ENBA exige medidas urgentes para frenar la plaga de jabalíes que "amenaza" a las explotaciones en Euskadi
La organización agraria alerta del riesgo que supone la expansión de enfermedades como la peste porcina africana y reclama un mayor control poblacional del jabalí
Primero la lengua azul, la enfermedad hemorrágica epizoótica, gripe aviar, dermatosis nodular y ahora la amenaza de la peste porcina. La lista de enfermedades que se han ido sucediendo genera un clima de hartazgo entre ganaderos que se han ido adaptándose a restricciones de movimientos, cambios en el mercado de terneros y limitaciones en ferias y concentraciones ganaderas. De momento, subrayan, el impacto económico no ha sido “dramático”, pero el temor es que la situación cambie de raíz en el momento en que aparezca un foco en Euskadi.
El avance de la peste porcina africana en territorios cercanos han encendido definitivamente las alarmas ante un sector porcino pequeño y vulnerable, y una “auténtica plaga” de jabalíes que sitúan a la exposiciones en una posición de riesgo, y reclaman a las instituciones un esfuerzo adicional y coordinado en el control de fauna silvestre.
Potrillo muerto tras el paso de jabalíes en una finca de Ordizia.
Potrillo muerto tras el paso de jabalíes en una finca de Ordizia.
ENBA reconoce que, desde el último brote de PPA registrado en el Estado en 1994, se ha trabajado en profundidad en la bioseguridad de las granjas, con protocolos cada vez más estrictos de higiene, control de accesos y movimientos. Sin embargo, identifica un “gran punto débil” en el control poblacional de los jabalíes. Más allá de los daños evidentes en praderas, maizales y huertas, la organización insiste en que estos animales son “inmejorables vectores” de enfermedades como la propia PPA, la brucelosis, la tuberculosis o la lengua azul, al compartir con el ganado prados, bebederos, comederos e incluso, en ocasiones, las cuadras.
La gestión de la población de jabalí se articula hoy fundamentalmente a través de la caza, coordinada por la Federación mediante cuadrillas distribuidas por ámbitos territoriales. Un sistema que enfrenta el envejecimiento y descenso del número de cazadores, la exigencia física de las batidas y la aplicación más estricta de la normativa tras el accidente mortal registrado en Deba, que ha llevado a algunos cazadores a "pensárselo dos veces antes de salir al monte". A ello se suma la propia realidad del territorio guipuzcoano, explica, con una orografía complicada y un paisaje muy humanizado que añade restricciones a la hora de planificar batidas y otras medidas de control.
Desde el sindicato agrario piden un “mayor esfuerzo” en el control poblacional de los jabalíes, basado en el uso de “todas las medidas y métodos posibles” que permitan la técnica, la tecnología y la legislación vigente.
