"Mi hijo ha empezado la universidad y me siento sola": Qué es el síndrome del nido vacío y cómo afrontarlo
La psicóloga Jennifer Souto apunta las claves para gestionar la marcha de los hijos del hogar
'Queridamente': que es el síndrome del nido vacío y cómo gestionarlo
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Lugo
En muchos hogares con la vuelta al cole, y sobre todo a las universidades, se queda una habitación vacía. Hay padres y madres que lo llevan con naturalidad, pero en algunos casos puede ser una gestión a nivel emocional muy complicada. En los progenitores con una "gran motivación de afiliación", según explica la psicóloga Jennifer Souto, "personas que han empleado mucho tiempo y esfuerzo en cuidar y atender a sus hijos" puede producirse el síndrome del nido vacío porque, una vez que ya no los necesitan "se quedan sin un sentido vital".
Además, hoy en día el síndrome del nido vacío se ve agravado en muchas casos por factores que no dependen de los hijos, sino que tienen que ver con el momento vital en el que coincide su marcha del hogar. La edad a la que se es padre o madre va en aumento, y cuando llega el momento de afrontar la salida del hogar para irse a la universidad o marcharse de casa coincide con otras circunstancias como la jubilación o la menopausia, con "contribuyen a recrudecer" este proceso.
"Genera muchísima tristeza y soledad y aflora más en las madres por el rol de cuidadoras que suele asumir", continúa. Es una experiencia similar a un proceso de duelo, "aunque los hijos no desaparecen de la vida", porque "el no verlos todos los días en casa genera las mismas fases de tristeza, negación y demás", que hay que ir superando.
Para ello la psicóloga aconseja "no tener prisa" y experimentar todas las emociones: "Hay que sentir ira, enfadarse con ellos porque no te han llamado, o porque han crecido muy rápido, también hay una fase de perplejidad de pensar que va a volver a casa".
Lo importante es gestionar bien estas sensaciones y evitar caer, por ejemplo, en el chantaje emocional. "Esas frases tan recurrentes de 'es que no me llamas nunca' o 'es que mira que sola me has dejado' establecen una sensación de malestar en el hijo, que se siente mal por no llamar, y un vínculo dañino", señala Jennifer Souto.
En el plano de la pareja también puede pasar factura. Para algunas es una oportunidad para "reconectar, redescubrir intereses comunes o fortalecer una relación de pareja", pero en otros casos "puede poner de relieve que hasta ese momento se habían estado ignorando", incluso hasta el punto de que "el divorcio se perfila como una opción viable tras un momento de cambio que puede desestabilizar mucho la unidad familiar".
Lo que sucede es que en muchos casos los hijos "funcionan, perdonando la expresión, como un pegamento, porque son ellos los que evitan las peleas o desplazan la atención de los problemas de pareja". En su ausencia, por lo tanto, la pareja se ve obligada a enfrentar esas cuestiones que había quedado ocultas que puede desembocar incluso en una separación, pero que también puede ser una oportunidad para "iniciar una etapa muy productiva y cuidar más esa relación de pareja".
Carrera de fondo
La intensidad con la que llegue el síndrome del nido vacío una vez los hijos abandonen el hogar dependerá en gran medida de la relación que se haya entablado en los años de la infancia. "Sabemos que existen varios tipos de apego", explica la psicóloga, "y el apego seguro entre padres e hijos implica que se apoyan, más que necesitarse confían mutuamente y se buscan, pero cada uno tiene su independencia". En estos casos el proceso de abandono del hogar será "más seguro".
En el caso del apego evitativo o inseguro "no se favorece esto, sino todo lo contrario". Por eso es importante "que tratemos que desde pequeños se sientan queridos, pero dándoles independencia y animando a que hagan cosas ellos solos". "La independencia debe ser un proceso gradual a lo largo de toda la crianza", añade.
Ansiedad anticipatoria
El síndrome del nido vacío se define como un "conjunto de emociones incómodas fruto de la marcha de los hijos". En los casos en los que se produce de forma prematura, por ejemplo "cuando el niño se va de excursión y lo paso fatal, o cuando se queda con un amigo a dormir y lo mismo" hay que empezar a hablar de ansiedad anticipatoria. "Se le da vueltas sin parar a todo aquello que no somos capaces de controlar", explica Souto, "pero eso no hará que lo peor no ocurra, así que no debemos anticiparnos de esta forma nunca".
¿Aprender a estar solo?
Aconsejarle a una persona que siente soledad que tiene que "aprender a estar solo" o "a vivir sin los hijos" es el que consejo que no se debe dar. "Cuando alguien conecta con la soledad de esa forma es una emoción muy negativa y que genera mucha desesperanza", señala. Por eso las recomendaciones van más bien por otro lado: "Es muy importante en estas situaciones el apoyo social, el acompañarse de los demás, de ese amigo o un vecino, e incluso puede ser un buen momento para retomar relaciones que a veces habían quedado de lado fruto del tiempo que se pasa con los hijos".
También se puede aplicar con respecto a aquellas aficiones que han quedado atrás y que se pueden retomar "en todo ese tiempo que se ha ganado". La psicóloga cree que es de esa forma como hay que plantearlo, y nunca desde una idea equivocada de "recuperar una vida anterior". "Eso es un grave error, hay que pensar en recuperar una vida diferente, porque hay muchas identidades que se han disociado y no se puede recuperar lo que eran". Retomar viejos intereses o buscar otros nuevos puede ser una buena forma de conseguirlo.