La familia de Déborah pide el sobreseimiento para evitar que "la instrucción se convierta en una burla a su memoria"
Abogados y familia denuncian en una rueda de prensa el "maltrato" al que han sido sometidos por parte de la justicia durante estos años
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Este viernes la familia de la joven Déborah Fernández Cervera ha comunicado que desisten, por el momento, de la vía judicial. Tras más de 20 años desde que el cuerpo de la joven apareciese en una cuneta de O Rosal, en mayo de 2002, la familia de Déborah y sus abogados denuncian el "maltrato" al que han sido sometidos durante todo este tiempo por parte de la justicia.
Ignacio Amoedo, uno de los abogados, ha declarado a los medios, acompañado de la familia de la joven, que se dan por vencidos. "Es difícil derribar un muro con bolas de papel, por muchas que tiremos. Los familiares ya no quieren soportar más lo que entienden como un maltrato de la Administración de Justicia, del Estado español y del Estado de derecho". Señala Amoedo que esta decisión la toman después de que se denegase el procedimiento con jurado por parte de la jueza.
Seguirán investigando, señalan, pero se niegan a una instrucción en la que las pruebas se pierden y reaparecen, en la que se han tenido que rogar análisis de ADN, en la que se han planteado incluso teorías como la de la muerte súbita. Por ello, denuncian, no quieren que el proceso "se convierta en una burla a su memoria".
La familia y sus abogados, pese a todo, no bajan los brazos. Continuarán investigando por su cuenta, para tratar de averiguar cómo murió Déborah, quien la trasladó a una cuneta y que pasó durante los diez días que estuvo desaparecida.
Rosa Cervera, madre de la joven, leyó un texto denunciando el maltrato que han padecido a lo largo de estos años, y que publicamos de forma íntegra. En él se muestra el sentir de una madre que seguirá defendiendo a su hija:
EL FIN DE LA VERGÜENZA
En más de dos décadas nunca hemos sentido la protección de la justicia.
Hemos sentido su peso, pero no su protección.
No nos sentimos amparados ni cuando nuestra hija desapareció.
Ni cuando su cadáver apareció con una puesta en escena macabra.
Más de dos décadas. Ningún gesto. Ninguna muestra de apoyo.
La justicia no ciega, sino cegada.
Tan solo la sensación de ser u recuerdo molesto.
Una página atravesada que no acaba de ser escrita.
El error de morir de manera inadecuada.
Haciendo ruido con la memoria.
Mostrando los errores de la investigación y del proceso.
Todo tan incómodo.
Y ahora, la vergüenza de la muerte súbita.
En la que tan convenientemente coinciden fiscal y defensa.
El sinsentido de exigir responsabilidades a Déborah por morir.
Por ser asesinada de maniera tan poco elocuente.
Sofocada, asfixiada, privada de aire hasta matarla.
Y su voz que sigue molestando.
Su recuerdo que sigue amenazando.
A quien la mató.
Y a quién tan diligentemente lleva más de dos décadas molesto por su muerte.
La justicia no nos ampara. No ampara a Déborah.
Y no podemos consentir que la instrucción se convierta en una burla a su memoria.
No podemos permitir que maten también su dignidad.
Hasta aquí decidimos llegar en el ámbito de la instrucción.
Hasta aquí la vergüenza ajena.
Viviremos ahogados en la indefensión.
Deseando que esto no vuelva a suceder.
Que ninguna hija, hermana, amiga muera de forma tan cruel.
Y que lo haga son consecuencias, sin castigo, gratis.
Todos sabemos. Todos callamos.
Y este silencio, vergonzoso y vergonzante, nos pasará factura.
A todos.