El Celta se hace el harakiri en Getafe
Aspas lidera la remontada hasta que otro error le cuesta el partido en el 88
Vigo
Sostiene la RAE que Harakiri es la “forma de suicidio ritual, practicado en Japón por razones de honor o por orden superior”. Si cambiamos Japón por Getafe esto fue lo que hizo el Celta. Sostuvo Benítez en la previa que “si algo funciona lo mejor es repetir y no tocar nada”. Esto implicaba volver a dejar a Aspas en el banquillo y, si el plan salía como en Pamplona, que tampoco jugase ni un minuto. El Celta dejando a su Messi en el banquillo para sorprender al rival con su 5-4-1. Benítez volvió a plantear un partido defensivo que hasta asustaría a Maguregui y Lotina juntos. Le salió bien en Pamplona y repitió la fórmula. El problema es que no contaba Benítez con que el plan infalible tenía muchas lagunas y vías de agua. Ni el Celta salía a la contra ni era capaz de generar, salvo a balón parado. Lo único bueno es que Guaita no había tenido que trabajar. Pero tres pérdidas absurdas en los últimos minutos de la primera parte le costaron muy caro al equipo.
Parecía que la victoria en Pamplona y la derrota del Cádiz el viernes, le quitaban presión al Celta. El problema es confundir quitar presión con salir sin la agresividad o la tensión competitiva suficiente. Beltrán se confía, la pierde en campo propio, contra del Getafe y penalti. Afortunadamente el VAR corrige la hipermetropía de Hernández Hernández que confundió la nuca de Carlos Domínguez con su mano. Pero ese error pudo costar caro porque el penalti lo había pitado el colegiado canario. Segundo error concatenado de la defensa y gol. Carlos Domínguez le da mala salida al balón, recupera Mayoral que cambia de orientación y, Diego Rico, centra sin la presión de un Mingueza que se relajó en la cobertura. Remate en el primer palo y remacha Mayoral absolutamente solo en el segundo. 1-0 y el Getafe no había necesitado nada más que esperar que las gacelas cruzasen el Serengueti para elegir la pieza que querían comerse.
Pero el Celta estaba con ganas de repetir el Harakiri. Tapia decide sacar el balón desde zona de centrales con dos sombreros y un pase a un compañero de espaldas. Pérdida de balón, disparo de Greenwood y remacha Mata. Dos disparos y dos goles. Tres pérdidas groseras, dos goles y un penalti anulado. Peor no podía estar la cosa.
Al descanso, Benítez no aplicó lo antagónico a su teoría de “si algo funciona no lo toques”. Hay muchas teorías que hablan de “si algo no funciona y vas palmando 2-0 con el equipo ausente, pues cambia algo al descanso”. Prefirió no hacerlo en la reanudación por si resurgía el “Plan Pamplona” y esperó al minuto 54 para que Iago Aspas y Tadeo Allende entrasen al campo. Fue un cántico desesperado; fue como el “Sálvame soy un náufrago” que tanto éxito le dio a Bibiana Fernández.
Y el día de la Super Bowl, Iago Aspas se vistió de quarterback y tiró de orgullo y de fútbol. Su sola presencia hizo recular al Getafe. Metió tres centros rasos rematables muy interesantes, se echó el equipo a la espalda y asumió con galones la responsabilidad de liderar el intento de remontada. Y lo hizo. Se puso a pedir el balón, le metió un pase mágico a Manquillo en el gol de Larsen y le dio una asistencia a Tadeo a lo Laudrup maravillosa para el 2-2.
El Celta hacía lo más difícil: levantaba un 2-2 en pocos minutos. Y, cuando ya celebrábamos el empate, Unai decide arriesgar en la salida de balón innecesariamente. La pierde Sotelo que venía de espaldas a recibir y el Getafe nos Mata tras una nueva pérdida. Otro Harakiri más. Era el minuto 89 y una pérdida y una mala defensa acabó en el afortunado gol cabeza-hombro-mano de Mata. 3-2 y para casa con las manos vacías.
Y ahora, sin tiempo para llorar, el Celta tendrá que jugar contra el Barcelona. Lo hace con un Benítez cortante y malhumorado en la rueda de prensa posterior al partido de Getafe. A todo el mundo le gusta que sus planes salgan bien; pero si el “Plan Pamplona” falla, igual no es demasiada buena idea concederle al Getafe la opción de jugar 57 minutos con nuestro Messi en la segunda fila del banquillo. En Pamplona estuvo 90 y se ganó 0-3. Pero hoy no salió el Plan Pamplona. Dura derrota de un Celta futbolísticamente nihilista.