ETA mata al socialista Ernest Lluch, un apóstol del diálogo y la negociación

Vitoria-Gasteiz

El capítulo 73 de 'La ventana de la memoria' recuerda al intelectual, profesor universitario y político socialista que llegó a ministro de Sanidad con Felipe González. La noche del 21 de noviembre del año 2000, cuando regresaba a su casa en Barcelona tras haber dado clase en la Universidad, le estaban esperando en el garaje del edificio dos etarras. Le dispararon dos tiros a la cabeza, que le causaron la muerte. Su cuerpo quedó tendido entre los vehículos y no fue descubierto hasta hora y media después por un vecino.

Rosa Lluch, una de las hijas del asesinado, es también profesora universitaria y política. Nos describe a su padre como "un profesor universitario". Sus recuerdos con él, precisamente, son "sobre todo, hablar, que él contara cosas, que él explicara cosas, que era una de las cosas que más le gustaba en el mundo: hablar, explicar y tener un público que le escuchara".

Su "amada tierra vasca"

Lluch cuenta que el vínculo de su padre con Euskadi, que describió en algunos artículos como "mi amada tierra vasca", "fue un vínculo que creó él mismo". Así, "cuando estaba en la Universidad Internacional Méndez Pelayo, cuando podía salía de Cantabria e iba a San Sebastián, donde tenía muchos amigos. Además, él había quedado marcado porque su madre un día le había dicho que era la ciudad más bonita del mundo. Entonces empezó a ir a San Sebastián, empezó a ir allí y se sentía allí como en su casa".

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En una de esas visitas a la capital guipuzcoana, Ernest Lluch participó en el primer mitin que el PSE dio en la céntrica Plaza de la Constitución. Allí, ante un grupo de jóvenes que les increpaban, Ernest les contestó: "¡Gritad más, que gritáis poco. Mientras gritáis, no mataréis!". Rosa destaca que ese acto "ejemplifica muy bien el momento histórico, en el que ya no hay violencia (ETA había declarado una tregua); en el que los socialistas pueden hacer un mitin en cualquier lugar de la ciudad con los mismos derechos que cualquier otra persona de la ciudad; en el que había gente que podía ir a un mitin en la Constitución sin ningún problema; y en el que había mucha gente asistiendo al mitin y un mínimo de personas que estaban intentando boicotearlo".

Rosa Lluch reconoce que no se esperaba que asesinaran a su padre, aunque ETA ya había matado a otros socialistas ese mismo año, caso de Buesa o Jauregui. "No lo esperábamos y, menos después de la esperanza que se abrió en la tregua. El año 2000 fue muy duro y con un poco la sensación de que se podía haber evitado. Es decir, en la tregua se podían haber movido fichas para que se acabara del todo".

"Un hombre de paz"

¿Por que ETA mató a un hombre que buscaba la paz? "No sé por qué lo mataron y no sé si los asesinos en realidad sabían por qué le mataban", responde la historiadora. Partiendo de que "no hay ninguna razón que justifique el asesinato de nadie", sí reconoce que su padre era "un hombre que estaba intentando tender puentes, intentando que se hablara, que estaba intentando buscar alguna solución a una violencia armada que estaba causando muchísimos daños desde hacía mucho tiempo. Desde ese punto de vista puede ser visto como un hombre de paz".

Del día del atentado recuerda cómo comieron juntos en la Universidad, donde ambos trabajaban, "y cuando él se fue, le asesinaron, no llegó a su casa". Se enteró por una llamada de la prensa. Después del "desconcierto" de las primera horas, su recuerdo es el de que "la sociedad de Barcelona y la sociedad catalana se puso absolutamente a apoyarnos. Anónimamente te decían "esto es una barbaridad", te saludaba por la calle gente que no conocías, recibimos muchísimos mensajes y yo siempre me sentí súper acompañada por la gente con la que vivía y a la que no conocía".

Con el transcurso de los meses y años Rosa pasó un duelo, como cualquier otra persona, "con la diferencia de que todo el mundo sabe que tú estás pasando por un duelo y todo el mundo quiere hacer reconocimientos, con lo que estás continuamente entre el agradecimiento y, por otra parte, el dejarme lamerme mis heridas o curarme mis heridas yo sola". Dice que el tiempo le ha ayudado en este proceso, de forma que "yo siempre pienso que mi padre está muerto. No pienso en cómo murió, no pienso en lo que pasó, sencillamente no está".

Con Otegi "por estoicismo"

Siguiendo ese afán dialogante de su padre, Rosa Lluch se ha reunido con dirigentes de la izquierda abertzale, como Pernando Barrena o Arnaldo Otegi. Lo hizo, cuenta, "por estoicismo, porque es lo que tocaba para acabar con esa violencia y había que colaborar en lo que fuera posible". Reconoce que no fue fácil ni cómodo, pero, también se felicita porque "al final entre mucha gente se consiguió que dejaran de matar".

De cara al futuro, "la única lección que tenemos que sacar de aquí es que esto no se puede volver a repetir, ni en Euskadi, ni en Cataluña, ni en el Estado español, ni en ninguna parte. Que la violencia nunca lleva a nada positivo. Siempre lleva a cosas negativas porque, además, deja brechas sociales que se alargan mucho en el tiempo".

El asesinato de Lluch fue uno de los 23 que ETA cometió en el año 2000. Muchos, como él, eran referentes sociales como políticos, empresarios, periodistas...Fernando Buesa, Juan Mari Jauregui, Joxe Mari Korta, José Luis López de Lacalle fueron algunas de las víctimas de la banda aquel año. La Fundación Fernando Buesa y el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda abordaron este hecho en su último seminario en una mesa redonda titulada 'El año de los magnicidios'.