Peio Etxeberria se lleva la final del Cuatro y Medio en el frontón Bizkaia

Bilbao

Peio Etxeberria se ha coronado este domingo como nuevo campeón del Cuatro y Medio al imponerse por 22-11 al riojano Javi Zabala. El de Zenotz ha cuajado una final de enorme nivel, tanto en el apartado físico como en el mental, anulando a su rival y firmando tantos casi perfectos. Es su primer triunfo individual en la máxima categoría de la pelota y su segunda txapela, que se suma a la que ya logró en el Parejas junto a Zabaleta.

Este triunfo tiene un sabor distinto para el navarro. Es campeón en solitario, pero también antes ha sido derrotado en solitario. Ha tenido que alcanzar tres veces consecutivas el partido definitivo para, al fin en este 2025, llegar al tanto 22. Antes tuvo que perder ante Altuna y Laso. De aquellas dos finales perdidas extrajo conclusiones, seguramente algunas de ellas le han llevado ahora al éxtasis.

Un inicio durísimo

Y es que ante Zabala partía como favorito, pero, como él mismo ha recordado tras el partido, eso solo sirve hasta que llega el primer saque. Después tuvo que luchar para conseguir cada tanto. Más aún cuando de inicio el riojano le golpeó con su propia medicina. Aunque Peio tuvo el primer saque, Zabala se adjudicó un primer tanto peloteadísimo y de enorme desgaste y un segundo en el que supo provocar el error de Etxeberria.

Tuvo que hacer ese clic en su cabeza que tantas otras veces le ha sido imposible. Tuvo que olvidarse del marcador y limitarse a jugar. Así es como llegó hasta 22 a base de tantos de saque, dos pareces, dejadas al txoko y unas piernas capaces de cubrir toda la cancha. Un error de Zabala en el 4 iguales le dio su primera ventaja, esa que ya nunca abandonaría hasta el final.

Dominador total

Primero firmó una tacada de 6 tantos consecutivos, hasta el 10-4. Luego un remate se le fue a la txapa. Después sumó otra buena racha hasta el 16-5. Prácticamente tenía el partido. Pero Peio seguía centrado, serio, respirando tras cada tanto. Nunca celebró, al menos no exteriorizó, nada hasta que cayó el último. Entonces sonrió, lloró y se abrazó con los suyos.

Zabala no fue capaz de frenar el ritmo, cada vez más agresivo y velor, de Peio Etxeberria. Lo intentó hasta el final, pero terminó mirando a su aita, sentado en la contracancha, con gesto frustrado y consciente de que se le había escapado su primera gran oportunidad.

Gestión de emociones

El navarro, tras su victoria, ha insistido en la importancia del apartado mental de este tipo de encuentros: "Dije que era una final, que no era un partido más. Iba a haber tensión, nervios. Es fácil decir que da igual salir contra mil que contra tres mil. Yo lo he vivido y sé que no es así".

Ante ello, Peio tenía claro que algo debía hacer de manera diferente: "Es un partido en el que se juntan muchas emociones. A mí hasta ahora siempre me había venido grande, pero me he tenido que acostumbrar. Ahora mismo, esto creo que es para estar muy feliz".

Y precisamente olvidar esa tensión ha sido, en su opinión, la clave: "El partido ha cambiado en el momento en el que me he quitado la tensión del cuerpo. Yo he aceptado que la había y ahí es cuando le he dado la vuelta a la situación. A partir de ahí he confiado en el trabajo que venía haciendo, trabajar por pared y jugar suelto. Así ha sido y estoy muy contento".

Pagar la inexperiencia

Zabala, por su parte, ha reconocido que su rival le ha superado en todo momento: "Quería hacerle jugar más de derecha, pero Peio cada vez lo hacía mejor y me ponía en más complicaciones a la hora de intentar tener respuesta. Solo corría de un lado para otro. Cuando se me ha ido en el marcador, he perdido la fe en mí y ya ha sido imposible".

Ha dicho también que la tensión ha jugado en su contra. También las expectativas depositadas en su victoria, cierto exceso de presión: "Se nota que no es un día más. El frontón y la gente aprietan mucho. Si no estás cómodo, se te puede volver en contra ese ambiente. Cuando estás en un agujero es difícil salir. Pero estoy muy agradecido a toda la gente que ha venido de La Rioja", ha zanjado.