La parábola de Aspas
El Príncipe de las Bateas cambia el discurso del vestuario para buscar la reacción del Celta
Vigo
Unai Núñez nos dejaba, en su comparecencia del martes, una reflexión sobre la autocrítica del vestuario pero con matices. El tan ansiado pero…apareció en su discurso. “Claro que hay que hacer autocrítica pero jugamos mejor que los rivales pero, por pequeñas cosas, nos acaban ganando. Y eso es lo que hay que corregir”. Parecería, a priori, un discurso excesivamente triunfalista o una visión extremadamente optimista cuando el Celta está 17º empatado con el 18º. Ese mensaje que Unai cree que es tranquilizador, porque quiere autoconvencerse de que lo están haciendo bien, lo que consigue es alejarles todavía más de la cruda realidad. Cuando un equipo está en la parte baja de la clasificación es más débil, más frágil, encaja peor los golpes y le pasa de todo. Sea el Celta, el Sevilla, el Cádiz o el Pucela.
Pero además el Celta 22-23 es un púgil con buena técnica, de buena presencia siempre en el cuadrilátero, que es atractivo de ver, pero con mandíbula de cristal y con pegada de peso mosca. Y a la falta de pegada (menos de un gol por partido), se une Marchesin con una estadística de goles encajados por disparos a puerta que son altamente preocupantes. Esa es la realidad del equipo que lo intenta, le pone ganas y es capaz de poner contras las cuerdas a Sevilla (en la primera parte) o Villarreal (en la segunda), pero apenas sin meter manos claras para sumar en las cartulinas.
Está claro que Carvalhal es un estudioso del fútbol y ha detectado perfectamente cuales son los problemas que tiene el equipo. Ya lo hizo blindando la defensa para que dejase de ser un coladero. La defensa de cinco está logrando que el Celta sea un equipo mucho menos frágil. Otra cosa es la teoría de la manta; porque el Celta se tapa la cabeza y deja los pies al descubierto y, con el frío que hace, se constipa con facilidad.
La delantera gripada (17 goles en 18 partidos) sólo sobrevive con los goles de Aspas y Veiga, mientras enviudó de Carles Pérez y Cervi y ve con alarma el paupérrimo botín de los dos delanteros centro del equipo: solo 1 gol Larsen y otro de Paciencia. El Celta es cierto que tiene más opciones en cada uno de los últimos partidos porque no se descose y no le ganan por KO. Atrás quedaron los Celtas muertos del Wanda, Mestalla, Pucela, Almería o en Balaídos contra el Real Madrid. Es un Celta más sobrio, con más empaque, pero que tiene que mejorar todavía mucho para que pueda ser cierto el mensaje tanto de Unai el martes, como de Mingueza y Beltrán al acabar en Mallorca, de que estamos trabajando bien y estamos haciendo las cosas bien. Tan bien no se estarán haciendo las cosas para que el club haya encendido todas las luces de alarma en A Sede, que Luis Campos esté rastreando el mercado, que incluso pueda haber solución invernal al infernal DenisGate y que Aspas, capitán, héroe y líder, escribiese que “cuanto antes asumamos la realidad mejor nos irá”. Esa es la clave de todo. Mejor nos irá cuanto antes al equipo se le ponga cara de A Reconquista y empiece a mentalizarse que hay que ir con el cuchillo entre los dientes en cada balón, en cada disputa y contra cada rival. Cada vez que alguien diga que “queda mucha Liga” o que “estamos haciendo las cosas bien”, que cierre los ojos y que vea la clasificación. Las pesadillas de Cornellá el Prat, de la Cofradía de los Resinados y el 4%, de la fe de Escribá o del Chachismo al rescate, todavía están muy recientes.
Que el Celta tiene equipo para salir de ahí, está claro que sí. Pero si no se mentaliza que en cada partido le va la vida, se seguirán pareciendo más a la Orquesta del Titanic que al Ejército de Salvación. La directiva también tiene mucho que decir con palancas, desactivaciones de jugadores y, sobre todo, con fichajes. Lo hizo el año de Óscar García trayendo a Bradaric, Smolov, Murillo y, más tarde, a Nolito. Jugadores que contribuyeron a crear competencia en los entrenamientos, en los partidos, a tirar de experiencia y a darle más herramientas al técnico catalán. Carvalhal, con su talante de portugués viajado, no será de los que alcen la voz, pero también se merece que le refuercen una plantilla corta para intentar salvar la situación. Luis Campos tiene también buena parte de las llaves, palancas o posibilidades de salvación. Todo ello si le dan el visto bueno a los nombres que ponga encima de la mesa. Por ahora Toko Ekambi, agua. Habrá que seguir esperando por el fichaje o los fichajes. El futuro del club en el año del Centenario se juega en los próximos cinco meses de competición, El adiós a enero dará paso a la cuesta de Febrero con Athletic, Betis, Atlético y Real Sociedad. Ojalá veamos al vestuario del Celta comprando más el mensaje de Aspas que el mensaje de Unai. Más que nada por todas las salvaciones que llevan la firma del Príncipe de las Bateas. La de este año pasan de nuevo por sus botas y por la de sus compañeros. Cuanto antes nos demos cuenta de la situación, mejor nos irá. La parábola de Aspas.