El suicidio, una realidad a la que mirar de frente
Los expertos recomiendan hablar e informar cómo método de prevención más efectivo
El suicidio, una realidad a la que mirar de frente
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Lugo
El suicidio sigue siendo una realidad escondida. Menos que hace unos años, pero todavía de la que se habla con cierto pudor, miedo y estigmatización. Puede que la sociedad cada vez sea más consciente de que quienes deciden poner fin a su vida no son locos ni enfermos, solo son personas. Sin embargo, y pese a que existe un incremento evidente en la concienciación social, todavía falta darle una contundente repuesta.
La psiquiatra del Hospital Universitario Lucus Augusti, Paula Cores, recriminaba en los micrófonos de Radio Lugo SER la "musicalización" del suicidio cuando se vincula en exclusiva a la salud mental. Apunta la experta que "hay una lista interminable de factores que llevan a una persona a terminar son su vida: sociales, económicos...incluso de género porque quienes más lo intentan son las mujeres, pero son ellos quienes más lo consuman".
Quien decide dejar de vivir no lo hace de un día para otro. Según los expertos, el suicidio llega al final de muchos intentos de salir de un pozo. Desde situaciones económicas asfixiantes hasta trastornos mentales con los que no se quiere seguir peleando. Es por ello por lo que la psicóloga lucense, Jennifer Souto, pone sobre la mesa la necesidad de hablar y educar en esta materia desde que somos pequeños.
Es muy común, sobre todo cuando hay menores de por medio, ocultar la causa de la muerte de un ser querido. La psicóloga advierte de lo contraproducente que puede llegar a ser tomar esta decisión. "Tendemos a usar frases como que tu padre, madre o tío se ha ido al cielo, que está en mejor vida... porque creemos que va a ser demasiado impactante explicar la verdad", dice Souto.
Sin embargo, lo que nace con una buena intención por parte de la persona que emite el mensaje "acaba produciendo una desorientación total en quien recibe la noticia, y si ya nos cuesta explicar qué ha pasado en una muerte natural, más todavía cuando por el medio está el suicidio, entonces se disfraza", relata.
La experta en salud mental, cree que "romantizar la muerte lo único que hace es dificultar que se procese el duelo de una forma funcional y adaptativa". Un proceso que, si no se hace de una forma correcta podrá tener graves consecuencias, como las que entrar en el bucle de autoresponabilizarse de lo sucedido.
El duelo y el desconcierto
Manuel Fernández es el presidente de la asociación ALUME. Aquí, tienen un programa de atención a víctimas del suicidio, grupos de apoyo con especialistas que les ayudan a superar uno de los tragos más difíciles de su vida. "Se trata de que las personas compartan una experiencia y puedan tener un entorno de ayuda mutua. Es muy duro, pero para nosotros también es una satisfacción ver cómo van saliendo y cómo podemos ayudar", nos relata.
Y es que lo peor del suicidio no se va con la persona que lo consuma, si no con los que se quedan. Una de las primeras preguntas que aparece por la mente de los familiares y amigos es el '¿qué podía haber hecho y no hice para evitarlo?', pero en casi la totalidad de los casos la respuesta es nada.
Cores hace especial hincapié en consultar a un experto o poner en conocimiento de un médico conductas que puedan hacer saltar las alarmas. Si observamos que en nuestro entorno una persona no está pasando por un buen momento, se encierra, no habla, no socializa y, en resumen, su estado anímico cambia por completo : avisemos.
Y es aunque pueda parecer algo engorroso o entrometido, en esos casos es mejor pecar de precavidos. La psiquiatra nos dice que "directamente se avise al médico de cabecera y automáticamente este estudiará el caso y si es necesario se pondrá en funcionamiento toda la maquinaria. Hay un protocolo especial, además, que es de actuación rápida y enseguida se toman todas las medidas pertinentes".
Una sociedad individualizada
Manuel Fernández compartía en este encuentro entre expertos una preocupación: la soledad. Sabemos que muchos de los casos que forman parte de las cifras que ubican a Lugo como uno de los lugares con mayor tasa de suicidio tiene detrás la ausencia de compañía.
Pero... "¿qué nos hace estar solos? Muchas veces no estamos solos como concepto. Tenemos gente a nuestro alrededor, pero no sentimos que tengamos compañía. El individualismo sobre el que se sustenta nuestra sociedad es una tendencia que no son saludables y que pueden estar relacionadas con el suicidio". Fernández observa una clara tendencia que impide solucionar el problema: "poner el foco en la persona y no en lo que le empuja, lo que le lleva a hacerlo".
Souto concuerda y argumenta que "estamos completamente desvinculados con nuestra emociones". Vivir rodeados de pantallas, jugando con avatares que ni siquiera son personas de carne y hueso también hace muy complicado saber pedir ayuda de forma verbal. "No sabemos gestionar el no estoy bien. Tenemos que irnos a la educación y fomentar planes de educación emocional para solucionar un problema que vemos es real" , recuerda.
El número a la atención de la conducta suicida es el 024 y desde su puesta en marcha, solo durante el primer mes se registraron 300 llamadas. Este es un dato que nos devuelve el reflejo de una sociedad que convive con un problema que puede llegar a considerarse "de salud pública".
Sara Meijide
Redactora de Radio Lugo