De paseo por comercios centenarios en el Prima23

Santiago de Compostela

La lluvia ha obligado a suspender las animaciones de calle del jueves pero la programación del Prima23 se mantiene intacta para el sábado día 5 y para el domingo día 6, menos la exhibición de orfebrería y talla de azabache que iba a tener lugar en la Praza de Cervantes, y el pasarrúas previsto ese mediodía en Conxo y Pontepedriña. Para acoger las actividades previstas en la Praza Roxa y en la Praza de Mazarelos se van a instalar dos carpas. La programación actualizada se colgará en la web del concello.

La Festa do Comercio tiene como objetivo dinamizar las ventas y para lograrlo, además de animar a los comercios a sacar su mercancía al exterior, se va a poner en marcha una ruleta de la fortuna que incluye premios por valor de 6.000 euros. Se instalará el sábado en la Praza Roxa. Podrán acceder a un turno de ruleta aquellos que acudan con un ticket de compra realizada esta semana en el pequeño comercio de Santiago por una cantidad mínima de 5 euros. En función del valor del ticket de compra optas a uno de tres grupos de regalos, son entre 200 y 250, con premios destinados a un público infantil y juvenil. Se pueden obtener por ejemplo juegos o vales de ocio en establecimientos de la ciudad.

Desde Santiago Centro acogen con satisfacción la iniciativa del ayuntamiento y creen que servirá para animar el sector. "Es muy buena época porque estamos en el momento de ventas para bodas, comuniones, en vísperas de la Ascensión también, así que nos viene bien", nos ha contado Chema Fernández, presidente de la asociación de comerciantes para quien "la gente cada vez más entiende que hay que consumir en el comercio local".

La programación del Prima23 incluye un homenaje a los establecimientos que cuenten con 50 años o más. La mayor parte de ellos se encuentran en el casco histórico. Confecciones Riande, Comercial Tojo o Farmacia Gómez-Ulla son algunos de los más antiguos y han superado ya el siglo de vida. Son negocios históricos y no sólo por su longevidad: la historia de la ciudad los ha ido moldeando y sin ellos tampoco se entienden la vida y el comercio del último siglo.

En 1920 echó a andar Confecciones Riande de la mano de un emigrante retornado que había trabajado en la sucursal argentina de almacenes Harrods. Iba a probar suerte durante dos años, pero la apuesta de hacer trajes para hombres a medida salió bien y, más de un siglo después, el nieto de aquel emprendedor continúa tras el mostrador del número 2 de la Praza do Toural. La idea inicial de Jorge, como en el caso de su abuelo, no era dedicarse a esto de la confección; de hecho, estaba en el ejército, pero la presión familiar hizo que finalmente eligiese quedarse en Santiago. Jorge ya no hace trajes por encargo, pero sigue vistiendo a hombres con ropa y complementos de calidad. Tiene edad de jubilarse, pero no quiere, porque "esto me gusta", dice. Eso sí, el día que lo haga, el negocio familiar morirá con él porque no tiene relevo generacional.

A menos de cinco minutos de Riande, en Calderería, se encuentra otro integrante de la resistencia comercial: Julio Tojo. Sus puertas abrieron en 1913 y en el propio local puede verse una foto que lo demuestra. Una instantánea de la inauguración, sobria pero ilustrativa. Empezaron vendiendo calzado, pero la Guerra Civil les obligó a reinventarse, porque los materiales no llegaban. Esa fue la primera de varias veces que el negocio tuvo que adaptarse a las circunstancias. La segunda fue el cierre de un local vecino, que vendía menaje del hogar. Parte de sus artículos acabaron vendiéndose en Tojo. Cristina, la nieta de su primer dueño, lo cuenta con entusiasmo. La suya es una familia de emigrantes (retornados, matiza ella constantemente) y sin la emigración no se entiende la existencia de este negocio: con el dinero de la emigración se puso en marcha y por las necesidades de quienes se marchaban en busca de un futuro mejor se transformó una segunda vez. Así fue como empezaron a vender maletas y baúles, por la alta demanda que había. Literalmente, la historia se lee en las estanterías y en el mostrador -conservan el original- de Julio Tojo.

Otro local centenario, quizás el que más ha cambiado de aspecto de estos tres, es la farmacia Gómez-Ulla, ubicada en uno de los puntos de más trasiego de la ciudad, en Porta Faxeira. Alejandro es la cuarta generación de una familia de farmacéuticos. El cambio más radical para este negocio fue pasar de las fórmulas magistrales a los fármacos comercializados masivamente, ya sea como genéricos o con el sello de una marca. Este negocio ha hecho un esfuerzo para adaptarse a los nuevos tiempos y vías de venta y atención. Por eso se han lanzado al mundo redes y podcast, a desde donde ofrecen una atención personalizada, pero no necesariamente en persona. Aunque la mala conexión de internet en el casco histórico les dificulte la tarea.