Arantxa Olañeta: "Tenía 17 años cuando crucé a Francia para abortar pero mi madre no se enteró hasta que cumplí los 40"

San Sebastián

Acababa de irse de casa "que era lo que más quería" y empezaba una nueva vida en la universidad en Bilbao. Tenía 17 años cuando se enteró de que estaba embarazada. "Me quedé en shock" confiesa Arantxa Olañeta, vecina de Renteria. "Imaginar que tenía que dejar la carrera, volver a casa de mis padres... no quería ni pensarlo" recuerda. Por eso, desde el primer momento tuvo claro que iba a abortar: "No quería tener al bebé".

Corría el año 1977 y, por aquel entonces, en España los derechos de las mujeres, "y especialmente los derechos sexuales y reproductivos -recuerda- eran un desierto" y el derecho al aborto, inexistente. "Estaba prohibido y, si te pillaban, te caía cárcel, igual más de 30 años".

Desde hace un tiempo corría el rumor en la localidad de que existía una red de mujeres que ayuda a cruzar la frontera a Francia para abortar. Arantxa contó lo que pasaba a sus amigas y ellas hicieron el contacto. "Me consiguieron la cita y cuando acudí ya estaba el coche esperándome" cuenta.

El viaje no fue fácil, "yo seguía en shock". "Íbamos el chófer, Maite -una mujer del pueblo a quien ya conocía- y tres chavalitas en la parte trasera. Se nos contagiaba el tembleque por los nervios" relata Arantxa, aunque no tiene recuerdo de que fuera algo traumático. Es más, la vuelta tras el aborto la vivió "como una liberación, un peso que me quité de encima. Fue una vuelta a la normalidad".

Reconoce que no le costó dar el paso aunque tardó tiempo en hacerlo público. "Lo llevé en silencio total. ¿A quién se lo iba a contar? El estigma social con ese tema era muy fuerte y más si no estabas casada. La Iglesia iba a saco" subraya. Su madre no se enteró hasta que ella cumplió los 40 años y no sólo no se escandalizó, asegura Arantxa, sino que "aparentemente no le dio demasiada importancia a la historia".

Al poco tiempo de haber abortado Arantxa decidió devolver la ayuda recibida integrándose en la red de mujeres de Renteria. "Hacía falta más información previa, saber qué te ibas a encontrar allí. De hecho, hubo un tiempo que cerraron la clínica en Biarritz y tuvimos que empezar a ir a Leiden, en Holanda. Los viajes se complicaron bastante y fueron mucho más costosos económicamente".

Cuando las mujeres que querían abortar no tenían dinero para costearse el viaje y la operación, era la propia red la que corría con los gastos. "Esto no fue mucho problema" insiste Arantxa. "Lo complicado era conseguir los pasaportes porque en aquellos años no muchas lo tenían". En muchas ocasiones, hubo mujeres que viajaron con documentación falsa, con lo que eso conllevaba al llegar a la frontera. "Siempre les decíamos lo mismo: si nos paran, les decimos que vamos a comprar pantalones Levi´s" recuerda riendo. Nunca tuvieron problemas.

Desde finales de los años 70 y hasta bien entrada la década de los 80, la Red de Mujeres de Renteria ayudó a cruzar la muga para abortar a unas 1.000 mujeres. Hace unos años decidieron hacer público el trabajo con la grabación del cortometraje "Las Buenas Compañías" de Bertha Gaztelumedi y Nuria Canal. La historia fue también llevada al cine por Silvia Munt hace tres años.

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