Bonnie Tyler, la reconciliación con la nostalgia

Ferrol

Fue en los ochenta cuando la reconversión del sector naval abrió la gran herida de Ferrol y muchas personas creen en la ciudad que la música también se ha quedado anclada cuatro décadas atrás.

Puede que no sea un fenómeno exclusivo de esta esquina del noroeste, aunque es cierto que abundan los grupos que hacen versiones de los temas de aquel momento o que siguen aferrados a los estilos que reinaban superada la Transición. También brillaba Bonnie Tyler, pero ella es atemporal. La galesa ha cumplido con su palabra.

Anunciada como la estrella invitada a la primera edición de un festival que iba a celebrarse hace dos veranos, las restricciones sanitarias dieron al traste con aquellos planes. Al fin ha visitado la ciudad y ha actuado en la noche de este viernes en el puerto ferrolano; casi con puntualidad británica, se subió al escenario apenas diez minutos después de la hora establecida.

A sus 71 años, algo más pequeña de lo que pueda parecer en una fotografía o un vídeo, hizo piña con su equipo antes de saludar al público. Dejó envolver su inconfundible voz ronca en un terciopelo de rock, en una banda de campanillas para hacer las veces de guardaespaldas de una estrella para la que no acaba de ocultarse el sol.

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Junto a la lonja de Curuxeiras y los barcos que saludan a Ferrol Vello, espectadores de todas las edades. No era necesario apuntar hacia las más altas, eran tan incondicionales los jóvenes amantes del guitarreo como los veteranos apostados ante la nostalgia.

"Esta sí que es nostalgia de la buena", contaba Alba donde se cruzaban las colas por hacerse con una cerveza con la religiosa fila que conducía a los baños portátiles. Tyler ya se había ganado a la audiencia con un cóctel entre su música más vibrante y las baladas tan propias de su prolífica trayectoria. Uno de sus grandes éxitos fue el tercero en sonar, el "It´s a heartache".

Nadie evitó corearlo y los teléfonos hicieron de espejos ante una iluminación que se hizo viva hacia los tonos rojizos, también con el "Total eclipse of the heart", que lanzó con especial mimo. La cantante se marcó alguna estrofa sin acompañamiento, quién sabe si para dejar claro que su garganta es tan potente como el primer día; desde luego, tan personal como siempre.

"Buenas noches" al principio y "muchas gracias" entre alguna de sus incursiones, esos fueron sus únicos guiños al castellano. Charló en inglés con quien la había esperado desde minutos antes, obsequiando con un "encantada de veros" en su idioma habitual o amagando con alguna broma.

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Cazadora de cuero y melena a prueba de guerra, pero no había ráfagas que hiciesen incómodo el esperado festival. Rodeada por la ría de Ferrol, la acústica se puso a los pies de Bonnie Tyler, aparentemente enemiga de los alardes sobre las tablas. Pasos discretos, nada de coreografías elaboradas, poco más que ir al compás de su propuesta musical.

Haciendo suyos el "American pie", de Don McLean, o el "Have you ever seen the rain", de la Creedence Clearwater Revival, y sin que su banda hiciese de salvavidas; lo dio todo, lo cantó todo y enamoró a cerca de 3.000 personas.