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Un perito, sobre la curva de A Grandeira: un precipicio sin red ni arnés

Ángel Sanz, maquinista experto en señalización, afirma que se desnudó la seguridad con el cambio de proyecto y con el ERTMS de abordo desconectado

El perito propuesto por el maquinista, Ángel Sanz Cubero (i), acompañado por el abogado Manuel Prieto Romero (d) a su llegada este martes a la Ciudad de la Cultura para declarar en el juicio del Alvia. EFE/ Xoan Rey / XOÁN REY (EFE)

El perito propuesto por el maquinista, Ángel Sanz Cubero (i), acompañado por el abogado Manuel Prieto Romero (d) a su llegada este martes a la Ciudad de la Cultura para declarar en el juicio del Alvia. EFE/ Xoan Rey

Santiago de Compostela

"Hay un precipicio, tienes un alambre, una barra metálica y vamos a hacer equilibrio". Así afrontaban los maquinistas la curva de A Grandeira, en la que descarriló el Alvia provocando 80 muertes y 140 heridos. Un precipicio para el que no había "ni arnés ni red". Fue lo que declaró el perito experto en señalización, Ángel Sanz, en la penúltima sesión de la fase penal del juicio por el siniestro en Angrois.

Sanz Cubero también indicó que la seguridad se había desnudado en A Grandeira con dos decisiones: por un lado, con la modificación del proyecto, lo que supuso dejar de proyectar el ERTMS en la vía hasta Santiago, como se había decidido inicialmente, y por otro, la desconexión del sistema embarcado.

Según este perito, la curva de A Grandeira era el punto "más crítico" de la línea que une Ourense y Santiago, con la reducción de velocidad de 200 a 80 kilómetros por hora, sin ningún mecanismo de seguridad adicional más allá del margen de maniobra que daba la propia curva. Sobre el ERTMS, aseveró que en el cuadro de velocidades máximas se decía que este sistema de seguridad sí que cubría la curva. Por eso declaró que no concebía "que se desnude la seguridad".

A lo largo de su declaración, también se centró en denunciar los "conflictos" que había con la señalización. En su opinión, había irregularidades en la ubicación de las balizas previas de las señales avanzadas. De hecho, indicó que estaban a 300 metros y no a 500, y por eso cree que la velocidad máxima permitida debería ser más baja, de 160 por hora. A esa velocidad, que sí que permitía la curva, aunque con pérdida de confort, el tren no hubiera descarrilado, ni siquiera en caso de un despiste como el que ocasionó la tragedia.

Durante parte de la mañana aseguró que el cartel estaba "mal ubicado" por una cuestión de visibilidad, y declaró que era "una barbaridad" haber elegido esa ubicación. Los peligros en A Grandeira eran conocidos en Renfe después del aviso de Iglesias Mazaira, el jefe de maquinistas, pero nadie ordenó actuaciones porque "se ajustaba a la normativa".

Una línea sin acabar

También manifestó que haber entregado para los procesos de formación la línea "sin terminar" constituía "una irregularidad muy relevante". Ángel Sanz dijo que "no se debe poner a disposición de la formación una línea que está sin acabar".

Sobre la formación, considera que hubiera sido "normal" realizarla por las dos vías. Y es que Francisco Garzón, el maquinista procesado en la causa, solo recibió instrucción por una de ellas, y no por la que circulaba el día del accidente, con unas condiciones diferentes en la señalización.

En consonancia con lo que han dicho otros testigos y peritos, a partir de la negativa a reforzar la seguridad, a los maquinistas se les daban consejos sobre cómo afrontar la zona de Angrois, y "se les ha sometido a una situación diaria de "acordarse de"", sobre lo que había que hacer una vez que llegasen a este punto.

Iñigo Caínzos

Iñigo Caínzos

Redactor en Radio Galicia desde julio de 2021. Graduado en Administración y Dirección de Empresas y...

 
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