solo se hablara el euskera y, por tanto, que todas las políticas que se hagan, vayan con vistas a erradicar el castellano. Pero es un planteamiento muy ingenuo. Aquí siempre se va a seguir hablando castellano, como siempre se habló castellano, y siempre se seguirá hablando euskera, como siempre se habló euskera.
P: Volvamos a cómo era el socialismo de la Transición, marcado por ETA ¿Cómo se vivía aquello?
J.E.: Pues, vivíamos como un colectivo aislado. En bromas solíamos decir lo de los últimos de Filipinas, los tercios de Flandes, etc. porque nos quedamos reducidos exclusivamente a los que éramos socialistas. Apenas teníamos relación con el exterior y, además, vivíamos en constante peligro, con atentados a las Casas del pueblo. En fin, una situación de marginación social que hubo que aguantar y seguir para adelante. Había momentos en que parecía que no íbamos a poder tirar para adelante, pero tiramos.
P: Pese a ese clima, pese a lo que usted vivió, usted decidió que había que hablar. Primero habló con Otegi y después con la propia ETA, como el representante del Gobierno central en las negociaciones con la banda terrorista. ¿Recuerda cuándo decidió sentarse y por qué lo hizo?
J.E.: Porque, en un momento dado, cuando todo el mundo hablaba del empate infinito, cuando todo el mundo pensaba que ETA era indestructible...yo, por intuición y por fenómenos nuevos, llegué a la conclusión de que ETA estaba en su fase de agotamiento y que, por tanto, merecía la pena intentar el diálogo.
P: ¿Qué vio usted?
J.E.: Mira, yo lo primero que vi es a compañeros del instituto, que no me habían saludado nunca, saludarme. Dije, qué cosa más rara, aquí está cambiando algo. Pero luego, aunque no se dieron cuenta, estaba que era incompatible el terrorismo islamista con el terrorismo de ETA. No se podía condenar lo que había pasado en Madrid y, a la vez, seguir practicando el terrorismo. El terrorismo pasó de ser en los años 60 algo con un aura revolucionaria a ser lo más reaccionario del mundo. Con eso y algún que otro factor más, me di cuenta de que ETA se acababa.
P: ¿Cuánto le ha costado personalmente esa decisión que tomó, el haber decidido apostar por el diálogo?
J.E.: Me han costado muchas críticas, porque eso se identificó como que era rendirse ante ETA, que era medio nacionalista, que quería un pacto pero no derrotar a ETA, que era un aldeano, un indocumentado... Todo lo que se puede inventar para criticar a una persona lo tuve que aguantar, pero, como estaba convencido de que era cuestión de años que acabara ETA, tiré para adelante.
P: En el libro se recogen las actas de las conversaciones con ETA. ¿Por qué ha decidido que sean públicas? ¿Qué podemos encontrar ahí que no se supiese hasta ahora?
J.E.: No es que encontremos algo nuevo; se encuentra la confirmación de que todo lo que ha dicho el Gobierno o he dicho yo sobre las negociaciones es verdad: cómo en un momento dado cambian de política y deciden romper y cómo se produce esa ruptura y los comunicados que hacen. Es una forma de demostrar a la gente que nunca habíamos cedido, que es ETA la que cambió y la que se levantó de la mesa, que es verdad. Todo el periodo en Suiza y en Oslo en el que se estuvo negociando la hoja de ruta fue relativamente bien, pero en ese momento clave desapareció Urrutikoetxea y apareció Thierry y quiso modificar la hoja de ruta. Poco a poco fue convirtiendo el proceso en "o aceptas la autodeterminación y la anexión de Navarra o no hay nada". Yo eso lo vi desde que conocí a Thierry. Por tanto, la última fase en que fue mal el proceso, la viví con la sensación de "tantos años para llegar hasta aquí y ahora este hombre lo tira todo por la borda".
P: ¿La paz era esto? ¿Se la ha imaginaba usted así?
J.E.: Sí, yo creo que la paz era esto. La paz era andar por la calle sin mirar para atrás, andar sin escoltas, no desconfiar del vecino, todas estas cosas que hacemos normalmente y todos los días. Algunos pensaban que la paz era resolver el conflicto vasco histórico, la reconciliación, pero no. Eso pueden ser objetivos a largo plazo, pero la paz era vivir en paz.
P: Y, sin embargo, se oye hablar más que nunca de ETA en el Congreso, en el Senado, en los discursos de muchos políticos...
J.E.: Este país es como es y la derecha y la izquierda no comparten nada en común. Entonces, cuando se hizo la paz, siendo el acontecimiento histórico más importante desde la Transición, mucha gente lo tomó con desconfianza, a otra mucha gente no le gustaba porque sospechaba que había una negociación, etc. En definitiva, no pudimos disfrutar de la paz, ni celebrar la paz, ni nada de eso.
P: De cara al futuro, usted dijo hace años: "Cuando apliquemos esa política de pacificación lo que vendrá será la necesidad de replantearse lo que vamos a hacer los vascos el día de mañana". ¿Qué vamos a hacer los vascos el día de mañana?. ¿Qué asuntos están por resolver, le preocupan a usted de la Euskadi actual y creen que nos van a dar muchos quebraderos de cabeza en el futuro?
J.E.: El futuro no me preocupa. No digo que no haya tareas pendientes. Creo que se está haciendo un esfuerzo para buscar un nuevo estatus que sea compartido por todos. Eso sería muy importante porque el actual, EH Bildu no lo apoyó en su momento. Creo también que hay un exceso de presión nacionalista en los terrenos culturales, el euskera... Eso también sería bueno que se relajara con el tiempo y se tomaran con normalidad las cosas. Y luego habrá otras muchas cosas que se resuelven a base de democracia y de elecciones, pero no me preocupa excesivamente el futuro del País vasco. Veo su futuro como un país normal, que se desenvuelve en democracia y que no pide mucho más. Quizá tenga que ver algo con lo que hemos vivido.

Eva Domaika
Jefa de informativos en Cadena SER Vitoria. Presenta el informativo diario ‘La ventana Euskadi’. Si...




