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Milosz Labinski, un pianista callejero polaco enamorado de Pontevedra

En este Vermú con SER charlamos con Milosz Labinski, pianista polaco que llegó en 2015 a Pontevedra y se enamoró de la ciudad. Desde entonces, Milosz toca el piano cada tarde en la Praza da Peregrina dando vida a la calle

Vermú con SER - Milosz Labinski, un pianista callejero polaco enamorado de Pontevedra

Milosz Labinski llegó a Galicia por amor y acabó enamorándose de Pontevedra. Este pianista polaco, que empezó a tocar el piano de niño, inició su actividad laboral a los 18 años en un piano bar de Montmartre, la emblemática Plaza de los Pintores de París. Allí convivió con ciudadanos de todo el mundo hasta que conoció a una marinense y el destino le trajo a Pontevedra. Como aquí no hay apenas bares, pubs ni hoteles con piano, Milosz se compró un teclado y salió a tocar a la calle. Así empezó todo.

Desde su llegada a Pontevedra en 2015, Labinski toca cada tarde en la Plaza de la Peregrina si la lluvia lo permite. Reconoce que se enamoró a primera vista de la ciudad cuando vio la Iglesia de la Peregrina y la Plaza de la Herrería y desde entonces es uno más de la ciudad y forma parte de la numerosa banda sonora que anima las calles de Pontevedra. "Tengo un retorno muy agradable de la gente que escucha la música clásica que toco. soy más feliz tocando en la Peregrina que en los piano bares de París", comenta Milosz.

Además de tocar de maravilla el piano, Milosz habla varios idiomas: polaco, francés, inglés y español. Esto le abre muchas puertas y por eso ahora se dedica también a impartir clases particulares de piano a niños y mayores de casi cualquier nacionalidad.

Para los pontevedreses solo tiene palabras de agradecimiento e incluso se atreves a decir esto: "No hay gente mejor que aquí, realmente la calidad de vida en Galicia, cómo sois y vuestra amabilidad debería estudiarse en las universidades de sociología del mundo para saber como funciona esto porque es increíble", sentenció Milosz.

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Y en el apartado de curiosidades, nos cuenta que la propina más grande que le dieron fue de 50 euros y sonríe mientras recuerda la generosidad de Antonio, del que nunca se olvidará. Mientras hace memoria reconoce que recibió en otra ocasión 50 euros de propina, había sido en el piano bar de París. En este caso, la generosa fue la misma Shakira, que acompañada de Piqué frecuentaba ese local de música encandilada por las melodías que tocaba Milosz. Nos contó que nunca tocaron juntos pero sí que charlaron en varias ocasiones. "Solía venir mucho al piano bar, le gusta la música clásica y hablábamos de Chopin y otros músicos franceses", añadió Labisnki.