Sociedad

El cáncer de mama se lleva mejor remando

Las Dragonas de Lugo, el equipo de piragüismo formado por pacientes oncológicas, acaba de hacerse con la medalla de oro en el campeonato gallego

Marga Arias, de las Dragonas de Lugo: "Cuando empiezas a remar dejas el dolor atrás"

Lugo

Con solo cinco meses de entrenamiento, las Dragonas se han traído a Lugo la medalla de oro en el campeonato gallego de piragüismo en la modalidad Dragon Boat (en la que participan entre diez y doce palistas, una guía y una timonel) en la distancia más larga, dos mil metros. La hazaña es grande para las 15 mujeres que forman el equipo, pacientes de cáncer de mama, que se juntaron para mejorar su recuperación y darse fuerzas entre ellas.

Marga Arias es una de ellas y asegura que ganar el campeonato gallego fue un "subidón total". Cuenta que todo empezó durante una jornada de puertas abiertos que organizaron el área de Oncología y la de Humanización del HULA, en colaboración con el Club Ciudad de Lugo. Es un deporte muy beneficioso, y especialmente en la modalidad Dragon Boat, para las pacientes de este tipo de cáncer, porque "evita el desarrollo de linfedemas y ayuda a la recuperación muscular tanto de la espalda como del pectoral".

Eso en el plano físico, porque en el anímico los beneficios son otros y también importantes. "Ir a entrenar y a competir te motiva", dice Marga. Para ellas los entrenos son "un momento de desconexión, de olvidarte de los problemas y de los dolores que puedas tener, porque te subes al barco, empiezas a palear y los dejas atrás".

A esto hay que sumarle también la parte más social de los deportes en equipo y la conexión, especialmente en este, que tienen que tener entre ellas. Todas tienen que dar las paladas exactamente de la misma forma, realizar el mismo empuje de pierna, e incluso "respirar al unísono". Si no lo hace igual "se nota, porque remas y no avanzas".

Se apoyan entre ellas, cuenta Marga Arias que intentan darse "fuerzas unas a otras", y de forma individual se esfuerzan cada una por dar cada día un poco más. "Muchas veces el técnico te dice, por ejemplo, que tienes que estirar un poco más el brazo", cuenta, "pero tú también sabes que por la problemática que tienes a lo mejor no puedes hacerlo". A pesar de ello "también a ti misma te vas exigiendo y puedes cada vez un poquito vas".

Cris Azanza se unió un poco más tarde al equipo. Ella no padece cáncer, al igual que otras tres compañeras, pero le picó la curiosidad por el deporte que veía practicar a su hijo y fue recibida con los brazos abiertos. "Cuando le llevaba a entrenar las veía y pensaba que estaban dando un paseo por el río, tipo gondoleras", relata.

Eso el primer día, el segundo se fijó un poco más y empezó a darse cuenta que tenía cierta dificultad, preguntó, y le dejaron probar. "Salí de allí que me dolía todo", cuenta, "y ay me di cuenta que un paseo en góndola no era". Confiesa que tuvo que darle "una segunda y una tercera oportunidad", pero ahora se ha enganchado.

Lo describe como "un momento de desconexión" en el Miño, que considera un "paraíso". "Te vas a casa con las pilas cargadas después de un entrenamiento exigente", asegura. Cree además que es un deporte muy accesible, porque "lo pueden practicar chicas como estas, pacientes de cáncer, pero también a lo mejor una persona con movilidad reducida y sobre todo que en las competiciones hay gente de todas las edades". Su impresión es que "lo bueno de este deporte es que tiene cabida para todo el mundo", y se nota en las competiciones donde "el ambiente es espectacular".