Los maquinistas convivían con el riesgo en A Grandeira "como animal de compañía"
Insisten en que el peligro en Angrois era conocido, y que se hubiera podido evitar con las señales que se instalaron después del accidente
Santiago de Compostela
El peligro en la curva de A Grandeira era "evidente" y "comunmente conocido", un "riesgo" con el que convivían los maquinistas y que asumían "como animal de compañía", una vez que Renfe pasó por alto la carta de Iglesias Mazaira en la que alertaba de las brechas de seguridad en ese punto de la vía.
Son las conclusiones más relevantes de la duodécima jornada del juicio por el accidente del Alvia, con la única declaración de Manuel González Sánchez, formador de maquinistas, en una mañana en la que había previstas otras dos declaraciones que, finalmente, no tuvieron lugar.
Este testigo comentó que la curva era un "riesgo", "evidente", y "comúnmente conocido", y agregó que el accidente que tuvo Francisco José Garzón lo pudo haber sufrido cualquier otro maquinista, incluido él, que dijo haber pasado por esa zona unas 400 veces.
Al formador de maquinistas le preguntaron por qué no insistieron en estas quejas, y replicó que después de ver la respuesta que le dio Renfe a la carta de Iglesias Mazaira, diciendo que se adecuaba a la normativa, asumieron que tendrían que aceptar el riesgo en la curva "como animal de compañía".
En opinión de González Sánchez, las medidas que se tomaron un mes después del accidente hubieran sido suficientes para evitar el siniestro. Antes de esto, todo quedaba a merced del maquinista, de modo que "no había ninguna barrera para corregir un lapsus" o cualquier tipo de distracción.
También comentó que, a falta de medidas de seguridad, cada maquinista "inventaba" o "improvisaba" su propio punto de frenado.
Iñigo Caínzos
Redactor en Radio Galicia desde julio de 2021. Graduado en Administración y Dirección de Empresas y...