Santo Encuentro, el minuto de oro de Ferrol

Ferrol

Si la franja horaria de máxima audiencia televisiva ha sufrido considerables modificaciones, con programas estelares que comienzan cada vez más tarde, para enfado de muchos espectadores que tienen que madrugar, hay un momento cumbre en Ferrol que no experimenta cambios sustanciales por más que pasen los años.

Es una de las ciudades en las que su Semana Santa trasciende lo estrictamente religioso, con procesiones que llenan sus calles y plazas de fieles, pero también de curiosos y de cada vez más visitantes del resto de España y del extranjero, atraídos por un evento de Interés Turístico Internacional que hace las veces de mosaico de influencias.

La historia de la urbe naval se gestó en los últimos siglos con la llegada de profesionales de otras comunidades autónomas a su astillero, aledaño a un Arsenal Militar y a un puerto comercial con las puertas abiertas a otros países, idiomas diferentes y culturas diversas. Una de las consecuencias de esa mezcla se plasma en su Pasión.

Transita entre los desfiles teñidos por el recogimiento y otros más espectaculares, muestra de apuntes andaluces, castellanos o incluso murcianos. La emoción y las lágrimas saltan en ojos de quienes acuden los doce meses a misa y de aquellos que se centran en admirar la belleza de sus pasos, de escrutar los movimientos de penitentes o músicos cuando abandonan el punto de partida del cortejo.

En la primera Semana Santa plena tras la crisis sanitaria de los tres últimos ejercicios, una estampa reconocida ha quedado otra vez para el recuerdo: la plaza de Armas, el mismísimo vestíbulo del palacio municipal ferrolano, con miles de personas agolpadas bajo un sol primaveral y 20 grados en el termómetro, que parecían algunos más.

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El hito del Santo Encuentro, el saludo emocionado de los cuatro pasos que recorren el casco histórico de A Magdalena al mediodía del Viernes Santo, se produjo cuando las manecillas del reloj marcaban once minutos por encima de la una de la tarde. El esfuerzo de los cofrades, que trasladan pesados tronos desde la plaza de Amboage, es mayor en ese instante.

Estiran sus brazos para que la coincidencia del Jesús Nazareno, San Juan Evangelista, la Verónica y la Virgen de Dolores adquiera mayor realce. Hay sombrillas y cazadoras que sirven para tapar la cabeza e impedir un golpe de calor, pero también hay las primeras mangas cortas que dejan entrever que el verano ya está cercano.

En un mundo inmerso en la vorágine de lo nuevo y de lo tecnológico, la tradición resiste en Ferrol, donde pequeños y adultos esperan en las aceras por un caramelo o una estampa que le entreguen quienes toman parte en las comitivas. Es el Viernes Santo, que incluye todavía citas de máxima relevancia, como la histórica del Santo Entierro, desde las 19:00 horas.

También destaca la nocturna de Os Caladiños, en la que impera el silencio, roto únicamente por la sobriedad de los tambores. La Pasión deja datos como su impacto económico en 2022, de unos 40 millones de euros, y el aluvión de 350.000 visitantes, perfectamente repetible este año, cuando la ciudad tiene más plazas hoteleras.

Es posible gracias a la reapertura, hace seis días, del emblemático Carrís Almirante junto a la plaza de España. Con un fin de semana por delante como despedida de la Semana Santa, la localidad ha asistido a unos días de revolución comercial y hostelera que dan buena idea de una realidad, se respira algo más que religión.