Vitoria se debate entre el tardeo o la nochevieja tradicional

Vitoria-Gasteiz

La llegada del 31 de diciembre vuelve a plantear en Vitoria un dilema cada vez más presente en el ocio urbano: apostar por el, cada vez más multitudinario, tardeo o mantener la Nochevieja tradicional, con fiestas que se alargan hasta el amanecer y el consiguiente desayuno de churros con chocolate. Lejos de una respuesta única, la ciudad ofrece una amplia variedad de propuestas que reflejan la pluralidad de públicos, edades y formas de entender la celebración del fin de año.

Entre los espacios que apuestan de forma clara por la noche se encuentran dos salas míticas del ocio gasteiztarra: Jimmy Jazz y Kubik. Su responsable y copropietario, Iker Arroniz, se muestra crítico con la expansión del tardeo tal y como se plantea actualmente. “Yo soy más de noche, el tardeo me recuerda mucho al pintxo-pote, y es que la propuesta que hay ahora mismo no van más allá de poner música en bares, muchas veces gratuita y sin una programación cuidada”.

Arroniz considera que el fenómeno del tardeo responde en gran medida a un perfil de edad concreto. “Ahora mismo el tardeo lo ocupa sobre todo gente de 50 años para arriba”, aunque reconoce que en algunas ocasiones se mezclan con personas de 35 o 40 años en días y para celebraciones concretas. Desde su experiencia de más de dos décadas en el sector nocturno, echa en falta “tardeos con conceptos diferentes, con electrónica, conciertos o una propuesta cultural más clara”.

Sin cotillón, pero con fiesta

En cuanto a la Nochevieja, Jimmy Jazz vuelve a posicionarse como un referente. “Aquí no hablamos de cotillón, hablamos de fiesta”, ha destacado Arroniz. La sala mantendrá su estructura habitual, pero ampliada para la ocasión, con dos ambientes bien diferenciados. Electrónica en la parte superior y música más comercial y popular en la inferior, con un horario que se prolongará hasta las ocho de la mañana. “No ofrecemos nada que no hagamos un sábado cualquiera, pero con más tiempo, más artistas locales y una entrada que incluye tres copas”.

Kubik, por su parte, también ha optado por este formato tras descartar un cotillón clásico. “Tuvimos que echar para atrás la idea porque las ventas no iban como esperábamos”, ha reconocido Arroniz. El cambio se realizó apenas unas semanas antes y el resultado fue inmediato. “En menos de una semana se agotaron las entradas”, lo que refuerza la idea de que las salas de conciertos de la ciudad funcionan mejor como espacios de fiesta que como cotillones tradicionales.

En el centro, el Bushy Club plantea una alternativa intermedia. Javier García Pascual, socio del establecimiento, se define como “más de tardeo”, aunque admite que “la Nochevieja no me la salto nunca; es una noche al año que se puede hacer larga y perfecta”. El local abrirá tanto por la tarde como por la noche, aunque sin cotillón este año. “No nos ha dado tiempo a hacerlo bien y preferimos cambiar el formato”, ha indicado. La entrada será libre, con DJs y control de aforo, en una jornada que define como “intensa y a contrarreloj” para el personal hostelero.

Elorriaga se queda sin cotillón

No todas las apuestas han tenido el mismo resultado. El Palacio de Elorriaga se ha visto obligado a cancelar el cotillón previsto para esta noche. “La venta no ha sido la esperada y nos ha dado muchísima pena”, ha explicado su responsable, Mónica Rosales. El evento incluía fotomatón, photocall y diversas sorpresas, pero no alcanzó el aforo mínimo necesario. Aun así, Rosales se muestra optimista y mira al futuro: “Lo retomaremos el año que viene”. Mientras tanto, el palacio continúa centrado en bodas, comuniones y eventos, apoyado en “unos jardines impresionantes y una cocina que deja a la gente muy satisfecha”.

En la calle, el pulso de la ciudad confirma que no hay una única forma de despedir el año. Hay quienes apuestan por el poteo vespertino y alargar la noche, quienes evitan los cotillones y prefieren moverse de bar en bar, y quienes optan por quedarse en casa, en familia o con mascotas, buscando una celebración más tranquila.

Vitoria despide así el año con una oferta diversa y un debate abierto: el tardeo gana presencia y adeptos, pero la Nochevieja tradicional sigue siendo, para muchos, un ritual irrenunciable.