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El difícil arte de ganar

El Celta solamente ganó cinco partidos en los últimos 9 meses

VILLARREAL (CASTELLÓN), 20/12/2023.- Jugadores del Celta al término del partido de LaLiga de fútbol que Villarreal CF y Celta de Vigo han disputado este miércoles en el estadio de La Cerámica. EFE/Andreu Esteban / Andreu Esteban (EFE)

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El nuevo director de fútbol del Celta, Marco Garcés, tiene mucho trabajo por delante. Tiene que auditar la plantilla, tiene que fichar y tiene que analizar las claves para que este equipo que se salvó de milagro en la última jornada la temporada pasada, vuelva a ser un firme candidato al descenso. La IA le da un 47% de opciones de descenso a estas alturas por lo que Garcés tendrá que realizar un trabajo amplio de análisis y fichar jugadores que suplan las importantes carencias que tiene el equipo. También tendrá que calibrar si es sostenible la racha de resultados de Rafa Benítez.

Al margen del pasotismo de Luis Campos que tenía al Celta como la Cena recalentada a la que cantaron los vigueses Golpes Bajos, hay datos que, al analizarlos en frío, dan mucho miedo pero también dan mucha luz sobre la plantilla y el rendimiento del equipo en los últimos meses de competición.

Mientras el debate se centró en qué le pasa a Aspas, el rendimiento ofensivo y defensivo de la mayoría de la plantilla estaba y está siendo deficitario y más que insuficiente. Hay un dato demoledor que, seguramente, ya tendrá encima de su mesa el nuevo director de Fútbol: el Celta solamente ha ganado 5 partidos desde marzo.

De esos 5 partidos, 4 fueron contra equipos que estaban en descenso o acabaron descendiendo, dos contra el colista de cada temporada, y otro contra un Barcelona ya campeón de Liga y pensando en las vacaciones. De los cinco partidos, salvo el del Espanyol, todos se ganaron por la mínima. Es decir, la capacidad de dañar a los rivales del Celta es tan limitada que apenas puede vencer a equipos que estén en situaciones extremas o casi hundidos. Salvo la victoria contundente contra el Espanyol 1-3, el resto fueron tan pírricas como agónicas y dramáticas.

Y es que el equipo no fue capaz ni con Carvalhal ni con Benítez y, por supuesto ni con Campos de detectar sus limitaciones y debilidades. El 18 de marzo el Celta parecía sentenciar la permanencia después de una gran racha de resultados: venía de vencer al Valladolid (otro descendido), al Rayo y de empatar en Anoeta y El Sadar. Ese 1-3 en Cornellá fue un duro mazazo para el Espanyol que pensaba en alcanzar al Celta en la tabla. Fue de los mejores partidos de los celeste en los últimos años y pudo haber ganado por más goles. Pero fue un espejismo. Ahí se cortó la racha.

Del 18 de marzo hubo que esperar al 26 de abril para ver otra victoria del Celta. Después de pinchar en hueso contra Almería, Sevilla, Mallorca y Real Madrid, llegaba el colista a Balaídos. Un Elche desahuciado pero con muchísimo orgullo. Mereció mucho más el equipo de Beccacece que tuvo las ocasiones más claras. Con 0-0 Lucas Boyé falló dos mano a mano para poner el 0-1 y mandar al Celta casi a los infiernos. Después llegó la épica con Aidoo haciendo de Alexanko y marcando de cabeza en el 93 el 1-0. 1-0 raspado y con tu central reconvertido a killer para salvarte la cabeza. Es bonito ganar en la última jugada del partido por lo épico pero dejaba al descubierto las terribles carencias competitivas de la plantilla y del equipo.

Para la tercera victoria hubo que esperar a la última jornada. Del 26 de abril al 4 de junio. El Celta venía de una horrible racha con derrotas contra Villarreal, Getafe, Valencia, Athletic y Cádiz y solamente un empate contra el Girona y gracias. Llegaba el Barcelona campeón de Liga pensando en las vacaciones y el Celta hizo los deberes gracias a Gabri Veiga que marcó dos golazos para salvar a su equipo del alma. El gol de Ansu Fati ponía el 2-1 y otra vez se cumplía la máxima de ganar agónicamente y por la mínima. Otra vez sufriendo y pidiendo la hora.

Con Rafa Benítez tampoco mejoró la situación. Empeoró y bastante. La primera victoria no llegó hasta la jornada 4 cuando, el 1 de septiembre, el Celta visitó a un Almería tocado y que apuntaba ya maneras. El Celta se puso 0-2 y todo hacía indicar que sería la primera tarde tranquila de los celestes en meses. Nada más lejos de la realidad. En la segunda parte, el Celta se cae y el Almería remontó con dos goles de área pequeña. Del 0-2 al 2-2 y los locales fallaron incomprensiblemente dos mano a mano para poner el 3-2. Cuando el partido se moría, como el día del Elche, el Celta obraba el milagro contra el colista con otro gol de cabeza pero de Williot Swedberg. El Celta ganaba casi en el 90, otra vez de cabeza y otra vez con un goleador inédito. Otra victoria por la mínima con el umbral del sufrimiento al límite.

Del 1 de septiembre hubo que esperar al 16 de diciembre. Tres meses y medio de sequía, dudas y rendimiento deficitario en los que el Celta no fue capaz de ganar ni un partido contra Mallorca, Barcelona, Alavés, Las Palmas, Getafe, Atleti, Sevilla, Athletic, Valencia, Cádiz y Rayo. Llegaba el segundo por la cola a Balaídos y el Granada se jugaba la vida. Un gol de tacón de Larsen en una melé dentro del área del Celta acabó siendo suficiente para ganar agónicamente y por la mínima.

Nueve meses para ganar cinco partidos contra el Espanyol y Elche (descendidos), Almería y Granada (toda la temporada en descenso) y un Barcelona relajado. Con este balance no le sorprenderá a Marco Garcés que pueda estar en cuestión la competitividad de la plantilla y su feeling con los dos últimos entrenadores. El Celta tiene que hacer 9 victorias de 20 para soñar con la salvación. Solamente lleva 2 en 18 partidos. Marco Garcés tiene trabajo por delante y mucho estudio que realizar. La racha del Celta no es casual y no es por mala suerte.