Sociedad

Cristina Almeida: "Nos tenemos que mover en la discrepancia, no en la agresividad"

Acude a O Inferniño a la presentación de un libro sobre marzo del 72

FERROL, 22/06/2022.- La abogada Cristina Almeida, acompañada por el poeta Xesús Alonso Monter, durante la presentación de un libro sobre los sucesos del 10 de Marzo de 1972 en Ferrol tras los cuales defendió ante el régimen franquista a varios dirigentes sindicales de la comarca. EFE/kiko delgado / kiko delgado EFE

Ferrol

A Cristina Almeida (Badajoz, 1944) Ferrol no solo no le resulta un lugar extraño, sino que conoce cómo se gestó en la ciudad la respuesta sindical y política al franquismo en los estertores de la dictadura.

Este miércoles ha regresado a la urbe naval para tomar parte en la presentación de '10 de marzo, un conflicto del movimiento obrero gallego por la democracia', un libro que repasa los sucesos de 1972 en la localidad. 50 años después, el esfuerzo por avivar la memoria de una lucha.

Recuerda que entonces "ya era abogada" y estableció relación con algunos de los principales dirigentes de Comisiones Obreras en la zona, de Rafael Pillado a José María Riobó o Manuel Amor Deus.

"Venían a informar de la situación que se había creado, dos trabajadores muertos en Bazán; me fui a Ferrol y fue una sensación terrible, la gente en las casas herida sin atreverse a ir al hospital", enfatiza. Ferrolanos sin "decir nada porque pensaban que los podían detener".

Los disparos de la Policía causaron las muertes de los operarios de los astilleros Amador Rey y Daniel Niebla en el marco de una masiva movilización que buscaba mejoras laborales, pero que también gritaba por la democracia. Para Almeida, conocer aquel telón de fondo supuso un "terrible choque" por la mezcla de "silencio, pena y miedo" que detectó.

Una época "dura", de detenciones e "incidentes muy graves", en la que, sin saberlo, al régimen le quedaban apenas tres años para vivir el fallecimiento de Franco. La veterana militante comunista expresa que la dictadura quizá "tenía conciencia de que iba a caer", pero tampoco descarta que el principal impulso fuese que la oposición "cayera".

"Hubo una represión muy dura, era una época de dureza del régimen", apostilla. Para la letrada, fue un "honor" defender a los acusados por los sucesos. Estaba plenamente "convencida de lo luchadores que eran; compartía las ideas, la esperanza de libertad". Pone el acento en un acontecimiento especialmente doloroso, la muerte del hijo de Amor Deus al ser atropellado por un camión.

No obtuvo permiso para salir de la cárcel e ir a su entierro pese a que Cristina Almeida acudió al Ministerio de Marina en Madrid "llorando". Habla de "dolores compartidos, lágrimas" y un "apoyo jurídico" impregnado de los vínculos con aquellos dirigentes: "Estaba todo tan cercano que uno de los hitos en mi vida fueron los hechos de Ferrol".

Medio siglo después, la abogada considera que había "una alegría de vivir y luchar que se unía con las luchas de los demás, les podías prestar ayuda". Era un "sentido de la unidad muy importante frente a la dictadura, no eran tanto consignas como sentimientos de cómo defendernos ante el Tribunal de Orden Público; había coordinación de sentimientos, no solo de ideas".

Puede que sea un período ignorado, pero reivindica que conocer "la historia es una forma de sentirte orgulloso de ella". Según Cristina Almeida, "no es una historia de abuelo cebolleta, es el origen de la democracia y lo que costó; parece que ahora no hay aprecio por la democracia".

Alerta ella del retorno de "ideas reaccionarias y arcaicas" y advierte de la creencia de que la "democracia viene porque unos señores firmaron un papel; vino por empeño de muertos o prisioneros, que consiguieron la libertad". Su receta para este tramo convulso, "ser más militantes de la democracia".

"Hay una falta de respuesta a la desafección democrática, la democracia es el panel en el que nos tenemos que mover; en la discrepancia, no en la agresividad", asevera. Frente a la "mentira" o la "deformación de las cosas", que le "asusta", pide que la "gente de hoy" tenga la "oportunidad de vivir un mundo mejor".

Ella padeció el dolor de la matanza de Atocha en 1977, un desgarro que no impide su "alegría por gente que ha luchado" por vivir sin ataduras, por "saber de dónde vienes y a dónde tienes que ir".

 
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